El fundador y padre
de la República Dominicana, Juan
Pablo Duarte inició su gran proyecto con la fundación de la sociedad secreta la
trinitaria. Las ideas del joven de veinticinco años de edad, surgen de la necesidad de una estructura de realización cultural e ideológica
propia para su nación.
El proyecto independentista significaba la creación de
un estado con gobierno propio, en el que
se procurara la felicidad de sus ciudadanos, fundamentado en la aplicación de justicia e igualdad ante la ley. La desobediencia
ante la autoridad ilegítima, defensa de la patria como si fuera el honor
propio. Pudo haber sido la apertura de un sistema a favor de la mayoría.
El partido de La Trinitaria, encabezado por el propio ideólogo
de la dominicanidad, se mantuvo unido en torno a la filosofía de su Maestro. Se
sabe, no obstante, que los últimos dos años
ingresaron dirigentes con intereses un tanto diferentes a los del padre de la patria.
El germen ultraconservador y elitista surgió desde los inicios del gobierno de
la Junta Central gubernativa.
Es evidente que las ideas democráticas e incluyentes de Duarte iban a afectar profundamente los
intereses del General Pedro Santana, que a todas luces tenía planes diferentes.
De hecho, tanto el jerarca de El Seibo, como su igual Buenaventura Báez fueron
anexionistas furibundos porque no creían que el naciente estado podía desarrollarse
sin la protección de una potencia extranjera.
Las ideas de revolucionarias de Juan Pablo Duarte han sido ahogadas por el
pragmatismo político de Santana, Báez, y todos sus sucesores hasta el presente.
Sὀlo algunas breves excepciones han alumbrado la triste y larga noche de la
forma de gobernar muy contraria a los intereses colectivos de la nación. Basta con
recordar el manejo inadecuado dado por los gobernantes a la constitución política del estado dominicano.
Ha faltado defensa apropiada de las ideas del
patricio. Eso pudo haberlo asumido la izquierda dominicana, que siempre ha
levantado la bandera de la justicia social, la igualdad de oportunidades para
todos los ciudadanos. Sin embargo, esa ampli pero dispersa franja de
pensamiento, se distrajo con el
liderazgo internacional, entre ellos Ernesto Guevara de la Serna, Fidel Castro,
Mao Tse Tung, Carlos Marx, Lenin, y una larga lista de protagonistas de la
historia.
Mientras los progresistas miraban hacia América Latina
y el mundo, seguir y adorar los líderes del pensamiento de izquierda, se descuidó
a Duarte, olvidado también por los
conservadores y los intereses del gran capital. Duarte ha estado presente ahí en
el sentimiento trinitario, pendiente de rescate.
Todo lo anterior ha dejado como resultado lo que hasta
hoy vemos en la República Dominicana. Una
nación que tiene sus ojos puestos fuera de tierra, pues sus autoridades no le
garantizan un ambiente habitable y ni siquiera la vida misma. La hora es la
correcta de reencontrarnos con el fundador de la república. Para seguir el gran
ideario de Duarte no necesita partido político,
no organización alguna. Basta con aspirar un mejor país y trabajar para ello
para honrar la memoria del patricio. Mientras nos alejamos de Duarte perece la nación dominicana.
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