Por: José Jáquez
La ejecución de la mitad del
primer plan decenal de educación pública dominicana trajo consigo ciertas
actualizaciones que había que poner en práctica en las aulas. Una de las
innovaciones fue el enfoque constructivista planteado por Jean Piaget, sobre la
construcción del conocimiento a partir de una participación activa de los
alumnos y el docente como guía del proceso.
Las pautas a las profesoras
y profesores de la propuesta, pues así le llamaron los supervisores de educación,
implicaba no descartar las actuaciones del estudiante, aunque fuera un error, sino
validar sus intentos y que luego
el mismo sujeto descubriera algún dicho error y fortaleciera las vías para
descubrir el mundo de la ciencia y el conocimiento. La propuesta trata de la creación de un ambiente propicio
para el aprendizaje utilizando herramientas como dominó, naipes, y otros tipos
de juegos con los que podían expresar sus aprendizajes.
Justo es reconocer que para
pequeños grupos de cada sección el modelo significo descubrir formas muy gratas
de aprender sin tener que colocarse frente a la pizarra, sin tener que
memorizar de forma mecánica las informaciones de los libros como en el sistema
tradicional.
Las corrientes en boga en
las escuelas animaron a los expertos, a
tal grado que aprobaron e impusieron la promoción automática en los primeros
grados de la escuela, lo que provocó una baja en la calidad de los egresados de cada grado. Se
recuerda las discusiones entre los profesores de de tercer grado que reclamaba
que los alumnos debían llegar con dominio lectores y de aritmética, contra las
profesoras de primero y segundo que se lavaban las manos ante el problema.
Cada sección de la escuela
primaria tenía con ese nuevo modelito, impuestos por los genios de la década de los
noventa, cuatro o cinco estudiantes activos y los demás iban colgados del alma
de la maestra y el maestro. Y continúa la situación de lagunas, lagos y océanos en los
estudiantes y ya profesionales que se han graduado de carreras en las
universidades con todas esas deficiencias.
En una asamblea de
profesores que cursaba un taller convocado por expertos de educación pública se
anuncio la conveniencia de que los alumnos no reprueben, lo que significa que
deben pasar de curso, aunque se les busque la vuelta como decimos los
dominicanos, quien suscribe advirtió sobre las consecuencias de esas medidas. Si
el alumno sabe que va a pasar sin mucho esfuerzo, se acogerá a lo fácil. Los que dirigen la República Dominicana deben tener
algún plan con esto, por eso rechazan las evaluaciones en las que nuestro país sale
muy mal parado.
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