Por: Ramón
Antonio Veras.
I.- Darle un giro, un cambio al país
1.- El ser humano
está compuesto en su estructura física por un conjunto de órganos que dan a su cuerpo
una asociación que funciona en forma armónica. En ese cuerpo se combinan
sistemáticamente voluntad, deseos,
aspiraciones, y toda gama de
anhelos los cuales se convierten en un manojo
a alcanzar.
2.- Precisamente, la
llegada de un nuevo año debe servir
de motivación a amplios segmentos de la sociedad dominicana para dándoles
riendas sueltas a sus ganas, elaborar planes a ejecutar en el futuro, y así ver
materializadas sus aspiraciones, sus sueños
convertidos en realidad.
3.- Las pretensiones
de cada persona son tan diversas como distintos los empeños y fines
perseguidos, la pasión, el entusiasmo se enciende con la presencia del año que
recién inicia, y tiende a sembrar dinamismo, pura energía, llegando a romperse toda lentitud.
4.- No es cuestión
del otro mundo aspirar a que el medio donde estamos viviendo sea diferente en lo que se refiere al comportamiento de los
integrantes de la comunidad. No es
inventar, ni imaginar deseos de
que la dignidad, el honor y el buen crédito sea la aspiración de toda persona.
5.- Partiendo de la
realidad que estamos viviendo en estos momentos, se requiere un cambio para
avanzar, progresar en lo material y espiritual, adelantar en lo ético y moral, prosperar como comunidad
que merece evolucionar con la vista puesta en el porvenir.
6.-Plantear que aspiramos a que el país alcance una etapa superior a la actual,
ir hacia adelante, entraña necesariamente cambiar el modelo económico
con el fin de que en lo adelante
logremos el desarrollo integral del
pueblo. El retroceso hay que olvidarlo, dejarlo atrás.
7.- La necesidad de cambiar para tener mejor país se nos hace
impostergable. Reemplazar lo nocivo que nos aniquila es algo que no admite
posposición. No podemos permanecer como algo inmutable, invariable. La sociedad
dominicana tiene que renovarse; variar
por completo lo que significa atraso para levantar lo nuevo. El ordenamiento
vigente hay que transmutarlo para reestructurar todo lo que nos ha impedido
pasar del atraso al desarrollo.
8.- Darle un giro,
invertir el estado vigente, mudar las relaciones de producción que nos colocan
como país apéndice de la economía mundial, debe motivarnos a todos y todas,
porque sólo así podemos romper los lazos que nos unen al subdesarrollo, el
retroceso, y a la involución. Cambiar nos lleva a la civilización y nos saca del camino que nos conduce a la
barbarie.
9.- El año que inicia
debe servirnos para pensar detenidamente que nos conviene tomar una nueva ruta,
un nuevo sendero, para marchar a un
viaje que nos lleve al crecimiento como país,
al florecimiento que necesitamos y merecemos. Precisamos darnos un
empujón que nos saque del retraso.
10.- Con firmeza
debemos programarnos, planear la vía de prosperar y crecer como comunidad;
enterrar para siempre lo que ha representado
estancamiento. El objetivo, lo que nos manda el nuevo año es procurar ser un
país de mujeres y hombres que profundizan para quemar etapas, ganar terreno,
jamás retroceder ni quedar atrás.
11.- Que este sea el
año de decir de ahora en adelante, desde ahora y para siempre, el porvenir es
nuestro. En lo sucesivo el pasado quedó atrás; esta es la oportunidad de
mejorar, desarrollarnos, rebasar para triunfar, prevalecer para cantar
victoria, imponernos con el trabajo.
12.- Para
que el nuevo año resulte
positivo para el pueblo, hay que desterrar, aislar todo aquello que le impide
progresar; arrinconar, marginar lo que
le quita la alegría; confinar lo que ha significado infelicidad para las
grandes mayorías nacionales. Hay que tomar distancia de todo lo que ha llevado al país a no creer en sus
potencialidades para así mantenerlo en
estado de aislamiento y pesares.
II.- Recibir el nuevo año
con optimismo
13.- El año que el
mundo cristiano inaugura, como todo lo nuevo conviene recibirlo con la frescura que
acogemos lo que nos trae inspiración, vocación, inclinación a renovarnos, y
estar mentalmente de acuerdo con lo que queremos del flamante, del lozano año nuevo, y en la misma medida olvidarnos del viejo,
el que quedó atrás.
14.- El año que ha
concluido debe quedar para nosotros como
algo que pasó; referirnos a él como remoto,
caduco; lo que llegó a nuestra
vida como viajero fugaz. Al acoger con buen ánimo el nuevo año, el que ya se va hay que echarlo, despacharlo,
desprenderlo de nuestra mente con deseo de olvidarlo, pasarlo por alto.
15.- A los fines de
que el nuevo año nos llegue con
agrado, hay que darle un recibimiento
trascendental, demostrándole así la gran importancia que le damos a su llegada,
lo mucho que significa para impulsarnos a una nueva existencia como país que
procura cambiar de maltratado a cuidado, de desvalido a protegido.
16.- Para nuestro
país el año nuevo ha de llegar para
aplicar fórmulas que nos permitan modificar, renovar la sociedad en el plano económico, social, ético, moral e institucional,
todo acorde con las aspiraciones de
nuestro pueblo.
17.- Al llegar un nuevo año es ocasión propicia para reflexionar; pensar en el futuro
de nuestro país, a la vez que hace posible que elaboremos planes con relación
al periodo que comienza, deseando que su
nacimiento represente un albor de esperanza, un agradable amanecer.
18.- El nuevo año ha de significar aliento para
pronosticar lo bueno, augurar lo
provechoso y confiar que el futuro será de logros, éxitos; y que las realizaciones nos acompañarán como
consecuencia del esfuerzo colectivo, de
los bríos puestos en tensión en busca de la felicidad.
19.- El año nuevo tiene que ser recibido con aliento, con la
esperanza de que nos aguarda lo mejor. Confiar, suponer que lo bien ha de llegar fruto del esfuerzo de los
mejores hombres y mujeres del país, los laboriosos, honrados, dignos, ejemplos
vivos de lo que la comunidad aprecia, valora en conjunto.
20.- El nuevo año debemos recibirlo con
optimismo, llenos de idealismo; con el
convencimiento de que el triunfo, el éxito es de
los que luchan, que la victoria está del lado de los que creen
en la potencialidad de los pueblos. En la vida para prosperar hay que creer en
el triunfo y bregar confiado en lo que se persigue, jamás con el derrotismo
como norte. Perder, fracasar no está en la mente de quien acciona pensando en
positivo, en los logros.
21.- Esperar que el nuevo
año será bueno para lo que se
llama pueblo, es la aspiración que
tenemos de que merece una mejor vida, diferente a la que ahora padece. Es
estar a la espera de que una reacción a las adversidades es posible y
necesaria. Poner en manos de los actores principales de los cambios
sociales la materialización de los mismos, es entregarse a lo que ha sido
el accionar histórico de los oprimidos.
22.- Nadie discute
que lo que se llama pueblo dominicano permanece descontento, insatisfecho,
disconforme e incomodo, ante la vida placentera, y de bienestar que lleva la
minoría nacional. El conformismo no forma parte del proceder de las masas
populares; nadie está formado para
adaptarse, resignarse a estar en armonía
con quien hace de opresor. El aguante,
la tolerancia a las injusticias no se prolonga en el tiempo, y cualquier
año recién llegado sirve para cambiar la
aprobación, la resignación, por la desaprobación y el desacuerdo.
23.- Nuestro pueblo
tiene que aceptar el nuevo
año con la convicción de que su tradición de triunfador, victorioso,
vencedor reside en su deseo de salir adelante por encima de las pretensiones de
sus adversarios tradicionales que sólo quieren llevarlo al pesimismo, al
fracaso. Las masas, los que aquí son los más, se han movido y se han de mover
con confianza, decisión y absoluto aplomo para que el año nuevo sea el inicio, el despertar para ser dueño de su destino.
24.- Personalmente soy
un confiado permanente, creyente a ciegas, entregado en cuerpo y alma a la idea
de que “en los grandes procesos del
desarrollo histórico, veinte años
equivalen a un día, pero hay días que condensan esos veinte años”. Ojalá que un día cualquiera del nuevo año sirva
para las grandes mayorías nacionales
enviar un mensaje de escarmiento a quienes desde siempre las han despreciado, burlado y oprimido.
III.- Adecentar el ambiente en el nuevo año
25.- Toda persona con
sano juicio que vive en nuestro país está consciente del nivel de podredumbre en que se encuentra
la sociedad dominicana, preñada de vicios sociales que la hacen enferma;
padecimientos que van desde el fenómeno de la corrupción, pasando por la
impunidad hasta llegar a la tolerancia impúdica de los achaques que la
hacen repugnante a la vista de cualquier
hombre o mujer decente y que se aprecie de tener limpia conducta. No es cuestión del otro mundo
aspirar a que el medio donde estamos viviendo sea diferente en lo que se refiere al comportamiento de los
integrantes de la comunidad.
26.- Lo sano del
país, los que se ha mantenido al margen de las porquerías, mañoserías y
afrentas que marcan las inconductas que norman
el comportamiento habitual social dominicano, puede hacer del año que se
inicia de reflexión colectiva a los
fines de cambiar el rumbo vicioso que lleva nuestro país y que lo ha convertido en un fango, en una
deshonra.
27.- Por el estado de
descomposición ético, moral y social que se encuentra actualmente la sociedad
dominicana, el nuevo año puede ser de
mucha significación para que la parte de
nuestra población que todavía no
está contaminada, y tiene calidad para hacer aportes, contribuya a hacer menos
degradado el ambiente en que nos
estamos moviendo.
Santiago de los Caballeros,
9 de enero de 2017.
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