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lunes, 9 de marzo de 2015

De reelección y otros espejismos


Por Miguel Angel Cid 
La magnitud de semejante iniciativa solo puede ser emprendida, en estos momentos, por el Presidente Danilo Medina Sánchez.
Miguel Angel Cid Cid

Miguel Angel Cid Cid

Especialista en fortalecimiento y planificación institucional, con experiencias exitosas en RD y Haití. Experto en resolución de conflictos y capacitación de jóvenes y adultos. Creador e impulsor de la primera experiencia de presupuesto participativo en Villa González, República Dominicana, recorriendo decenas de municipios promoviendo iniciativas de planificación estratégica y participación socio-política a nivel local.
Para el Presidente Danilo Medina Sánchez debería ser un motivo de profunda reflexión el tema de la reelección. Ante todo convendría que valorara las urticantes lecciones de sus antecesores. Si así lo hiciese, en tal estado de meditación le aflorarían las imágenes de los presidentes Joaquín Balaguer, Hipólito Mejía y Leonel Fernández.
Con todo, el más aleccionador para el Presidente Medina es el caso de Hipólito Mejía. A pesar de que su gobierno contó con excelentes realizaciones y una buena gestión en sus dos primeros años, en los dos restantes fue azotado por una crisis bancaria descomunal. Crisis económica que hundió al país en un verdadero caos.  Solo en el aspecto del mercado cambiario, por ejemplo, el dólar pasó a cotizarse de sopetón de trece pesos por dólar a cincuenta y cinco pesos por dólar. Esa situación redujo al mínimo la capacidad de compra de los ciudadanos. Y en el aspecto político el propio gobierno de Mejía se zarandeó por la fuerza de los vientos de ese huracán.
No me cabe duda de que el presidente Mejía fue azuzado por grupos enquistados en el poder que animaron el proyecto reeleccionista. El hecho fue que decidió repostularse y emprendió el proyecto de reforma a la Constitución al vapor. Y “el resto es historia patria”.
Empero, aunque hoy Hipólito Mejía luce recuperado, los costos materiales y espirituales asumidos por éste y el pueblo dominicano para minimizar los lastres dejados por los deseos continuistas de un grupúsculo, son incuantificables e inenarrables. Conservar “el carguito” tiene su precio.
De modo que el espejo de Mejía es el que con más claridad y transparencia refleja la amargura de las múltiples estelas que deja el reeleccionismo.  Es al través de este prisma, consecuentemente, que Danilo Medina debe verse así mismo. Y rechazar la tentación del poder sin límites que nubla la razón y distorsiona la visión creando perspectivas políticas falsas.
Y es que una de las caras del prisma reflejará la larga fila de “líderes”, quienes por sí solos, son incapaces de conformar siquiera un comité de base, a menos que sea a fuerza de mucho dinero proporcionado por el gobierno y, como ha quedado sabido por los recientes escándalos de financiación política, por sectores de perfiles que espantan.
En cualquier caso, si el Presidente Medina mira con atención por el prisma de la realidad, como estoy sugiriendo, o deja caer la mirada de reojo por un espejo de cuerpo entero, verá al fondo a cientos de funcionarios brindando por la reelección. Verá quesos franceses sobre las mesas y vinos en botellas cuyo costo por unidad supera los seis salarios mínimos. Verá a las amantes de estos neo cortesanos desmontarse de yipetas con su gracioso andar, moviendo esos cuerpos macizos  y tonificados y esos pechos turgentes y esas espaldas de curvas suaves y precisas que dejarían sin aliento al mismo Pigmalión.
Pero como observador meticuloso, que lo es, prestará cuidado a los detalles de la escena. Y allí podrá ver, vuelto nostalgia, la adusta imagen de Juan Bosch. Ese hombre que constituye el paradigma moral del partido y el país y cuya impronta avergüenza a no pocos de sus discípulos.
Al ver tanta podredumbre, Medina concluirá en que el PLD demanda con urgencia retomar su paradigma moral. Eso le dará capacidad y fuerza para emprender, sin temor al juicio inmediato, una transformación de esa organización política, mediante un proceso que propicie una profilaxis a fondo que impacte todos los rincones del partido.
La magnitud de semejante iniciativa solo puede ser emprendida, en estos momentos, por el Presidente Danilo Medina Sánchez. Solo él alberga las condiciones para constituirse como el nuevo arquetipo moral del PLD, retomando lo mejor de Bosch. Espantar el fantasma de su repostulación sería su objetivo de muy corto plazo y, de largo plazo, pulgar su partido para demostrar con el ejemplo que al país se le puede servir desde cualquier lugar o posición.

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