Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Hay que ser realista para
entender al que ejerce la política
1.-
En cualquier persona la actividad política es la expresión de su pensamiento;
el conjunto de ideas que aloja en su cerebro, sean sanas o insanas, nobles o
perversas; progresistas o conservadoras. En la ejecución de su criterio
ideológico el individuo se portará atendiendo al mandato de su conciencia, la
que le guiará a proceder dentro de los marcos de su ética, y es por lo que en
los procesos políticos y sociales vemos a grupos actuando, unos en forma
abierta, sincera y franca, mientras que otros lo hacen con malicia, simulación
y retorcimientos.
2.-En
una sociedad heterogénea es muy difícil contar en la política con ciudadanos
que sean de una sola pieza, que se muevan sin reticencia, tapujos ni rodeos. El
activista político tradicional por lo regular está privado de sinceridad,
naturalidad y autenticidad. Para el politiquero despojarse de la falsía tiene
que hacer una total modificación de su estructura mental, algo que le resulta
difícil cuando ya su imaginación está educada para encaminarse como lo ha
venido haciendo normalmente.
3.-
Se pierde en su razonamiento normal aquel que cree que hacer política de
maniobrero es de cualquier patán o estúpido. Hay que ser habilidoso, tener
capacidad y destreza para penetrar recurriendo al culebreo en las explicaciones
de los hechos que se debaten. La sagacidad, la maestría para convencer con
juegos de palabras; por medio del serpenteo oportuno, está en el político que
acciona poniendo de por medio su inteligencia y disposición para alcanzar su
objetivo de llevar a cabo la tarea que se ha propuesto.
4.-
Para no caer en un análisis limitado a la chismografía con relación a los que
hacen política recurriendo a maniobras tácticas no ajustadas a la bonita
política, es bueno precisar que aquellos políticos que se manejan con habilidad
poco común no son seres humanos malos ni buenos, santos ni demonios. Ellos son,
pura y simplemente, personas que consideran el accionar político con una visión
distinta a quien en sus afanes por llegar al poder utilizan otros métodos.
5.-
Hay que tratar de ser realista para entender que cuando la política descansa en
el interés particular de quien la ejerce, la misma va a estar despojada de
rectitud, porque no es lo mismo poner de por medio lo que conviene a la
colectividad, que actuar para satisfacer apetencias personales. La política
dirigida con fines mezquinos no manda a llevar en el cerebro normas y
principios basados en la esplendidez, la nobleza y la honorabilidad.
6.-
La transparencia caracteriza a los hombres y a las mujeres que van a la
política por convicciones y para ver materializados sus ideales, por lo que no
tienen nada que esconder; ejecutan de buena fe; con naturalidad y exhibiendo
pura franqueza. En los políticos apegados a principios no están las malas
artes, como tampoco ellos hilvanan acciones individuales al margen del pueblo,
ni se confabulan para la traición, fraguar planes macabros, ni urdir la
ejecución de hechos que en nada aportan a los cambios sociales.
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