La corrupción pública en la República Dominicana ha
tocado fondo con el tema del soborno entregado por la empresa brasileña para
ganar todos los concursos de licitación para resultar beneficiado con un
contrato para construir una obra en el estado.
Al caso odebrech que le estalla en las manos al
Presidente Danilo Medina hay que sumar
otros escándalos de los últimos treinta
años. Con el caso del PEME, en el que desde el gobierno se estafo al estado con
mil cuatrocientos cuarenta millones de pesos repartidos, según Luis Inchausti,
entre el tigueraje de los barrios, dinero
que tuvo que pagar la ciudadanía sin
comerlo ni beberlo como dice el dominicano.
La población ha visto desfilar un escándalo tras otro,
es decir, el tema de un fraude se silencia con el siguiente, y así hasta llegar
las votaciones para escoger los cargos públicos, en el que fundas, tarjetas,
cajas, y recetas amortiguan el problema en medio de la bulla de campaña.
. El Presidente Joaquín Balaguer, que gobernó hasta
1996, cuando la prensa le mencionaba el
tema de corrupción decía que ésta se detenía en la puerta de su despacho. O sea, había corrupción
por
doquier pero él, aunque era el Jefe de la nación, nada tenía que ver con eso. Hoy en día, tan fuerte es el caso, que a todos ha dejado perplejo la respuesta del señor presidente a
la sugerencia del tema de la corrupción en su administración. ¿Cuál corrupción?
¿Dónde está la corrupción? El actual
presidente, aunque tiene su vista, no ve lo que sucede en sus narices.
La sociedad civil, en representación de la ciudadanía,
se ha puesto de acuerdo en realizar una
marcha contra este enorme flagelo que ha
penetrado en lo más profundo de las estructuras de la
sociedad dominicana. Es la misma corriente que llevó al gobierno a cumplir con
el 4% del PIB a la educación pública. Significa que es enteramente posible y hasta
necesario poner fin a este desorden que impera en la patria de Duarte y amenaza
con hacer desaparecer lo que somos como nación.
El pasado reciente fue de amarillo, color que superó
la coincidencia con el color de los partidos políticos, equipos de beisbol,
entre otros. Venció la acción ciudadana por educación. Ahora es el verde el que
servirá para manifestar rechazo a la corrupción, rechazo a los corruptos que no
pueden explicar la magia de hacerse ricos en poco tiempo, tan solo por militar
en un partido y seguir la corriente al que reparte lo que no es suyo.
El verde va contra los corruptores y abre una ventana
de esperanza por una sociedad decente, como la merecen nuestros hijos y los nietos. El
color verde puede ser el inicio para que
salga exitosa esta sociedad que ha caído en manos incorrectas. Usando camisas
verdes, banderas verdes, cualquier prenda verde, en cualquier lugar del país, decimos a los
cuatro vientos: decimos uno, dos, tres ¡Hay
Esperanza!
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