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lunes, 26 de diciembre de 2016

Reflexionando a mis 78 años

          


                                                          





  Por: Ramón Antonio Veras.

 
I.- Creo haber nacido  para luchar, servir y reír
 
1.- Así por así, como quien no quiere la cosa, hoy  25 de diciembre de 2016, cumplo setenta y ocho (78) años desde  que llegué a formar parte del mundo de los vivos, salido del vientre de María Idalia Veras, quien fue asistida  en ese  momento difícil y doloroso del alumbramiento,  por Juana, su vecina comadrona.
 
2.- Mi vida ha sido un vaivén, un balanceo de alegría y sinsabores,  libertad y encierros; un bamboleo de satisfacción y pesadumbre; una oscilación entre  tranquilidad y sobresaltos. Pero nada,  esa ha sido mi existencia y no otra, los hechos son los hechos y no se derriten.
 
3.- Aunque la vida ha sido para mi de puro trabajo, la alegría me ha acompañado; ella me mantiene contento, sin importar  a  la tristeza  que han pretendido condenarme mis adversarios ideológicos,  traidores, farsantes y envidiosos. Conservo la jovialidad por encima de mis 78 años, y así quiero permanecer hasta el final de mi existencia.
 
4.- Me mantengo alejado, por allá en las chimbambas, donde Cristo dio las tres voces, en el quinto infierno. Trato de permanecer  a distancia de quienes  quieren  quitarme el buen humor para verme rumiando penas. Los malvados no lograrán que el aburrimiento,  la pesadumbre me domine; estaré lo más distante posible de los que sufren con mi  dicha, con verme contento. No cambiaré nunca sentirme que vivo de júbilo.   Por cada segundo que me asoma la melancolía, tengo en mi alma un millón  de  contentura.
 
5.- Conservo  la euforia con que vivo para deleite mío y de mis seres queridos, a quienes transmito permanente optimismo. El contentamiento lo quiero tener como patrimonio anímico, como algo que espanta todo aquello que rompe la exaltación que disfruto al saber lo bueno que es vivir en calma, con fogosidad y plena vehemencia.  Seguir  tranquilo, haciéndome el sordo a las maldiciones, el odio  y el vituperio que sale de las gargantas enfermas  de los amargados y  canallas.
 
6.- Quiero permanecer, como hasta ahora, campante, como si nada, garboso,  sintiéndome el hijo airoso de Idalia, ufano  de tener seres humanos a los cuales  adoro, y  me hacen sentir un jovencito de 16 años, aunque celebro ahora mis 78; ellos son los mismos que me hacen mantener de buen humor, con buen temple, como una hermosa pascua.  
 
7.-  Los inconvenientes que he tenido que enfrentar en el curso de mis 78 años,  no me han quitado el deseo de seguir viviendo.  Los problemas  he tratado de solucionarlos convencido de que vivir es luchar; que batallar  eleva al ser humano, no lo reduce. He aceptado las complicaciones como formando parte de la brega por salir adelante sin  importar  los contratiempos.
 
8.-  Cuantas veces he estado en apuros me he sobrepuesto  a las debilidades circunstanciales   y saco de lo más profundo de mí ser todo lo que significa  firmeza. He hecho de la solidez, de la resistencia una aliada permanente, razonando en el sentido de que mamá me educó,  con su ejemplo de mujer de fortaleza ilimitada,  para que fuera un ser humano de firmeza y  nunca la debilidad se apoderara de mí.
 
9.- He procurado ser consistente, darle riendas sueltas a mi carácter, a la voluntad de no quedar atrás, al deseo que  he tenido de triunfar sin atropellar a los demás. Estoy  armado de animosidad, del empuje que me  hace no creer en las pusilanimidades que llevan directamente al titubeo, a la irresolución, a la indeterminación que solo conduce a la  incertidumbre que es aliada inseparable de los que están unidos al escepticismo.
 
10.- Creo  en la perseverancia para alcanzar las metas propuestas; en  la insistencia, la tenacidad para lograr los objetivos que me propongo,  porque me he combinado en forma indisoluble  con la idea de que la tenacidad constituye un eje fundamental en la persona de convicciones,  de ideales puros y nobles. Ser  recalcitrante me ha permitido alcanzar parte de lo que he aspirado ver realizado.
 
11.- Sereno, sin exaltación alguna, he elaborado planes que he materializado porque he unido el sosiego y la ecuanimidad cuando así me  lo ha impuesto la realidad de la vida. Trato de no estar acompañado de la prisa porque en mi etapa de juventud cometí errores  por proceder con desesperación.   He aprendido, con los años, a no alterarme ni  desmoralizarme impulsado por las emociones  que tantas dificultades me han creado. Ahora procuro  actuar con aplomo, algo relajado, sin pasión ni alteración emocional.
 
12.-   Controlar mis actuaciones emocionales no ha sido nada fácil para mi. En el pasado   no siempre me hizo bien actuar con vehemencia, con la llama que me  salía a cada instante y que traducía en un  entusiasmo equivocado o erróneamente ejecutado. Ahora,  sin ser un hombre tibio, sé como ser activo; como accionar en forma diligente, con eficiencia, concentrándome en lo que estoy haciendo para obtener resultados positivos sin lesionar a terceros.
 
13.- He tenido que llegar a los 78 años de edad para accionar  sin tener que lamentarme  después, porque la vida  me ha dicho que en el pasado  en  determinados momentos procedí con mucha ingenuidad, que no supe desentrañar, determinar que actuaba de buena fe ante quien procuraba engañarme; que fui sumamente débil y espontáneo ante maliciosos, marrulleros y zorreros. Pura y simplemente me comporté  con  naturalidad y transparencia  ante farsantes y  traidores.
 
14.- Aunque he sido víctima de mis debilidades y he errado en la apreciación o valoración de algunas personas que luego he comprobado que no sirven, no me lamento en lo absoluto de mi cándido proceder, porque me siento mejor siendo lesionado, afectado en mi correcto proceder, que dañando a alguien,  aunque sea lo más perverso sobre la tierra. No estoy formado para motivar dolor, ni mucho menos sembrar calamidades.
 
15.- Actuar como me formó mi madre, y apegado a mis convicciones, me ha permitido vivir en paz espiritual, sin perturbación en mi conciencia. Al llegar a mis 78 años de existencia puedo decir que soy un ser humano libre de desconciertos, turbaciones e  inquietudes mentales. Me he propuesto que el  día que muera hacerlo tranquilo, quieto, totalmente reposado, calmado, liberado de intranquilidad, nada de agitado, y mi velorio ausente de turbulencia.
 
16.-He vivido con la creencia de que la actitud ante la vida define a los seres humanos; que aquel que quiere despedirse del mundo de los vivos sin remordimientos, compunción, desazón o intranquilidad, lo único que tiene que hacer durante su existencia es actuar correctamente, sin afectar a otros. Sencillamente,  probar en vida que es merecedor de ser tratado con respeto porque sus acciones terrenales lo hacen acreedor  de la consideración de sus coterráneos.
 
17.-  No me quejo de la vida porque como siempre  digo, ella me ha dado más de lo que le pedí,  aunque he tenido que vivir en constante batallar para subsistir en un medio social que no le garantiza nada al ser humano. Sería  un impertinente insatisfecho si manifiesto lamentaciones luego de haber vivido 78 años,  y en espera de continuar  por muuuuuuchos más formando parte de la lista de los vivos.
 
18.- Mi madre me educó en el trabajo,  en la faena. Ella  hizo de mi un ser humano diseñado para producir con el esfuerzo, un ente laborioso, esforzado y afanoso. El  trajinar, el quehacer diario,  comportarme incansable, listo para aportar a la sociedad, esa ha sido mi vida. No conozco la haraganería,  me repugna,  y la vagancia la desprecio, porque  donde está la laboriosidad no tiene espacio el ocioso, vago, remolón e inútil.
 
19.-  Estoy hecho para competir, disputar con lealtad, enfrentar  sin claudicar; debatir sin darme por vencido. Tengo el afanar como algo cultural empeñarme por estar en alguna actividad me hace sentir que tengo vida nueva, renovada; necesito asegurarme de que estoy activo y que puedo contribuir  con mi desempeño. Estar accionando me hace sentir consolidado para  hacer labores constructivas.
 
20.- Mientras respire debo estar estimulado, con ánimo, impulsado y vivificante porque sólo así me mantengo en disposición de servir al medio donde vivo, hacer todo aquello que está dentro  de mis posibilidades y  sea provechoso para lo que se llama pueblo dominicano.
 

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