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martes, 5 de abril de 2016

Se está dañando el ser humano dominicano








Por: Ramón Antonio Veras.

I.- Por  qué  mi cambio de opinión

1.- Para una persona  cambiar la opinión que se había  formado con relación a la conducta de una comunidad humana, algo de trascendencia debe haberse producido en esa colectividad para invertir el juicio que sobre ella tenía en uno u otro sentido.

2.-  Confieso que en mi  se ha operado una transmutación del elevado criterio que mantenía del dominicano y la dominicana como ser humano sensible,  humanista y sumamente solidario. Hoy tengo la percepción de  que en un amplio segmento de mis paisanos se ha producido, en sentido negativo,  una conversión expresada de sensible a insensible, solidario a individualista,  cálido a frio,  cariñoso a falta de amor,  de compasivo a sin conciencia.

3.- Anteriormente veía en los  dominicanos y dominicanas  seres   humanos  de buena conducta, de reciedumbre ética y moral, firmeza en sus convicciones políticas e ideológicas, total abnegación, altamente  generosos,  libres de la codicia y ausentes de egoísmo.  No abjuraban a sus principios, liberados mentalmente de la trampa,  no inclinados al engaño.

4.- En las relaciones que se suponen fraternas están  ausentes en amplias capas sociales  la bondad, y la cordialidad, siendo sustituidas por la perversidad y la maldad. El amigo bonachón y amable desapareció, siendo sustituido por el malicioso, taimado y bellaco.

5.- En nuestro medio están abundando  personas agrias, ásperas y bruscas, mientras desaparece la cariñosa, tranquila, amena y sosegada. El ambiente es ideal para que se desarrolle el destemplado y huraño, no así el tranquilo y satisfecho.

6.- Lo que hoy estoy viendo es a muchos   sujetos despojados  de las cualidades que caracterizan al afectuoso y amoroso. Ahora  se  destaca  el áspero, odioso y lleno de hostilidad; la  animosidad, la ojeriza se está imponiendo al apego, los rencores a la estima, el lance a la concordia, y el pleito a la avenencia.

7.- No resulta fácil compartir  con  la mujer o el hombre bueno, sencillo, puro y virtuoso. Está presente entre nosotros el bellaco, zorro, desconfiado maulero, el hipócrita. Se destaca como símbolo de la sociedad el pecaminoso, procaz y malo.

8.- No es común encontrar individuos que demuestren ser nobles, respetables, decorosos  y honestos. Lo que está de por medio es el servil, adulador, lisonjero, chupón, cobista y marrullero. Se encuentra en  extinción la persona que rechaza la mediocridad, pero se destaca el vulgar, ruin  y sinvergüenza.

9.- La buena conducta se ha reducido a la nada; sobresale el chismoso y blasfemo. Es bien visto aquel que no sabe reconocer méritos, enaltecer al valioso, encomiar a los meritorios y honrar a los dignos. El espacio se ajusta al proceder de los renegados, no para los que saben apreciar.

10.- En la conversación se está  utilizando como normal  las conjeturas, suposiciones  y deducciones, para que no prevalezca la certeza y la seguridad; se recurre, por lo regular, a la elucubración para que la seguridad no esté de por medio. De ahí que es muy  tomado en cuenta el cabildeo, para no  dar la cara;  se utiliza el asomo para no caer en la certidumbre.

11.- El simulador, hipócrita  y falso, se está imponiendo sobre el sincero y franco; se habla de los meritos del simulador, para no tomar en cuenta al franco y veraz. La doblez en la persona  se   destaca como virtud,  para reducir al que  predica la veracidad.

12.- Como persona a imitar  se presenta al que abandona los principios éticos y morales, para abrazar la inmoralidad;  al que es fácil de someter  se alaba, pero no al que exige  respeto a su persona. Se pone de ejemplo al sumiso que se deja humillar, no así al que se resiste a dejarse mofar, chungarse, ridiculizarse.

13.- Como ciudadano modelo es exhibido  el arrogante, ostentoso  y jactancioso, no al rescatado, honesto y templado. Estamos viviendo  en la sociedad  del indecente y engreído; se considera un anticuado y  fuera de tiempo, al púdico, sobrio y humilde, para ensalzar  al descomedido, vanidoso y petulante.  El ambiente es propicio para el hinchado   de insolencia, el engreído, el superhombre.



II.- La sociedad dominicana degradada daña al ser humano. Se hace difícil encontrar  seres humanos virtuosos, pudorosos, honestos y humildes.

14.- La degradación de la sociedad dominicana está demostrando que el mezquino  es el que sirve, y el justo nada vale; la escoria es valorada positivamente, mientras el ser humano lleno de nobleza es desestimado; la porquería social  goza de gran estima,   pero quien demuestra esplendidez es tratado como un canalla.

15.-  Aquí se procura  hacer sentir triste, aburrido, al que genera alegría y transmite felicidad. Se le hace la vida amarga,  por medio de la censura hiriente y solapada,  al que motiva a los demás para que sean graciosos y de espíritu festivo. Por medio del fastidio  se lleva al ánimo del ser humano bueno,  el hastío   para que no viva en paz.    

16.- La camaradería, la bonita relación de amistad basada en la sinceridad, se ha perdido  porque lo que está dominando es el fingimiento,  la vileza y el embuste. La relación limpia  se ha contaminado  por la truchimanerías, la malicia  y el cotilleo.  El zorro, el travieso y pecaminoso ha desplazado al amigo, a la amiga buena, pura y virtuosa.

17.- En personas que se suponían   formadas en el amor y el aprecio sincero se ha hecho notoria la malevolencia, la infamia y la improbidad. El abominable, el malévolo  ha penetrado ampliamente  el medio social dominicano, sentando  reales  en corazones  que se suponía no llegarían acoger  la conducta del burlador, crapuloso y siniestro.

18.- De un momento a otro nos damos cuenta  que estamos compartiendo con grupos humanos que generan mal sabor  en su conversación, porque su lenguaje es grosero,  inelegante, perjudicial y absolutamente  dañoso.   Con sus exposiciones  buscan crear en sus contertulios  inquietud, angustia, mortificación  y nerviosismo. Abundan los murmuradores y pérfidos  de ocasión.

19.- Los malos presagios que salen de las gargantas de los  portadores de la irritabilidad, el encono y la insociabilidad  nos están asfixiando. La inquietud  que congoja  y nos hace la vida una pesadilla, con fuerza golpea a cada momento nuestra conciencia.  Se están multiplicando los que viven  para crear malestar  y no salud, disgustos  y no paz, tormento y no satisfacción.

20.- Rápidamente se ha hecho sentir  en la sociedad dominicana aquel que con su forma de proceder  impertinente y muy fastidioso, ha quitado el espacio a la persona agradable y de grata presencia. El inoportuno y empalagoso, por ser un cachazudo agotador, con su presencia empaña el ambiente, lo hace pesado, sumamente enojoso.


21.- Nos  estamos moviendo   en un pantano social, fundamentado en la depravación,  lo descarriado,  desenfrenado y licencioso. El actual ordenamiento económico y político es el adecuado para el pervertido, descarriado, el corruptor y el corrupto.

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