Por: Ramón Antonio
Veras.
Tengo por norma no opinar sobre algo de lo que no tengo conocimiento.
El sentido común me dice que de lo que ignoro debo abstenerme de emitir
cualquier criterio, porque en caso de hacerlo
no sería más que un atrevido temerario
desinformado que en forma imprudente trata de desorientar en lugar de aclarar,
despistar y no encauzar.
Recientemente, con motivo de un artículo que escribí
con el título “Inmigrantes haitianos negros y pobres en un
dilema”, un señor que se identificó
como José, me abordó en plena calle Del Sol de Santiago de
los Caballeros, en forma iracunda y
totalmente colerizado, me dijo que había leído
mi trabajo y que del mismo había sacado la conclusión de que estoy inventando, porque del asunto migratorio haitiano no sé nada, que con mi publicación
no hacía otra cosa que demostrar mi
prohaitianismo e ignorancia, sobre la inmigración haitiana en nuestro país.
Después de escuchar al
enfurecido señor, con toda calma le manifesté que él me lucia que estaba algo perturbado, que en semejante
condición no podía responderle; que en
su oportunidad lo haría, para que supiera que tengo conocimientos de lo
que había escrito en torno al fenómeno
migratorio haitiano aquí.
En un medio social como el nuestro, en el cual abundan
los farsantes, charlatanes, embaucadores y falaces de todos los pelajes y
calibres; y los descalificadores y
lenguaraces están por montones, considero oportuno y provechoso aclararle a José, y con él a cualquier otro equivocado, ignaro o
desorientado, que no soy un repentino
en el asunto migratorio, y en particular de
la inmigración haitiana en el país. Veamos.
En el año 1983
escribí el libro: Inmigración, Haitianos
y Esclavitud. Sobre esta obra, uno
de los más brillantes escritores haitianos, Gerard Pierre Charles, escribió: “El estudio del doctor Ramón Antonio Veras, sobre la situación de los trabajadores
haitianos en la República Dominicana, constituye un aporte de excepcional
valor, al conocimiento de este tema tan trascendental en las relaciones
dominicano-haitianas. Cierto que en los últimos años, destacadas
contribuciones periodísticas, literarias
o científicas, han logrado sensibilizar, respecto a ese tópico, a los sectores más ilustrados de ambos países, así
como a la opinión internacional, con informaciones, análisis o testimonios de
particular fuerza impactante”.
“Ejemplo de ello, son los libros, El Masacre se pasa a
pie de Freddy Prestol; Azúcar Amargo del publicista francés Maurice Lemoine,
Migración y Relaciones Internacionales (El caso haitiano-dominicano) de la
historiadora haitiana Suzy Castor. El mismo doctor Veras, en columnas de la
prensa de su país, ha venido desempeñando una labor pionera, tratando tal
problemática con un caudal de datos que
para la brutalidad del universo que plasmaban parecían inverosímiles… Sin embargo, todas las
producciones anteriores referidas a la presencia migratoria haitiana en tierra
dominicana no habían alcanzado penetrar,
desde una perspectiva tan amplia y hasta nivel tan profundo, en ese mundo”.
“La obra del doctor Ramón Antonio Veras, superando sus
anteriores aportaciones y llegando más lejos que la de sus predecesores,
combina el rigor analítico con una riqueza informativa que permite abarcar toda la extensión, profundidad y complejidad
del objeto de estudio. Resultado de ello es una obra multidimensional que se
centra en la matriz económica del problema migratorio, con una valoración
cualitativa y cuantitativa de los mecanismos de explotación, el análisis
pormenorizado de la extrema deshumanización de los emigrados y el examen de las
derivaciones y consecuencias de la migración en el plano social e ideológico”.
“La versión original de este trabajo fue presentada en el Coloquio sobre Migración y Relaciones
Internacionales en el Caribe organizado por el Instituto de Investigaciones
Sociales de la UNAM, en el mes de octubre de 1981. Esta ponencia fue acogida
con unánime admiración por los científicos
sociales que concurrieron al evento. Asimismo
dio lugar a un apasionado debate en el que, al través del caso
considerado, se lograron captar los
alcances extremos de la super-explotación de los trabajadores provenientes de
un territorio dado, por la burguesía del
país receptor, en acuerdo con las
autoridades gubernamentales de ambas naciones”.
“Se destacó así el papel del estado como agente de compra/venta de la
fuerza de trabajo de los emigrados en beneficio propio o en interés del capital
internacional y cómo dicha función del Estado, da lugar a la coerción más
despiadada. Se reveló que tales mecanismos de opresión y discriminación se dan siempre que entre países de procedencia y de recepción de
migrantes existan determinadas diferencias sociológicas en términos de
niveles de desarrollo, características étnicas, culturales y religiosas”.
“Tal realidad se
remite a una problemática más amplia que, extendiéndose en el ámbito del
Caribe, lo rebasa y se integra a la sociología de las migraciones en el mundo.
Se refiere a una situación que tiene mucho que ver con la problemática de los
migrantes de la isla anglófona de Dominica, de los granadinos en Barbados o
Trinidad, de los puertorriqueños a Estados Unidos, así como con las
emigraciones árabes y españolas, africanas y portuguesas a Francia, Alemania o Suiza. Al fin ilustra,
con inusitada nitidez, la problemática
de la acumulación a través de la
cual el capital transnacional, las
burguesías respectivas y el Estado a su servicio, además de aprovechar el
trabajo de los proletarios locales, se valen del sudor de los trabajadores
emigrados para aumentar la tasa de ganancias”.
“Y, como efecto
del aumento de la producción social
resultante del trabajo emigrado, la población de los países receptores, en su
conjunto, recibe algún beneficio en términos de división del trabajo, ingresos
o nivel de vida; situación que
objetivamente propicia una mayor receptividad, una mayor vulnerabilidad de
amplios sectores populares a las ideas, prejuicios, estereotipos difundidos por
las clases dominantes respecto a lo
emigrado”.
“En medio de sus numerosos aportes, el principal mérito
de la obra es el sentido de responsabilidad de que hace muestra su autor en el análisis científico y crítico de esta tan delicada
cuestión”.
“Haciendo a un lado todo eufemismo así como toda complicidad con el statu quo,
se asoma a la verdad, asumiendo así posiciones de elevado nivel ético que
contrasta con la postura de muchos intelectuales dominicanos que
tradicionalmente han visto las relaciones entre los países a través del prisma
de los intereses oligárquicos y de los prejuicios de los sectores de poder,
pretendiendo dar viso científico o legitimar las ideologías dominantes y las
elucubraciones de un nacionalismo mal entendido. Así, cuando no desvirtúan su sentido, cierran los ojos sobre una situación
que constituye el mayor elemento de retroalimentación de rencores y
errores del pasado; así como un generador de contradicciones y conflictos entre
dos pueblos hermanos”.
“El doctor Veras, al asumir una postura científica y
humanista que se apega a la verdad, trasciende los lugares comunes en la
ideología dominante, rompe la hipoteca
del pasado, se enfrenta al presente, hace obra de futuro. Un presente de desigualdades e
injusticias que demanda objetividad y también
solidaridad del pueblo dominicano, que, por haber conquistado con tantos sacrificios las libertades
democráticas de que disfruta hoy, tiene la sensibilidad para entender los
reclamos de un pueblo cercano y rectificar un conjunto de relaciones que hiere
la dignidad de nuestras dos naciones”.
“Un porvenir en que sólo el respeto mutuo, la
justa valoración de las semejanzas y diferencias sociológicas, el apego a los
intereses de los pueblos y no de las oligarquías, pueden asegurar una
coexistencia y una cooperación fructífera en aras de los ideales comunes de
democracia, soberanía nacional y progreso”.[i]
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