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martes, 30 de junio de 2015

Paradigma de maestros





Cuando Jesús se despidió de los suyos, les pidió ir por el mundo a enseñar lo que, a su vez, Él les había enseñado. No los alfabetizó. No les enseñó ciencias. En cambio, despertó sus mentes por la fe. Por ello, les insufló sabiduría.

Les mostró, además, el camino de creer en Dios para alcanzar el objetivo de vida. Y sobre todo, les mostró un camino nuevo basado en lo que denominó el gran mandamiento, una especie de resumen del decálogo que Moisés dejara esculpido en piedra, siglos atrás. Él esculpió el gran mandamiento en el corazón de los hombres y mujeres que lo siguieron a lo largo de tres años anteriores.

“Amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

¡Ah si los seres humanos adoptaran de verdad esta enseñanza! Tal vez muchas de las situaciones quejumbrosas vividas por las gentes, no ocurrirían. Y quizá, sólo quizá, el ser humano habría aprendido a ser feliz, que es el más pleno de todos los aprendizajes.
Pero tan breve mensaje con tan anchuroso contenido, no ha sido adoptado ni aprendido por los seres humanos. El Maestro, no obstante, lo sigue repitiendo. Lo que enseñó sigue divulgándose como la Buena Nueva, poco más de veinte siglos después.

 Efigie del maestro rural

Podía ser alto o bajo, delgado o grueso. Pero era siempre atildado en el vestir, moderado en las costumbres, comedido en el comportamiento, cortés en el trato con los alumnos o con los padres de éstos. Y era lector ávido. Se había acostumbrado a ello y la biblioteca ambulante le llevaba ejemplares de obras de autores famosos, principalmente de la colección Austral y temas propios de los procesos de la educación. Estaban destinados a satisfacer sus ansias de aprendizaje que no cesaba sino cuando cerraba los ojos por vez final. En una repisita colocada a espaldas del lugar en que se encontraba, tal vez junto a la pizarra, estaban los textos de los que enseñaba.
 
Al principio eran ediciones españolas, principalmente de Seix y Barral. Después esos textos fueron suplantados por aquellos escritos por la excelsa educadora que fue doña Aurora Tavárez Belliard. Más tarde, otros pedagogos criollos llenaron, junto a ella, el vacío de una textología dominicana.
 
A cambio de su entrega en la pequeña casita en la cual enseñaba, recibía con frecuencia las pruebas más fehacientes de la gratitud de sus discípulos. Un pollo amarrado a las patas con cordel de cabuya. Un racimo de plátanos. Un yaguacil de víveres blancos. Y sobre todo, el trato reverente de los muchachos a los cuales enseñaba los primeros conocimientos.

¿Quedan de estos maestros? ¡Quién sabe! Lo que es seguro es que ya no quedan de esos alumnos.

El Día del Maestro

El día que el calendario civil tenía reservado al reconocimiento a la obra magisterial era el último día de junio. Casi todas las escuelas, en todo el país, lo celebraban en aulas, pues ese día cesaba el año lectivo, sobre todo para el nivel de la educación básica. Porque los muchachos de la educación intermedia y los de la media que no obtuvieron calificaciones por encima de 70, y más que éstos, los que tuvieron calificaciones en rojo, se quedaban para las pruebas completivas y diferidas.
 
Eran quince días adicionales de repasos en el aula, con un profesorado atento a reforzar aquellos puntos del programa en los cuales los rezagados mostraron debilidad. Los que recibieron calificaciones por debajo de 60 y obtuvieron un promedio de año similar, permanecían en todo el mes de julio en el aula, pues sus siguientes exámenes habrían de administrarse en septiembre.
 
Pero aún estos últimos festejaban ese último día de junio, el Día del Maestro. Aunque fuera un vaso de cristal envuelto en papel celofán y un vistoso lazo, llevaban estos muchachos al agradecido maestro. Hoy, ¿se celebra?

¿Volverán esos años, esos maestros, esos alumnos, a la escuela dominicana?    

lunes, 29 de junio de 2015

Una respuesta a un iracundo antihaitiano











Por: Ramón Antonio Veras.

Tengo por norma no opinar   sobre algo de lo que no tengo conocimiento. El  sentido común me dice que  de lo que ignoro debo abstenerme de emitir cualquier criterio, porque en caso  de hacerlo no sería más que un  atrevido temerario desinformado que en forma imprudente trata de desorientar en lugar de aclarar, despistar y no encauzar.
Recientemente, con motivo de un artículo que   escribí  con el título  “Inmigrantes haitianos negros y pobres en un dilema”, un señor que  se identificó como José,  me  abordó en plena calle Del Sol de Santiago de los Caballeros, en forma iracunda  y totalmente colerizado, me dijo que había leído  mi trabajo  y que del mismo  había sacado la conclusión de que estoy  inventando, porque del asunto migratorio  haitiano no sé nada, que con mi publicación no hacía  otra cosa que demostrar mi prohaitianismo e ignorancia, sobre   la inmigración haitiana en nuestro país.
Después de escuchar al  enfurecido señor, con toda calma le manifesté que él me lucia que  estaba algo perturbado, que en semejante condición no podía  responderle; que en su oportunidad lo haría, para que supiera que tengo conocimientos de lo que  había escrito en torno al fenómeno migratorio haitiano aquí.
En un medio social como el nuestro, en el cual abundan los farsantes, charlatanes, embaucadores y falaces de todos los pelajes y calibres;   y los descalificadores y lenguaraces están por montones, considero  oportuno y provechoso  aclararle a José,  y con él a cualquier otro equivocado, ignaro o desorientado, que no soy   un repentino en el asunto migratorio, y en particular de  la inmigración haitiana en el país. Veamos.
 En el año 1983 escribí el libro: Inmigración, Haitianos y Esclavitud.  Sobre esta obra, uno de los más brillantes escritores haitianos, Gerard Pierre Charles, escribió: “El estudio del doctor  Ramón Antonio Veras,  sobre la situación de los trabajadores haitianos en la República Dominicana, constituye un aporte de excepcional valor, al conocimiento de este tema tan trascendental en las relaciones dominicano-haitianas. Cierto que en los últimos años, destacadas contribuciones  periodísticas, literarias o científicas, han logrado sensibilizar, respecto a ese tópico, a los  sectores más ilustrados de ambos países, así como a la opinión internacional, con informaciones, análisis o testimonios de particular fuerza impactante”.
“Ejemplo de ello, son los libros, El Masacre se pasa a pie de Freddy Prestol; Azúcar Amargo del publicista francés Maurice Lemoine, Migración y Relaciones Internacionales (El caso haitiano-dominicano) de la historiadora haitiana Suzy Castor. El mismo doctor Veras, en columnas de la prensa de su país, ha venido desempeñando una labor pionera, tratando tal problemática con un caudal  de datos que para la brutalidad del universo que plasmaban parecían  inverosímiles… Sin embargo, todas las producciones anteriores referidas a la presencia migratoria haitiana en tierra dominicana no habían  alcanzado penetrar, desde una perspectiva tan amplia y hasta nivel tan profundo, en ese mundo”.
“La obra del doctor Ramón Antonio Veras, superando sus anteriores aportaciones y llegando más lejos que la de sus predecesores, combina el rigor analítico con una riqueza informativa que permite abarcar  toda la extensión, profundidad y complejidad del objeto de estudio. Resultado de ello es una obra multidimensional que se centra en la matriz económica del problema migratorio, con una valoración cualitativa y cuantitativa de los mecanismos de explotación, el análisis pormenorizado de la extrema deshumanización de los emigrados y el examen de las derivaciones y consecuencias de la migración en el plano social e ideológico”.
“La versión original de este trabajo fue presentada  en el Coloquio sobre Migración y Relaciones Internacionales en el Caribe organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en el mes de octubre de 1981. Esta ponencia fue acogida con unánime  admiración por los científicos sociales que concurrieron al evento. Asimismo   dio lugar a un apasionado debate en el que, al través del caso considerado,  se lograron captar los alcances extremos de la super-explotación de los trabajadores provenientes de un territorio dado, por  la burguesía del país receptor,  en acuerdo con las autoridades gubernamentales de ambas naciones”.
“Se destacó así el papel del  estado como agente de compra/venta de la fuerza de trabajo de los emigrados en beneficio propio o en interés del capital internacional y cómo   dicha función  del Estado, da lugar a la coerción más despiadada. Se reveló que tales mecanismos de opresión  y discriminación  se dan siempre que entre  países de procedencia y de recepción de migrantes existan  determinadas   diferencias sociológicas en términos de niveles de desarrollo, características étnicas, culturales y religiosas”.
“Tal realidad se  remite a una problemática más amplia que, extendiéndose en el ámbito del Caribe, lo rebasa y se integra a la sociología de las migraciones en el mundo. Se refiere a una situación que tiene mucho que ver con la problemática de los migrantes de la isla anglófona de Dominica, de los granadinos en Barbados o Trinidad, de los puertorriqueños a Estados Unidos, así como con las emigraciones árabes y españolas, africanas y portuguesas  a Francia, Alemania o Suiza. Al fin ilustra, con  inusitada nitidez, la problemática de la acumulación a través  de la cual  el capital transnacional, las burguesías respectivas y el Estado a su servicio, además de aprovechar el trabajo de los proletarios locales, se valen del sudor de los trabajadores emigrados para aumentar la tasa de ganancias”.
“Y, como  efecto del aumento de la  producción social resultante del trabajo emigrado, la población de los países receptores, en su conjunto, recibe algún beneficio en términos de división del trabajo, ingresos o nivel de vida;  situación que objetivamente propicia una mayor receptividad, una mayor vulnerabilidad de amplios sectores populares a las ideas, prejuicios, estereotipos difundidos por las clases dominantes  respecto a lo emigrado”.
“En medio de sus numerosos aportes, el principal mérito de la obra es el sentido de responsabilidad de que  hace muestra su autor en el análisis  científico y crítico de esta tan delicada cuestión”.
“Haciendo a un lado todo eufemismo  así como toda complicidad con el statu quo, se asoma a la verdad, asumiendo así posiciones de elevado nivel ético que contrasta con la postura de muchos intelectuales dominicanos que tradicionalmente han visto las relaciones entre los países a través del prisma de los intereses oligárquicos y de los prejuicios de los sectores de poder, pretendiendo dar viso científico o legitimar las ideologías dominantes y las elucubraciones de un nacionalismo mal entendido. Así, cuando no desvirtúan  su sentido, cierran los ojos sobre  una situación  que constituye el mayor elemento de retroalimentación de rencores y errores del pasado; así como un generador de contradicciones y conflictos entre dos pueblos hermanos”.
“El doctor Veras, al asumir una postura científica y humanista que se apega a la verdad, trasciende los lugares comunes en la ideología  dominante, rompe la hipoteca del pasado, se enfrenta al presente, hace obra de  futuro. Un presente de desigualdades e injusticias que demanda objetividad y  también solidaridad del pueblo dominicano, que, por haber conquistado  con tantos sacrificios las libertades democráticas de que disfruta hoy, tiene la sensibilidad para entender los reclamos de un pueblo cercano y rectificar un conjunto de relaciones que hiere la dignidad de nuestras dos  naciones”.
“Un porvenir en que sólo el respeto mutuo, la justa valoración de las semejanzas y diferencias sociológicas, el apego a los intereses de los pueblos y no de las oligarquías, pueden asegurar una coexistencia y una cooperación fructífera en aras de los ideales comunes de democracia, soberanía nacional y progreso”.[i]



[i]  Inmigración Haitianos y Esclavitud. Páginas 3-4 y 5.
Editora Taller, 1983.

Concentración contra los feminicidios en Los Ciruelitos Santiago


Concentración contra los feminicidios en Los Ciruelitos Santiago
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Parte de las mujeres que marcharon ayer en Los ciruelitos, Santiago contra los feminicidios.

 SANTIAGO.-Decenas de jóvenes se concentraron a orilla de la avenida Estrella Sadhalá, a su paso por el sector Los Ciruelitos, con el objetivo de sensibilizar a los hombres dominicanos sobre el tema de la violencia contra la mujer.
   
Entre los manifestantes, unos coreaban consignas, otros portaban pancartas en las que decían: "Ni una más", "Basta de feminicidio", "Basta ya", "Stop", "Ellas podrían ser tú hermana", "No seas cobarde", "Amala", "Apóyala", "Cuídala" y otros mensajes.
   
"De alguna manera el hombre debe de entender que una mujer no es simplemente un objeto que pueden usar", manifestó Maciel Ureña.
   
Coincidieron otras participantes en la concentración, al asegurar que se necesita definir un plan que permita trabajar la violencia como elemento de prevención.
   
"En la mayoría de feminicidios ha habido ciertos descuidos de las autoridades, no pueden esperar que suceda una tragedia para actuar. De que me vale que hayan condenado al homicida si con eso no me van a devolver a mi ser querido", señaló Fanny Cruz.
   
Algunos choferes de vehículos que se desplazaban por el lugar hacían tocar sus bocinas en señal de apoyo a la jornada. Mientras que algunos ciudadanos que caminaban a pie por el lugar se mostraron incomodos por la obstrucción del paso peatonal.
   
Los manifestantes realizaron el pasado sábado la concentración, motivados por el horrendo crimen que fue víctima María Rosa Ventura, de 23 años de edad, ultimada de 17 puñaladas por su pareja sentimental., cuyo hecho ocurrió el pasado sábado 20 de este mes en el sector ensanche José Reyes, en esta ciudad.
   
En la manifestación participaron familiares y compañeros de estudios de María Rosa Ventura.

domingo, 28 de junio de 2015

Maestras y maestros ¿pensionados?l




THIRSA LUNA 


28_06_2015 HOY_DOMINGO_280615_ Opinión10 A
Al acercarse el “Día del Maestro” recordamos con gran pesar la situación de miseria en que viven tantos maestros/as pensionados, quienes a pesar de su edad, de los largos años trabajando y de las enfermedades, tienen que continuar, ya sea ofreciendo tutorías o en colegios privados (si pueden y si son aceptados). En cualquier país del mundo reciben una pensión digna que les permite disfrutar del descanso al que tienen derecho, menos en República Dominicana, donde un maestro pensionado no puede ni siquiera alimentarse bien, porque la pensión que recibe no alcanza ni para la canasta familiar.
Se trata de consagrados maestros y maestras que han dedicado treinta, cuarenta y hasta sesenta años de su vida a la noble y hermosa tarea de enseñar, orientar y formar a la niñez y a la juventud dominicana.
Los que tienen familia y dependen de ella, sufren al pensar que después de trabajar durante tantos años no tienen el derecho de vivir de una pensión justa.
Pero… ¿Alguien se ha preocupado alguna vez por mejorar la suerte de los maestros pensionados?
Recordamos una antigua frase que dice: “Tiene más hambre que un maestro de escuela”. Siempre la clase magisterial fue mal pagada, marginada y todavía hoy son posiblemente los profesionales con más baja remuneración del país. Sin embargo ¿cómo no valorar la labor de un maestro? Muchos jóvenes hoy han decidido no estudiar pedagogía, a pesar de su vocación. Todos comprendemos el por qué.
Los maestros/as pensionados fueron de verdadera y probada vocación, hicieron de la enseñanza su vida misma, pero eso solo lo saben ellos y los estudiantes que pasaron por su manos.
Todos sabemos los lujosísimos sueldos que poseen muchos funcionarios del Estado, los cuales tienen tal vez cuatro, ocho años laborando y las fabulosas pensiones que por jubilación han recibido los que se han ido. Más toda suerte de privilegios, cuya labor jamás podrá ni igualar ni mucho menos superar la realizada por un maestro/a.
Los maestros pensionados merecen ser tratados con más respeto, apoyo, justicia y dignidad de parte del Ministerio de Educación y del Gobierno, y saber que con quince mil pesos no puede vivir dignamente nadie, y menos personas de la tercera edad, con problemas de salud y que dedicaron toda su vida a la escuela dominicana.
Las/los pensionados de hoy – los maestros de ayer- han sido quizás los que han trabajado en la época más difícil para un maestro dominicano, después de la revolución constitucionalista y de los siguientes años 60 y 70, que fue la época de las famosas movilizaciones de estudiantes, especialmente de liceos secundarios, que utilizaron esa forma de lucha para protestar y mostrar su inconformidad con el Gobierno de entonces, por el irrespeto a los derechos humanos y por las injusticias sociales. Estos jóvenes estudiantes, equivocados o no, en cuanto a su forma de lucha, tenían ideales patrios, eran auténticos al querer una sociedad más justa, que aún hoy, no llega.
Estas movilizaciones traían como consecuencia la inmediata llegada de la Policía Nacional, que llenaba de balas y bombas lacrimógenas los recintos escolares y calles aledañas y sobre todo el maltrato a profesores y estudiantes que metidos a empujones y macanazos en guaguas de la Policía eran llevados al Palacio de la Policía Nacional en calidad de detenidos. Esto ocurría tres o cuatro veces por mes.
¡Qué tiempos aquellos! Maestras desmayadas por los efectos de los gases lacrimógenos, a pesar de los frascos con vinagre y pañuelos blancos que ellos llevaban en sus carteras para contrarrestar esos efectos, pero que a veces de nada servían.
Sin embargo, al día siguiente, conscientes de su deber, todos los profesores/as asistían a sus aulas, con el mismo entusiamo, aunque sabían que en cualquier momento podía suceder otro incidente.
Hoy sabemos de casos de maestras que fueron pensionadas en gobiernos anteriores y a quienes se les ha rebajado hasta diez mil pesos de su pensión, sorpresivamente, sin explicación, en el Gobierno actual, posiblemente pensando que era mucho dinero para una maestra pensionada.
Otras que no han sido incluidos en INABIMA, como si nunca hubieran sido maestras, cuando van a sus oficinas o llaman les responden que sus pensiones no han sido incluidas por el Ministerio de Educación, que dependen del Ministerio de Hacienda.
¡Cuántos privilegios e iniquidades!
¡Cuánta indiferencia del Ministerio de Educación!
Sigamos esperando que se nos haga justicia.
Maestra/o pensionado: Parece que no importan tus esfuerzos para ofrecer lo mejor de ti, no importa que tu salud se deteriore más cada día, lo importante es la satisfacción que sientes por el deber cumplido, por tu entrega, por tu indiscutible y útil labor.
Nuestro querido Juan Luis Guerra, en su música dijo que “En el cielo no hay hospitales”, pero yo digo, que en el cielo SÍ HAY ESCUELA. En ellas tenemos ya un nombramiento oficial, todos lo que hicimos de la enseñanza nuestra vida y nuestra alegría, allí continuaremos siendo felices enseñando y con la mejor remuneración que maestro alguno pueda recibir en la tierra: la presencia de Nuestro Padre Celestial.
No vamos a terminar este artículo sin antes hacer un llamado al Sr. Presidente, cuya bandera ondea buscando hacer lo que que nunca se ha hecho, pues Sr. Presidente le brindamos en bandeja de humildad la oportunidad de casarse con la gloria en muchos hogares dominicanos, haciendo algo que verdaderamente nunca se hecho: “Dignificar al maestro pensionado”.

sábado, 27 de junio de 2015

Revelan carta de Juan Bosch de 1943 sobre el drama de Haití


En este artículo: HaitíJuan BoschRepública Dominicana
21 febrero 2010 | 8
juan-boschLa escritora dominicana Chiqui Vicioso nos hizo llegar a Cubadebate una carta del patriota y ex presidente de República Dominicana, Juan Bosch, enviada a los intelectuales Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy, en la que les reclama dar trato digno a los haitianos: “Creo que Uds. no han meditado sobre el derecho de un ser humano, sea haitiano o chino, a vivir con aquel mínimo de bienestar indispensable para que la vida no sea una carga insoportable; que Uds. consideran a los haitianos punto menos que animales, porque a los cerdos, a las vacas, a los perros no les negarían Uds. el derecho de vivir…”
La Habana,
14 de junio de 1943.
Mis queridos Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy:
USTEDES SE VAN MAÑANA, creo, y antes de que vuelvan al país quiero escribirles unas líneas que acaso sean las últimas que produzca sobre el caso dominicano como dominicano. No digo que algún día no vuelva al tema, pero lo haré ya a tanta distancia mental y psicológica de mi patria nativa como pudiera hacerlo un señor de Alaska.
En primer lugar, gracias por la leve compañía con que me han regalado hoy; la agradezco como hombre preocupado por el comercio de las ideas, jamás porque ella me haya producido esa indescriptible emoción que se siente cuando en voz, en el tono, en las palabras de un amigo que ha dejado de verse por mucho tiempo se advierten los recuerdos de un sitio en que uno fue feliz. Acaso para mi dicha, nunca fui feliz en la República Dominicana, ni como ser humano ni como escritor ni como ciudadano; en cambio sufrí enormemente en todas esas condiciones.
Hoy también he sufrido…Pues de mi reunión con Uds. he sacado una conclusión dolorosa, y es ésta: la tragedia de mi país ha calado mucho más allá de donde era posible concebir: La dictadura ha llegado a conformar una base ideológica que ya parece natural en el aire dominicano y que costará enormemente vencer; si es que puede vencerse alguna vez. No me refiero a hechos concretos relacionados con determinada persona; no hablo de que los dominicanos se sientan más o menos identificados con Trujillo, que defiendan o ataquen su régimen, que mantengan tal o cual idea sobre el suceso limitado de la situación política actual en Santo Domingo; no, mis amigos queridos: hablo de una transformación de la mentalidad nacional que es en realidad incompatible con aquellos principios de convivencia humana en los cuales los hombres y los pueblos han creído con firme fe durante las épocas mejores del mundo, por los que los guías del género humano han padecido y muerto, han sufrido y se han sacrificado. Me refiero a la actitud mental y moral de Uds. – y por tanto de la mejor parte de mi pueblo – frente a un caso que a todos nos toca: el haitiano.
Antes de seguir desearía recordar a Uds. que hay una obra mía, diseminada por todo nuestro ámbito, que ha sido escrita, forjada al solo estimulo de mi amor por el pueblo dominicano. Me refiero a mis cuentos. Ni el deseo de ganar dinero ni el de obtener con ellos un renombre que me permitiera ganar algún día una posición política o económica ni propósito bastardo alguno dio origen a esos cuentos. Uds. son escritores y saben que cuando uno empieza a escribir, cuando lo hace como nosotros, sincera, lealmente, no lleva otro fin que el de expresar una inquietud interior angustiosa y agobiadora. Así, ahí está mi obra para defenderme si alguien dice actualmente o en el porvenir que soy un mal dominicano. Hablo, pues, con derecho a reclamar que se me oiga como al menos malo de los hijos de mi tierra.
Los he oído a Uds. expresarse, especialmente a Emilio y Marrero, casi con odio hacia los haitianos, y me he preguntado cómo es posible amar al propio pueblo y despreciar al ajeno; cómo es posible querer a los hijos de uno al tiempo que se odia a los hijos del vecino, así, sólo porque son hijos de otros. Creo que Uds. no han meditado sobre el derecho de un ser humano, sea haitiano o chino, a vivir con aquel mínimo de bienestar indispensable para que la vida no sea una carga insoportable; que Uds. consideran a los haitianos punto menos que animales, porque a los cerdos, a las vacas, a los perros no les negarían Uds. el derecho de vivir…
Pero creo también – y espero no equivocarme – que Uds. sufren una confusión; que Uds. han dejado que el juicio les haya sido desviado por aquéllos que en Haití y en la República Dominicana utilizan a ambos pueblos para sus ventajas personales. Porque eso es lo que ocurre, amigos míos. Si me permiten he de explicárselo: El pueblo dominicano y el pueblo haitiano han vivido desde el Descubrimiento hasta hoy – o desde que se formaron hasta la fecha – igualmente sometidos en términos generales. Para el caso no importa que Santo Domingo tenga una masa menos pobre y menos ignorante. No hay diferencia fundamental entre el estado de miseria e ignorancia de un haitiano y el de un dominicano, si ambos se miden, no por lo que han adquirido en bienes y conocimientos, sino por lo que les falta adquirir todavía para llamarse con justo título, seres humanos satisfechos y orgullosos de serlo. El pueblo haitiano es un poco más pobre, y debido a esa circunstancia, luchando con el hambre, que es algo más serio de lo que puede imaginarse quien no la haya padecido en sí, en sus hijos y en sus antepasados, procura burlar la vigilancia dominicana y cruza la frontera; si el caso fuera al revés, sería el dominicano el que emigraría ilegalmente a Haití. El haitiano es, pues, más digno de compasión que el dominicano; en orden de su miseria merece más que luchemos por él, que tratemos de sacarlo de su condición de bestia. Ninguno de Uds. sería capaz de pegar con el pie a quien llegara a sus puertas en busca de abrigo o de pan: y si no lo hacen como hombres, no pueden hacerlo como ciudadanos.
Ahora bien, así como el estado de ambos pueblos se relaciona, porque los dos padecen, así también se relacionan aquéllos que en Santo Domingo igual que en Haití explotan al pueblo, acumulan millones, privan a los demás del derecho de hablar para que no denuncien sus tropelías, del derecho de asociarse políticamente, para que no combatan sus privilegios, del derecho de ser dignos para que no echen por el suelo sus monumentos de indignidad. No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la masa; No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la clase dominante.
Pero así como en los hombres del pueblo en ambos países hay un interés común – el de lograr sus libertades para tener acceso al bienestar que todo hijo de mujer merece y necesita -,  en las clases dominantes de Haití y Santo Domingo hay choques de intereses, porque ambas quieren para sí la mayor riqueza. Los pueblos están igualmente sometidos; las clases dominantes son competidoras. Trujillo y todo lo que él representa como minoría explotadora desean la riqueza de la isla para sí; Lescot  y todo lo que él representa como minoría explotadora, también. Entonces, uno y otro – unos y otros, mejor dicho – utilizan a sus pueblos respectivos para que les sirvan de tropa de choque: esta tropa que batalle para que el vencedor acreciente su poder. Engañan ambos a los pueblos con el espejismo de un nacionalismo intransigente que no es amor a la propia tierra sino odio a la extraña, y sobre todo, apetencia del poder total. Y si los más puros y los mejores entre aquéllos que por ser intelectuales, personas que han aprendido a distinguir la verdad en el fango de la mentira se dejan embaucar y acaban enamorándose de esa mentira, acabaremos olvidando que el deber de los más altos por más cultos no es ponerse al servicio consciente o inconsciente de una minoría explotadora, rapaz y sin escrúpulos, sino al servicio del hombre del pueblo, sea haitiano, boliviano o dominicano.
Cuando los diplomáticos haitianos hacen aquí o allá una labor que Uds. estiman perjudicial para la República Dominicana, ¿saben lo que están haciendo ellos, aunque crean de buena fe que están procediendo como patriotas? Pues están simplemente sirviendo a los intereses de esa minoría que ahora está presidida por Lescot como ayer lo estaba por Vincent. Y cuando los intelectuales escriben – como lo ha hecho Marrero, de total motu proprio según él dijo olvidando que no hay ya lugar para el libre albedrío en el mundo – artículos contrarios a Haití están sirviendo inconscientemente – pero sirviendo – a los que explotan al pueblo dominicano y lo tratan como enemigo militarmente conquistado. No, amigos míos… Salgan de su ofuscación.
 Nuestro deber como dominicanos que formamos parte de la humanidad es defender al pueblo haitiano de sus explotadores, con igual ardor que al pueblo dominicano de los suyos. No hay que confundir a Trujillo con la República Dominicana ni a Lescot con Haití. Uds. mismos lo afirman, cuando dicen que Lescot subió al poder ayudado por Trujillo y ahora lo combate. También Trujillo llevó al poder a Lescot y ahora lo ataca. Es que ambos tienen intereses opuestos, como opuestos son los de cada uno de los de sus pueblos respectivos y  los del género humano.
Nuestro deber es, ahora, luchar por la libertad de nuestro pueblo y luchar por la libertad del pueblo haitiano. Cuando de aquél y de este lado de la frontera, los hombres tengan casa, libros, medicinas, ropa, alimentos en abundancia; cuando seamos todos, haitianos y dominicanos, ricos y cultos y sanos, no habrá pugnas entre los hijos de Duarte y de Toussaint, porque ni estos irán a buscar, acosados por el hambre, tierras dominicanas en qué cosechar un mísero plátano necesario a su sustento, ni aquéllos tendrán que volver los ojos a un país de origen, idioma y cultura diferentes, a menos que lo hagan con ánimo de aumentar sus conocimientos de la tierra y los hombres que la viven.
Ese sentimiento de indignación viril que los anima ahora con respeto a Haití, volvámoslo contra el que esclaviza y explota a los dominicanos; contra el que, con la presión de su poder casi total, cambia los sentimientos de todos los dominicanos, los mejores sentimientos nuestros, forzándonos a abandonar el don de la amistad, el de la discreción, el de la correcta valoración de todo lo que alienta en el mundo. Y después, convoquemos en son de hermanos a los haitianos y ayudémosles a ser ellos libres también de sus explotadores; a que, lo mismo que nosotros, puedan levantar una patria próspera, culta, feliz, en la que sus mejores virtudes, sus mejores tradiciones florezcan con la misma espontaneidad que todos deseamos para las nuestras.
Hay que saber distinguir quién es el verdadero enemigo y no olvidar que el derecho a vivir es universal para individuos y pueblos. Yo sé que Uds. saben esto, que Uds., como yo, aspiran a una patria mejor, a una patria que pueda codearse con las más avanzadas del globo. Y no la lograremos por otro camino que por el del respeto a todos los derechos, que si están hoy violados en Santo Domingo no deben ofuscarnos hasta llevarnos a desear que sean violados por nosotros en lugares distintos.
Yo creo en Uds. Por eso he sufrido. Creo en Uds. hasta el hecho de no dolerme que Marrero mostrara a Emilio el papelito que le escribí con ánimo de beneficiarlo y sin ánimo de molestar ni por acción ni por omisión a Emilio. En todos creo, a todos los quiero y en su claro juicio tengo fe. Por eso me han hecho sufrir esta tarde.
Pero el porvenir ha de vernos un día abrazados, en medio de un mundo libre de opresores y de prejuicios, un mundo en que quepan los haitianos y los dominicanos, y en el que todos los que tenemos el deber de ser mejores estaremos luchando juntos contra la miseria y la ignorancia de todos los hombres de la tierra.
Mándenme como hermano y ténganme por tal.
Juan Bosch.
(En: Para la historia, dos cartas, Santiago, República Dominicana. Editorial el Diario, 1943, pp. 3-8)
Juan Emilio Bosch y Gaviño (La Vega, 30 de junio de 1909 – Santo Domingo 1 de noviembre de 2001). Ensayista, cuentista, novelista y político dominicano. Fue el primer Presidente Constitucional de la República Dominicana elegido democráticamente luego de la muerte del dictador Rafael Trujillo en 1961. Fundó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939 y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973.

Inmigrantes haitianos negros y pobres en un dilema





Por: Ramón Antonio Veras.
Introducción
Por formación familiar, personal  e ideológica  me repugna  ver a un  ser humano  humillado, degradado, o de cualquier  forma vejado. Reacciono mal si observo que una persona es ultrajada física o moralmente. Una prueba de esto es que no acepté  hablar con el que organizó el asesinato de mi hijo Jordi, cuando me lo presentaron esposado; reclamé y logré que sólo cuando  le quitaron las esposas    hablé con él.
He escrito la introducción anterior para explicar la indignación que me genera el trato que en mi país reciben  los haitianos inmigrantes  negros y pobres.
Me voy a permitir exponer algunas ideas que cuadran perfectamente con la situación de los inmigrantes haitianos negros y pobres  que llegan a nuestro país en como  olvidados de la especie humana.

I.- El fenómeno migratorio. El caso de los haitianos aquí.
1.- Los seres humanos se sienten sumamente bien allí  donde han nacido,   formado y desarrollado; solamente razones muy poderosas les  impulsan  a trasladarse para vivir en otros lugares.
2.- Pero en todo el curso de la historia de la humanidad se ha dado el fenómeno  migratorio, y las razones han sido diferentes; van desde las motivaciones religiosas,  pasando por  las políticas hasta llegar a las económicas. Estas últimas son las que más se han desarrollado en los últimos tiempos por la búsqueda de mejores condiciones de vida: es por ello que el fenómeno  migratorio  se da con una orientación marcada: de los países menos desarrollados hacia los más desarrollados.
3.- La movilidad de dominicanos, ecuatorianos, guatemaltecos, salvadoreños, y de  otros países de América  Latina y el Caribe hacia los Estados Unidos de Norteamérica,  tiene su razón de ser en el desarrollo desigual entre la generalidad de estos  países con respecto a los Estados Unidos de Norteamérica.
4.- En particular, para darnos cuenta por qué millones de caribeños abandonan su propio territorio para incorporarse  a la producción de  otros países, se impone conocer el nivel de desarrollo  del capitalismo en las fuerzas productivas y en la industria;   la situación del  mercado interno de cada país respecto a la metrópolis, principalmente norteamericana; el mercado de la fuerza de trabajo, el grado de desarrollo económico, social y político del país desde donde parte  el inmigrante y el de recepción, y la clase dominante que sirve de sostén a los monopolios en los países dependientes.
5.- Esa es la misma razón que se puede dar para explicar lo que impulsa a los nacionales haitianos a venir a la República Dominicana a vender su  fuerza de trabajo en condición de inmigrantes.
6.- La inmigración de los haitianos hacia la República Dominicana tiene un  aspecto  especial por  la  opción de:   se lanzan al Océano Atlántico, o cruzan hacia la República Dominicana.  Pero ocurre   que el inmigrante haitiano negro  y pobre que llega a nuestro país cae en una encerrona que le coloca de inmediato en un dilema, en una situación sin alternativa, porque si es ilegal  es rechazado como indocumentado, y si tiene sus papeles en regla es impugnado por negro; portador de enfermedades;  desnaturaliza la cultura   original española;  no es higiénico;  practica la brujería, despide de su cuerpo un mal olor;  es depredador porque acaba con la foresta, le quita el espacio laboral a los nacionales y deprime el salario.
II.- Los prejuicios y el trato a los inmigrantes haitianos negros y pobres.
7.- En cualquier lugar del planeta tierra donde se mueve un prójimo, lo hace en procura de alcanzar su  bienestar  material o espiritual.  Sólo se pone en tensión para lograr una satisfacción, no para estar atribulado, o de cualquier forma afligido, castigado. Pero no todos los integrantes de la sociedad que hace de receptora de inmigrantes les dan la misma acogida; prejuicios de todas clases se manifiestan contra el que arriba a un país extranjero en procura    de ocupar  un espacio en el mercado laboral. En nuestro país el inmigrante haitiano negro y pobre no es del agrado de  grupos prejuiciados.
8.- El inmigrante haitiano negro y pobre  es visto aquí, por algunos, como un intruso; un necio que ha llegado en condición  de entrometido a quitarle el empleo a  un nativo; un forastero que penetra a deprimir los salarios;  advenedizo que viene  a suplantar la cultura nacional, en fin, el que hace  acto  de presencia para vender su fuerza de trabajo por un salario, es considerado como un necio que se ha introducido en un lugar sin derecho y sin ser  requerido.
9.- Ese inmigrante haitiano negro y pobre es considerado por algunos sectores  retardatarios como un estigma, una mancha para el medio social dominicano; una afrenta para los demás miembros de la sociedad, una tacha  que ha incursionado para convertirse en una infamia.
10.- Aquel haitiano negro y pobre que vive en el  país en condición de inmigrante,  se le aplican los epítetos  más  afrentosos,   apelativos degradantes; adjetivos insultantes; se le reservan términos peyorativos, hirientes,  con el fin de  hacerlo sentir despreciado como persona.
11.- Una vez un individuo hace acto de presencia en un sitio donde están presentes otras personas, puede comprender si su  llegada ha caído bien o mal, agrada o repugna; puede divisar  que asquea, que su ida hace bien, que si se marcha  hace sentir muy bien a los demás. Los inmigrantes haitianos  negros y pobres en nuestro  país  así lo perciben 
12.- Pero los inmigrantes haitianos negros y pobres, no son tontos.  Aunque el ejercicio de la simulación  de parte de algunos de nuestros nacionales hace posible que el recién llegado no asimile la impugnación  en su contra, los gestos con la boca, los signos transmitidos con los ojos, los ademanes con otros órganos del cuerpo pueden hacer comprender al visitante el rechazo el rechazo a su presencia.
13.- El alma no engaña, y el corazón no traiciona a su dueño; la conciencia le dice al  ser humano que  la expresión del rostro,  el semblante de aquel con quien comparte no lleva gusto en comenzar o seguir tratándolo,  su estadía  genera pesar. Los inmigrantes haitianos negros y pobres así lo entienden, pero callan aunque  sufren.
14.- La especie humana está formada para sentirse  bien, y los inmigrantes haitianos pobres y negros,  no son la excepción.  El bienestar les  llena de bondad, mientras que la calamidad  les quita el sentido de la dicha; la adversidad les  perturba; quebranta su deseo de vivir en nuestro país, y sólo lo hace por un estado de necesidad extrema.
15.- Moverse en un ambiente acogedor alimenta el espíritu de las personas, las convierte en entes sociales halagados, satisfechos, encantados de formar parte de un medio que las seduce para mantenerse haciendo vida social con sus semejantes fascinantes, cautivadores. Pero este no es el caso  de algunos dominicanos hacia los inmigrantes haitianos negros y pobres.
16.- De tanto considerar a los haitianos negros y pobres  una nadería, como algo menospreciado que sólo merecen ser maltratados para que se larguen  porque ennegrecen el ambiente y oscurecen el  país;  aquellos que dentro de su  ofuscación chauvinista y alucinación de superioridad racial frenética, se ciegan   ante el inmigrante haitiano negro y pobre, a quien ven como excremento de la sociedad dominicana
Tres reflexiones.
a.-) La hipocresía  no puede imponerse a la autenticidad, ni la estratagema a la veracidad. Las maniobras politiqueras contra los inmigrantes haitianos negros y pobres, no deben confundir a las dominicanas y dominicanos que vivimos abrazados a la realidad objetiva; que estamos  liberados de la cháchara pueril, de la futileza engañosa, la nimiedad y bobada confusionista. La falsa, el ardid como propaganda ha de caer ante las evidencias, la legitimidad.
b.-) La franqueza debe tomar su imperio. Debemos ser sinceros y decirles al pueblo  haitiano y al dominicano, que  las masas populares haitianas y dominicanas son víctimas de las maquinaciones ideológicas impulsadas por los intereses monopolistas extranjeros y  las minorías insaciables de ambos países  que,  históricamente, han estado interesadas en mantener a los dos pueblos  oprimidos, divididos y  confundidos  bajo intrigas   politiqueras.
c.) Lo mejor del pueblo haitiano  y del dominicano,  sus fuerzas motrices  sensibles,  progresistas  y democráticas, deben acercarse mutuamente para analizar con sentido realista y sin sectarismo,  lo que conviene o afecta a dos países  que, como Haití y la República Dominicana, deben permanecer unidos en la fraternidad, la comprensión y la solidaridad,  que es la más alta expresión de los seres humanos. 

Santiago de los Caballeros,
26 de junio de 2015.


viernes, 26 de junio de 2015

Diputado Tejada sería candidato Alcaldía de Santiago alianza PRD-PLD


MIGUEL JOVANNY HBLKJSANTIAGO DE LOS CABALLEROS.- El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), estaría decidido a presentar como candidato a la Alcaldía de este municipio para las elecciones del 2016, al actual diputado  Yovanny Tejada, como parte de la Alianza con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), por lo que se descartaría de esa manera la posibilidad de apoyar la reelección de Gilberto Serulle.
 Ese es el rumor con fuerza que está debatiéndose en diferentes círculos políticos, empresariales, industriales, de intelectuales, juntas de vecinos, gestores culturales y deportivos, entre otros.
La campaña con rumbo al Palacio Municipal de Tejada, está iniciándose en los círculos más cercanos del legislador, porque de acuerdo a lo expresado por su equipo de trabajo, es un hecho.
De acuerdo a una de las fuentes que filtró la noticia, amplios sectores externos y hacia el PRD, están decididos a que sea Tejada que ocupe la boleta municipal de la alianza con el partido de gobierno.
El informante contó que, Miguel Vargas al negociar la Alcaldía de Santiago de los Caballeros en el acuerdo, habría establecido el interés de que sea un verdadero perredeista que ocupe la posición.
Dirigentes del PRD en Santiago de los Caballeros, aunque no se han revelado en documentaciones los puntos del acuerdo de la alianza con el PLD, afirman que se incluye que la candidatura a la Alcaldía le corresponde al partido del jacho prendido, porque la ganó en los comicios del 2010.
Se atribuye a Tejada expresar a gentes de su entorno que, “bueno, un grupo de compañero me ha propuesto para la candidatura a la Alcaldía y estoy analizando la petición”.
 La semana pasada, un grupo de dirigentes del PRD y empleado del Ayuntamiento santiaguero, se dirigieron a la capital dominicana y entregaron al presidente de la organización, Vargas Maldonado, un comunicado solicitando que Serulle fuera repostulado por su gran obra municipal.

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