Ignacio Guerrero
“Una de las desdichas de nuestro país consiste, como se ha dicho hartas veces, en que el interés individual ignora el interés colectivo.” (Santiago Ramón y Cajal)
Una reforma constitucional aprobada “En menos que canta un gallo”
La celeridad con que el Congreso Nacional aprobó la Ley de Reforma y la urgencia de su promulgación por parte del Poder Ejecutivo, nos permite recordar la sentencia popular que reza: “En menos que canta un gallo”.
Se trata de una especie de refrán que establece que se le la respuesta rápida a una sugerencia o clamor y que se refleja un interés particular.
Es lo que ha pasado con la Ley de Reforma a la Constitución, porque los diputados la aprobaron en horas de la tarde, al anochecer el presidente Danilo Medina la promulgó y en la noche fue convocada la Asamblea Nacional Revisora de la Constitución.
Todo ocurrió como si los actores involucrados estuvieran en una misma oficina y que solo había que pasar el documento de un escritorio a otro para acelerar el proceso orientado a modificar la Carta Magna para restaurar la reelección presidencial.
Es decir, que los legisladores, el jefe del Estado (quien estaba en Santiago) y la presidenta de la Asamblea Nacional Revisora, doctora Cristina Lizardo, y el presidente de la Cámara de Diputados, licenciado Abel Martínez Durán, demostraron destreza y una diligencia extraordinaria para convertir en ley el proyecto.
¿Por qué actuar con tanta prontitud? Porque los intereses particulares están por encima de los intereses del país. Esa actitud lacera la democracia e institucionalidad.
Qué bien es tener poder absoluto para hacer todo cuanto favorece a quienes controlan las instancias del Estado, por ejemplo.
¿Por qué los congresistas y el Poder Ejecutivo son lentos y apáticos para aprobar y promulgar leyes en favor de la colectividad?
¿Por qué no se ha logrado un acuerdo para un justo y adecuado aumento general de salarios?
¿Por qué no se modifica la Ley de Hidrocarburos, a fin de garantizar que los precios de los combustibles bajen de manera significativa?
¿Por qué se protege a los corruptos de “cuello blanco”?
¿Por qué se suscriben convenios que auspician la impunidad?
¿Por qué no se adoptan medidas efectivas para combatir la delincuencia, la violencia, el hambre, la pobreza e injusticias sociales que afectan a la mayoría de los dominicanos?
Esas interrogantes tienen una sola respuesta: que quienes están en el poder piensan y obran en atención a sus intereses particulares y en nada le importa el pueblo.
Es por eso que los ciudadanos deben organizarse y ejercer una ciudadanía responsable para defender sus derechos e intereses a través de la lucha revolucionaria y enfrentar con valentía a quienes son culpables de la crisis socio-económica que aflige a una población abandonada y olvidada a su suerte.
Pueblo despierta, a luchar…
Una reforma constitucional aprobada “En menos que canta un gallo”
La celeridad con que el Congreso Nacional aprobó la Ley de Reforma y la urgencia de su promulgación por parte del Poder Ejecutivo, nos permite recordar la sentencia popular que reza: “En menos que canta un gallo”.
Se trata de una especie de refrán que establece que se le la respuesta rápida a una sugerencia o clamor y que se refleja un interés particular.
Es lo que ha pasado con la Ley de Reforma a la Constitución, porque los diputados la aprobaron en horas de la tarde, al anochecer el presidente Danilo Medina la promulgó y en la noche fue convocada la Asamblea Nacional Revisora de la Constitución.
Todo ocurrió como si los actores involucrados estuvieran en una misma oficina y que solo había que pasar el documento de un escritorio a otro para acelerar el proceso orientado a modificar la Carta Magna para restaurar la reelección presidencial.
Es decir, que los legisladores, el jefe del Estado (quien estaba en Santiago) y la presidenta de la Asamblea Nacional Revisora, doctora Cristina Lizardo, y el presidente de la Cámara de Diputados, licenciado Abel Martínez Durán, demostraron destreza y una diligencia extraordinaria para convertir en ley el proyecto.
¿Por qué actuar con tanta prontitud? Porque los intereses particulares están por encima de los intereses del país. Esa actitud lacera la democracia e institucionalidad.
Qué bien es tener poder absoluto para hacer todo cuanto favorece a quienes controlan las instancias del Estado, por ejemplo.
¿Por qué los congresistas y el Poder Ejecutivo son lentos y apáticos para aprobar y promulgar leyes en favor de la colectividad?
¿Por qué no se ha logrado un acuerdo para un justo y adecuado aumento general de salarios?
¿Por qué no se modifica la Ley de Hidrocarburos, a fin de garantizar que los precios de los combustibles bajen de manera significativa?
¿Por qué se protege a los corruptos de “cuello blanco”?
¿Por qué se suscriben convenios que auspician la impunidad?
¿Por qué no se adoptan medidas efectivas para combatir la delincuencia, la violencia, el hambre, la pobreza e injusticias sociales que afectan a la mayoría de los dominicanos?
Esas interrogantes tienen una sola respuesta: que quienes están en el poder piensan y obran en atención a sus intereses particulares y en nada le importa el pueblo.
Es por eso que los ciudadanos deben organizarse y ejercer una ciudadanía responsable para defender sus derechos e intereses a través de la lucha revolucionaria y enfrentar con valentía a quienes son culpables de la crisis socio-económica que aflige a una población abandonada y olvidada a su suerte.
Pueblo despierta, a luchar…
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