Por Jose Jaquez
El domingo 22 de enero del 2017 la realización de la
marcha verde inició un cambio en la forma de reclamar los temas pendientes de
resolver en la sociedad dominicana. Un grupo convocó una manifestación de
indignados contra el estado de cosas de la República Dominicana.
La aspiración de que se cambie el desorden
institucional, el pillaje, el robo vulgar de los recursos del estado, la extorsión,
el chantaje, el abuso de poder, la burla y todo lo que de ello se desprende,
por un estado de derecho y de esperanza para los dominicanos y las dominicanas.
Las manifestaciones fueron levantando el ánimo de
muchas personas que, cansadas del engaño de dirigentes políticos y hasta líderes
sociales, no salían de sus casas, pues no veían posibilidad de avance en ese
sentido. El pueblo se fue levantando, recuperando el valor propio, elevó su
moral y valentía para defender lo suyo.
El desconocimiento, engreimiento, el celo político, por
otra parte, inició una trama para descalificar la acción ciudadana contra la corrupción.
Al no encontrar la cabeza visible, al fracasar en enlodar a líderes sociales de
pueblos como Azua, Moca, intentaron atribuir los intereses de la marcha verde a
dirigentes políticos de la oposición, que han hecho lo mismo que el PLD cuando
le ha correspondido gobernar.
Las reacciones contra la marcha verde se deben a la manipulación
que ha hecho el Partido de la Liberación Dominicana, sus aliados y sus bocinas
bien pagadas y bocinitas gratis. Es el fruto de muchos años de apadrinamiento
de funditas, favores y engaños en que han caído muchas personas, a quienes se
les ha negado la oportunidad de superación.
Con el desarrollo de las marchas regionales y de los
pueblos fueron derrotados todos los intentos malsanos orquestados desde el
poder. No han valido las tratativas, las restricciones, las prohibiciones estúpidas
y pretensiones absurdas. El pueblo ha salido a reclamar el fin de la impunidad,
cárcel para los ladrones y recuperación del dinero del erario público.
El Expediente del caso de la constructora
multinacional Odebrecht en el que decenas de funcionarios y personalidades
aumentaron fortuna con la sobre valuaciones, la compra de voluntades, dinero que
hoy utilizan para asegurarse impunidad y continuar en el poder por encima de
los intereses de la comunidad ha dado una buena señal. Santos de los altares
han caído a pesar del mamotreto de expediente organizado por el Ministerio
Publico para asegurar el fracaso procesal en los tribunales.
Lo importante es que se ha demostrado que se puede. Y que
el proceso de recuperación de la esperanza ha iniciado. Es temprano para celebrar
y cantar victoria, pero está dada la señal hacia dónde avanzar. Hay miles y
miles de razones para marchar. Toda vez que al solicitar un servicio deficiente
o que no funciona, responsabilidad del estado y el gobierno, y los ayuntamientos
permanece la necesidad de marchar.
Marchar es el compromiso asumido por una generación que
se ha propuesto luchar para asegurar el futuro de las nuevas generaciones. Nuestros
hijos y nietos no van a perdonar que nos crucemos de brazos ante esta realidad,
en la que los malos dominicanos han empañado el presente y amenazan el futuro. Hoy
más que nunca es necesaria la firmeza en el reclamo de justicia y el fin de la
impunidad. ¡Adelante dominicanos y dominicanas, nos vemos en las calles!!
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