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lunes, 5 de octubre de 2015

El Pueblo burlado en una Democracia adulterada



13.- 







Por muy demócrata que sea una persona, se lamenta de serlo si ve que la democracia suya está cimentada en el ultraje al pueblo,  con el  agravante  de que  la afrenta proviene de aquellos que están llamados a honrarla. La democracia dominicana es humillada, mancillada en forma tal que constituye un baldón para quien aspira a vivir en un ambiente de decencia política.

14.- La parte sana de la sociedad dominicana se mantiene políticamente enojada, porque  durante más de cincuenta años se le ha estado diciendo que vive bajo una democracia representativa sólida, pero cada día comprueba que en lugar de robustez, lo que  exhibe es debilidad, que  es endeble y  su única fortaleza descansa en un ordenamiento social prostituido, corrompido, degradado por los mismos que de él se benefician.

15.- El pueblo dominicano tiene justos motivos para incomodarse, sentir que le están tomando el pelo,  cuando creía tener una democracia basada en instituciones, y la   práctica lo lleva a la decepción, al desanimo, una vez comprueba que las mismas son infuncionales; el desconsuelo, el enfado domina a quienes creían en la fuerza de la institucionalidad y lo que tiene es la fuerza del desconsuelo.

16.- La existencia de la democracia representativa ha sido para el pueblo dominicano un trastorno, una permanente complicación; la puede ver como un  traspié, un paso en falso; ha actuado como si siempre estuviera equivocado, aunque lo que ha ocurrido es que ha sido inducido a caer en trampas politiqueras; lo han llevado de pifia en pifia, tropiezos en tropiezos.

17.-  Lo que comienza espurio, así continua y termina; si desde sus inicios los procesos electorales están salpicados por dinero ilegítimo,  adulterados van a estar los resultados. Lo indeseable no puede ser bien recibido, y unos comicios bastardos deben ser rechazados por sus obscenidades políticas.

18.- Es duro para una ciudadana o ciudadano, que  ilusionado deposita su voto el día de las elecciones, y luego se da cuenta que ha sido lastimado en su sano juicio porque lo pusieron a votar por un  candidato  sacado a fuerza de billetes de la bóveda de un banco.

19.- Las electoras y electores  deben comprender  que en lugar de llevarlos a procesos electorales,  son  guiados a escenarios teatrales,  donde  les ponen a hacer el papel de cómicos; caen enredados en  la politiquería que tiene mucho de fingimientos, de patrañas organizadas para que  sean  episodios de mentiras para embaucar a personas buenas.


IV.- Partidos políticos para  negocios
20.-  Desde el momento que grupos de holgazanes  descubrieron que una forma rápida  para hacer dinero sin trabajar  es la politiquería, de inmediato se pusieron en tensión para continuar su ociosidad mediante los negocios en el accionar politiquero. Los vagos, perezosos e inútiles  hicieron suyos los términos tratar, pactar, traspasar, y acordar; alianzas, acuerdos y negociar.

21.- Una sociedad en decadencia, estropeada, deteriorada material y moralmente, es el medio social apropiado  para quien procura  hacer  de la politiquería un modus operandi. Para que los remolones puedan hacer de la vagancia un medio de vida, necesariamente tienen que encontrar un ambiente adecuado  a su desprecio por el  trabajo honrado y decente.

22.- Por el estado de degradación  que ha caído la politiquería dominicana, para negociar partidos, o partiditos, el ambiente politiquero dominicano se ha hecho rentable en los últimos tiempos. En la medida que la sociedad se corrompe más y más, en esa misma medida se desarrollan las operaciones  para vender, comprar y arrendar entelequias.

23.- En las organizaciones politiqueras objeto de negociaciones  siempre están presentes chaqueteros de toda laya, pero  a los  interesados en comprar o alquilar ficciones de partidos,  poco  les importa la catadura moral de esos camajanes; los adquieren de cualquier forma. Esa camarona forma parte de esos baratujales que abundan entre los truchimanes que compran, venden y arriendan  partiduchos.

24.- Los pasacantando politiqueros dominicanos, que se dedican a negociar partidos-entelequias,  actúan como verdaderos comerciantes; su divisa es sacar beneficios, no importa cómo; para ellos  no vale la idea  que debiera de primar aquí en el sentido de que  no deben ser admitidos  en el accionar político decente porque su comportamiento daña,  es indecente y burla al pueblo en su buena fe.

25.-  El precio de venta o arrendamiento de un partido  del sistema varía dependiendo de si es un partiducho de directiva,  diminuto o minúsculo;  la cotización   está a merced  del mercado electoral que es el que impone la tarifa. Se toma en cuenta, además, las necesidades y posibilidades económicas del vendedor y del  comprador,  arrendador y  arrendatario.

26.- Esos medios de enriquecimiento ilícito llamados partidos políticos,  se adquieren de diferentes formas, sin  distinguir entre formales e informales, por  compra, alquiler o arrebato. El origen no importa, lo que se toma en cuenta es su utilidad para hacer el  papel en las trampas electorales.

27.- La adquisición de una organización resulta rentable de cualquier manera, porque su patrimonio se nutre, por lo regular, con el dinero de los impuestos que pagamos los ingenuos, los  pendejos. Recientemente  la Junta Central Electoral declaró  que el próximo año repartirá la bicoca de  RD$ 1,600 millones entre los partidos  que participarán en las elecciones generales, cantidad que fue calificada por su Presidente como una chilata.

28.- En el campo politiquero dominicano los partidos  políticos los hay para todos los gustos y conveniencias: enteros, medios y de un cuarto; rotos y cortados, divididos totalmente y fragmentados en partes; de conveniencia colectiva e interés privado; para grandes ventajas y simples utilidades.

29.- La composición de las organizaciones politiqueras son muy diversas en su composición, porque las hay de amplia o reducida base social,  de camarillas y secuaces;  de cuadrillas y pandillas, bandas y brigadas, grupos y grupejos, cuadros y cuadritos; partidario, seguidor o tonto útil  de ocasión.

30.-  Dentro del partido  de los politiqueros,  cada quien tiene un  objetivo a alcanzar, que puede ser un  cargo,  desde  Presidente hasta de  regidor, o adquirir bienes por cualquier vía.   Lo importante es chupar la teta del erario,  recibir honorarios,  cobrar una deuda, estar “pegao” del Presidente para cabildear; obtener una pensión jugosa   y vitalicia, hacerse el necesario como cabildero,  en fin, conseguir bienes del Estado a precio vil, acceder a los fondos públicos, hacer fortuna  o  acrecentar  su patrimonio.

31.- La garatas en los partidos tradicionales tienen su origen, por lo  regular, en ambiciones grupales por los cargos dirigenciales, o por ocupar el lugar principal para negociar. Las rebatiñas se llevan a cabo verbales, con puños y garatas, a tiros, a silletazos o puñaladas.

32.- En las riñas partidarias politiqueras se destacan los siniquitaques más sinverguenzones dispuestos a partirle la siquitrilla a cualquier adversario. Las disputas, las trifulcas, para confundir al pueblo, son llamadas crisis, como si fueran diferencias  entre contrarios,  y no como ocurren, que son altercados  entre  iguales  que ponen en evidencia sus sinvergüencerías.

33.-  Mientras lo más avanzado de las ciencias sociales considera el partido como una categoría histórica, expresión de clases sociales,  en nuestro país  es un medio de realizaciones, un órgano para satisfacer apetencias insaciables de parches mal pegados, un instrumento de grupos sociales para llegar al poder del Estado, y utilizarlo como fuente de enriquecimiento, promoción social y mantenimiento de irritantes privilegios,  a costa de la vigencia de la desigualdad  de oportunidades y la opresión material y espiritual de las masas populares.


V.- Reflexiones

a.- La aparente sumisión,  de un momento se  transforma en rebeldía,  en desobediencia incontrolable. La mansedumbre no siempre acompaña a los pueblos, los cuales, en un abrir y cerrar de ojos, de acatar dictados se vuelven en sublevados sedientos de justicia.

b.- Los politiqueros de tanto engañar al pueblo dominicano  se han llegado a creer que el nuestro es un país de estúpidos, que acepta por igual la verdad que la falacia; que está en condiciones de ser tratado, no como  una comunidad civilizada, sino como una yeguada.

c.- El buen juicio se impone en  cada acto del cual esperamos resultados necesariamente favorables;  la sensatez, el buen tacto, y el correcto reflexionar nos guían a no caer en la temeridad, en los riesgos innecesarios, atrevimientos infecundos, estériles.

d.- Los procesos sociales no se desarrollan en forma rectilínea ni ocurren de un día para otro; algunas veces sólo son tomados en cuenta cuando han llegado a su culminación. Llegado  el ascenso, el avance incontenible es la ocasión oportuna para la acción de las masas populares.

e.- Las batallas que los pueblos no han  librado en cien años, la llevan a la práctica en un día. Los momentos aciagos, de tristeza, se convierten en felicidad colectiva; el fantasma de la desdicha desaparece junto con lo nefasto, por la llegada de lo venturoso, que se  convierte en el momento del festín de los oprimidos, la fiesta de los burlados, la conmemoración de los olvidados, de los humillados.

f.- Lo que en verdad se llama pueblo dominicano, tiene legítimo derecho,  en la coyuntura que considere más conveniente, a arreglarle la cuenta a quienes abusando de su poder político y  social, lo han desconsiderado, irrespetado en forma odiosa y despótica. Las masas van a esperar a los  abusadores en la curvita para desagraviarse, resarcirse de los daños que han recibido.

g.- El pueblo no utilizará la venganza contra aquellos que, históricamente, lo han  lesionado;  simplemente hará justicia tardía, pero justicia al fin. Los insensibles han  sido  despiadados con los  que aquí son los más;  han golpeado de diferentes formas a las masas populares, con la opresión económica y social, y  con la mofa, el escarnio politiquero.

h.- Como si no  fuera una práctica añeja y  asquerosa  en el quehacer politiquero  electoral del país, hace unos días la Junta Central Electoral, dio como sorpresiva la información  de que en un sólo domicilio de Pedernales figuraban decenas de futuros votantes que  habían cambiado su  ubicación para ejercer su derecho al voto en esa ciudad.

i.- La generalidad  de los partidos del sistema que se mueven  en los procesos electorales de aquí, en lugar de ser  expresiones políticas clasistas, no  son más que medios, órganos por vía de los cuales algunos grupos los utilizan para hacer negocios entre sí y con el Estado.

j.- En la democracia dominicana aquel que es un  inútil, un parásito social, encuentra en un  partido del sistema la solución para lucrarse sin  esfuerzo, beneficiarse sin límites, esquilmar el erario, usufructuar los bienes del Estado, sacarle rendimiento a la sinvergüencería y alcanzar el éxito burlándose del pueblo trabajador, andando muy pepillo sin bajar el lomo.

k.- Un ser humano que se respeta como persona y ciudadano, está expuesto a pasar como un  desvergonzado cualquiera, si no  comprende el nivel  de podredumbre de la politiquería dominicana. El medio politiquero del país ha llegado a un  punto tal  que con  el tiempo sólo los muy  obscenos van hacerle  el juego a los caradura de la impudicia politiquera.

l.- El pueblo dominicano precisa de una organización política integrada por mujeres y hombres de bien, que incidan   en el quehacer político en busca de cambiar  el modelo económico actual, crear una nueva democracia con instituciones funcionales, y adecentar la vida pública del país. En esa línea debemos marchar sin providencialismo ni sectarismo.

ll.- Por último,  en lo que a mí respecta, por el  hecho de haber vivido en el medio social dominicano y también haber sido testigo de las maquinaciones politiqueras, me contento con decir: En lo que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada, pero sólo  con el sincero, no con el falso; quiero comentar, explicar posiciones,  pero  con el que  me escucha con sentido de seriedad, no con el perverso; aspiro a razonar  con el que es leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de existencia, que quisiera que  sea largo y fructífero.



Santiago de los Caballeros,
                

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