13.-
Por muy
demócrata que sea una persona, se lamenta de serlo si ve que la democracia suya
está cimentada en el ultraje al pueblo, con
el agravante de que
la afrenta proviene de aquellos que están llamados a honrarla. La
democracia dominicana es humillada, mancillada en forma tal que constituye un
baldón para quien aspira a vivir en un ambiente de decencia política.
14.- La parte
sana de la sociedad dominicana se mantiene políticamente enojada, porque durante más
de cincuenta años se le ha estado diciendo que vive bajo una democracia
representativa sólida, pero cada día comprueba que en lugar de robustez, lo
que exhibe es debilidad, que es endeble y su única fortaleza descansa en un ordenamiento
social prostituido, corrompido, degradado por los mismos que de él se
benefician.
15.- El pueblo
dominicano tiene justos motivos para incomodarse, sentir que le están tomando
el pelo, cuando creía tener una
democracia basada en instituciones, y la
práctica lo lleva a la decepción, al desanimo, una vez comprueba que las
mismas son infuncionales; el desconsuelo, el enfado domina a quienes creían en
la fuerza de la institucionalidad y lo que tiene es la fuerza del desconsuelo.
16.- La
existencia de la democracia representativa ha sido para el pueblo dominicano un
trastorno, una permanente complicación; la puede ver como un traspié, un paso en falso; ha actuado como si
siempre estuviera equivocado, aunque lo que ha ocurrido es que ha sido inducido
a caer en trampas politiqueras; lo han llevado de pifia en pifia, tropiezos en
tropiezos.
17.- Lo que comienza espurio, así continua y
termina; si desde sus inicios los procesos electorales están salpicados por
dinero ilegítimo, adulterados van a
estar los resultados. Lo indeseable no puede ser bien recibido, y unos comicios
bastardos deben ser rechazados por sus obscenidades políticas.
18.- Es duro para
una ciudadana o ciudadano, que
ilusionado deposita su voto el día de las elecciones, y luego se da
cuenta que ha sido lastimado en su sano juicio porque lo pusieron a votar por
un candidato sacado a fuerza de billetes de la bóveda de
un banco.
19.- Las
electoras y electores deben
comprender que en lugar de llevarlos a
procesos electorales, son guiados a escenarios teatrales, donde les ponen a hacer el papel de cómicos; caen enredados
en la politiquería que tiene mucho de
fingimientos, de patrañas organizadas para que
sean episodios de mentiras para
embaucar a personas buenas.
IV.-
Partidos políticos para negocios
20.- Desde el momento que grupos de
holgazanes descubrieron que una forma
rápida para hacer dinero sin
trabajar es la politiquería, de
inmediato se pusieron en tensión para continuar su ociosidad mediante los
negocios en el accionar politiquero. Los vagos, perezosos e inútiles hicieron suyos los términos tratar, pactar,
traspasar, y acordar; alianzas, acuerdos y negociar.
21.- Una sociedad
en decadencia, estropeada, deteriorada material y moralmente, es el medio
social apropiado para quien procura hacer de la politiquería un modus operandi. Para que
los remolones puedan hacer de la vagancia un medio de vida, necesariamente
tienen que encontrar un ambiente adecuado
a su desprecio por el trabajo
honrado y decente.
22.- Por el
estado de degradación que ha caído la
politiquería dominicana, para negociar partidos, o partiditos, el ambiente
politiquero dominicano se ha hecho rentable en los últimos tiempos. En la
medida que la sociedad se corrompe más y más, en esa misma medida se
desarrollan las operaciones para vender,
comprar y arrendar entelequias.
23.- En las
organizaciones politiqueras objeto de negociaciones siempre están presentes chaqueteros de toda laya, pero
a los interesados en comprar o
alquilar ficciones de partidos,
poco les importa la catadura
moral de esos camajanes; los adquieren de cualquier forma. Esa camarona forma
parte de esos baratujales que abundan entre los truchimanes que compran, venden
y arriendan partiduchos.
24.- Los pasacantando
politiqueros dominicanos, que se dedican a negociar partidos-entelequias, actúan como verdaderos comerciantes; su
divisa es sacar beneficios, no importa cómo; para ellos no vale la idea que debiera de primar aquí en el sentido de
que no deben ser admitidos en el accionar político decente porque su
comportamiento daña, es indecente y
burla al pueblo en su buena fe.
25.- El
precio de venta o arrendamiento de un partido del sistema varía dependiendo de si es un
partiducho de directiva, diminuto o
minúsculo; la cotización está a
merced del mercado electoral que es el
que impone la tarifa. Se toma en cuenta, además, las necesidades y posibilidades
económicas del vendedor y del
comprador, arrendador y arrendatario.
26.- Esos medios de
enriquecimiento ilícito llamados partidos políticos, se
adquieren de diferentes formas, sin
distinguir entre formales e informales, por compra, alquiler o arrebato. El origen no
importa, lo que se toma en cuenta es su utilidad para hacer el papel en las trampas electorales.
27.- La
adquisición de una organización resulta rentable de cualquier manera, porque su
patrimonio se nutre, por lo regular, con el dinero de los impuestos que pagamos
los ingenuos, los pendejos. Recientemente la Junta Central Electoral declaró que el próximo año repartirá la bicoca
de RD$ 1,600 millones entre los
partidos que participarán en las
elecciones generales, cantidad que fue calificada por su Presidente como una
chilata.
28.- En el campo
politiquero dominicano los partidos políticos los hay para todos los gustos y conveniencias: enteros, medios y de
un cuarto; rotos y cortados, divididos totalmente y fragmentados en partes; de
conveniencia colectiva e interés privado; para grandes ventajas y simples
utilidades.
29.- La composición de las organizaciones
politiqueras son muy diversas en su composición, porque las hay de amplia o
reducida base social, de camarillas y
secuaces; de cuadrillas y pandillas,
bandas y brigadas, grupos y grupejos, cuadros y cuadritos; partidario, seguidor
o tonto útil de ocasión.
30.- Dentro del partido de los politiqueros,
cada quien tiene un objetivo
a alcanzar, que puede ser un cargo, desde Presidente
hasta de regidor, o adquirir bienes por
cualquier vía. Lo importante es chupar
la teta del erario, recibir
honorarios, cobrar una deuda, estar “pegao”
del Presidente para cabildear; obtener una pensión jugosa y vitalicia,
hacerse el necesario como cabildero, en
fin, conseguir bienes del Estado a precio vil, acceder a los fondos públicos,
hacer fortuna o acrecentar su patrimonio.
31.- La garatas en los partidos
tradicionales tienen su origen, por lo
regular, en ambiciones grupales por los cargos dirigenciales, o por
ocupar el lugar principal para negociar. Las rebatiñas se llevan a cabo
verbales, con puños y garatas, a tiros, a silletazos o puñaladas.
32.- En las riñas partidarias politiqueras se
destacan los siniquitaques más sinverguenzones dispuestos a partirle la siquitrilla
a cualquier adversario. Las disputas, las trifulcas, para confundir al pueblo,
son llamadas crisis, como si fueran diferencias
entre contrarios, y no como
ocurren, que son altercados entre iguales que ponen en evidencia sus sinvergüencerías.
33.- Mientras lo más avanzado de las ciencias
sociales considera el partido como
una categoría histórica, expresión de clases sociales, en
nuestro país es un medio de
realizaciones, un órgano para
satisfacer apetencias insaciables de parches mal pegados, un instrumento de grupos
sociales para llegar al poder del Estado, y utilizarlo como fuente de
enriquecimiento, promoción social y mantenimiento de irritantes privilegios, a costa de la vigencia de la desigualdad de oportunidades y la opresión material y
espiritual de las masas populares.
V.-
Reflexiones
a.- La aparente
sumisión, de un momento se transforma en rebeldía, en desobediencia incontrolable. La
mansedumbre no siempre acompaña a los pueblos, los cuales, en un abrir y cerrar
de ojos, de acatar dictados se vuelven en sublevados sedientos de justicia.
b.- Los
politiqueros de tanto engañar al pueblo dominicano se han llegado a creer que el nuestro es un
país de estúpidos, que acepta por igual la verdad que la falacia; que está en
condiciones de ser tratado, no como una
comunidad civilizada, sino como una yeguada.
c.- El buen
juicio se impone en cada acto del cual
esperamos resultados necesariamente favorables;
la sensatez, el buen tacto, y el correcto reflexionar nos guían a no
caer en la temeridad, en los riesgos innecesarios, atrevimientos infecundos,
estériles.
d.- Los procesos
sociales no se desarrollan en forma rectilínea ni ocurren de un día para otro;
algunas veces sólo son tomados en cuenta cuando han llegado a su culminación.
Llegado el ascenso, el avance
incontenible es la ocasión oportuna para la acción de las masas populares.
e.- Las batallas
que los pueblos no han librado en cien
años, la llevan a la práctica en un día. Los momentos aciagos, de tristeza, se
convierten en felicidad colectiva; el fantasma de la desdicha desaparece junto
con lo nefasto, por la llegada de lo venturoso, que se convierte en el momento del festín de los
oprimidos, la fiesta de los burlados, la conmemoración de los olvidados, de los
humillados.
f.- Lo que en
verdad se llama pueblo dominicano, tiene legítimo derecho, en la coyuntura que considere más
conveniente, a arreglarle la cuenta a quienes abusando de su poder político
y social, lo han desconsiderado,
irrespetado en forma odiosa y despótica. Las masas van a esperar a los abusadores en la curvita para desagraviarse,
resarcirse de los daños que han recibido.
g.- El pueblo no
utilizará la venganza contra aquellos que, históricamente, lo han lesionado;
simplemente hará justicia tardía, pero justicia al fin. Los insensibles
han sido
despiadados con los que aquí son
los más; han golpeado de diferentes
formas a las masas populares, con la opresión económica y social, y con la mofa, el escarnio politiquero.
h.- Como si no fuera una práctica añeja y asquerosa en el quehacer politiquero electoral del país, hace unos días la Junta
Central Electoral, dio como sorpresiva la información de que en un sólo domicilio de Pedernales
figuraban decenas de futuros votantes que
habían cambiado su ubicación para
ejercer su derecho al voto en esa ciudad.
i.- La
generalidad de los partidos del sistema
que se mueven en los procesos
electorales de aquí, en lugar de ser
expresiones políticas clasistas, no
son más que medios, órganos por vía de los cuales algunos grupos los
utilizan para hacer negocios entre sí y con el Estado.
j.- En la
democracia dominicana aquel que es un
inútil, un parásito
social, encuentra en un partido del sistema la solución para lucrarse
sin esfuerzo, beneficiarse sin
límites, esquilmar el erario, usufructuar los bienes del Estado, sacarle
rendimiento a la sinvergüencería y alcanzar el éxito burlándose del pueblo
trabajador, andando muy pepillo sin bajar el lomo.
k.- Un ser humano
que se respeta como persona y ciudadano, está expuesto a pasar como un desvergonzado cualquiera, si no comprende el nivel de podredumbre de la politiquería dominicana.
El medio politiquero del país ha llegado a un
punto tal que con el tiempo sólo los muy obscenos van hacerle el juego a los caradura de la impudicia
politiquera.
l.- El pueblo
dominicano precisa de una organización política integrada por mujeres y hombres
de bien, que incidan en el quehacer
político en busca de cambiar el modelo
económico actual, crear una nueva democracia con instituciones funcionales, y
adecentar la vida pública del país. En esa línea debemos marchar sin
providencialismo ni sectarismo.
ll.- Por último, en lo que a mí
respecta, por el hecho de haber vivido
en el medio social dominicano y también haber sido testigo de las maquinaciones
politiqueras, me contento con decir: En
lo que me queda de vida procuraré continuar hablando con franqueza ilimitada,
pero sólo con el sincero, no con el
falso; quiero comentar, explicar posiciones,
pero con el que me escucha con sentido de seriedad, no con el
perverso; aspiro a razonar con el que es
leal, no con el farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la
verdad, no la mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de
existencia, que quisiera que sea largo y
fructífero.
Santiago
de los Caballeros,
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