La comunidad evangélica de Santiago lanzo una proclama en defensa de los valores y para rechazar los antivalores, que aseguran ponen en peligro a la familia, al matrimonio entre otros. Las iglesias evangélicas de diversas denominaciones se congregaron en una gran concentración denominada El día de Dios. Aquí de forma integra el contenido, que fue leído por el Apóstol Jose Luis Zapata principal organizador del evento evangelistico.
Introducción y Declaración de Fe
Como
miembros de la Iglesia de Jesucristo en la ciudad de
Santiago, la Región Norte y todo el país, provenientes de diferentes
denominaciones, alabamos a Dios por Su gran salvación y nos regocijamos en la
comunión que nos ha dado consigo mismo y del uno para con el otro.
Afirmamos
nuestra fe en un solo Dios eterno, como Creador y Señor del mundo, Padre, Hijo,
y Espíritu Santo, que gobierna todas las cosas según el propósito de Su
voluntad.
Afirmamos
la divina inspiración, fidelidad y autoridad de las Sagradas Escrituras del
Antiguo y del Nuevo Testamento, sin error en todo lo que aseveran, y que son la
única norma infalible de fe y conducta.
Afirmamos
que todos los hombres perecen causa del pecado, pero Dios ama a todos los
hombres y es Su deseo que ninguno perezca sino que todos se arrepientan.
¿Por qué “Unidos Por La Familia”?
Equipo directivo de Santiago Oeste fue invitado al evento. |
Base teología y conceptual
Toda
cultura debe ser probada y juzgada por las Escrituras. Puesto el hombre es una
criatura de Dios, algunos de los elementos de su cultura son ricos en belleza y
bondad. Pero debido a la caída, toda su cultura está mancillada por el pecado y
algunos de sus aspectos son demoníacos. El evangelio evalúa a todas las
culturas según sus propios criterios de verdad y justicia, e insiste en
principios morales absolutos en cada cultura.
La
fisonomía de las sociedades desde el inicio de la humanidad está cimentada en
el núcleo familiar compuesto por un hombre y una mujer que han decidido unirse
por voluntad propia, y después por sus hijos y descendientes educados bajos
valores tradicionales y respeto a las leyes y las costumbres.
Una gran multitud abarroto la Arena del Cibao. |
También
nuestra Constitución Política, revisada en el año 2010, consagra en su artículo
55, los derechos de la familia, de los que citamos algunas líneas:
“La
familia es el fundamento de la sociedad y el espacio básico para el desarrollo
integral de las personas. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por
la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la
voluntad responsable de conformarla.
1)
Toda persona tiene derecho a constituir una familia, en cuya formación y
desarrollo la mujer y el hombre gozan de iguales derechos y deberes y se deben
comprensión mutua y respeto recíproco;
3)
El Estado promoverá y protegerá la organización de la familia sobre la base de
la institución del matrimonio entre un hombre y una mujer.
10)
El Estado promueve la paternidad y maternidad responsables...”
Autoridades de Santiago presentes en el evento. |
Pablo
contrasta la pureza del amor de Dios con la fealdad del amor falso que se
disfraza en forma de sexualidad desordenada, con todo lo que la acompaña. La
sexualidad desordenada de todo tipo, en cualquier práctica de intimidad sexual
antes o fuera del matrimonio según se define bíblicamente, está fuera de la
voluntad y la bendición de Dios en la creación y la redención.
El
abuso y la idolatría que rodean a la sexualidad desordenada contribuyen a la
declinación social más amplia, que incluye la destrucción de matrimonios y
familias, y produce un sufrimiento incalculable de soledad y explotación.
Anhelamos
ver a cristianos que desafíen la cultura que los rodean mediante vidas que
siguen las normas a las que nos llama la Biblia.
Nos
comprometemos a:
·
Facilitar una conversación más abierta
sobre la sexualidad en nuestras iglesias, declarando en forma positiva las
buenas noticias del plan de Dios para las relaciones saludables y la vida
familiar.
·
Hacer todo lo que podamos en la Iglesia
y en la sociedad para fortalecer los matrimonios fieles y la vida familiar
saludable.
·
Resistir las múltiples formas de
sexualidad desordenada en las culturas que nos rodean, incluyendo
homosexualidad, la pornografía, el adulterio y la promiscuidad.
·
Recordar que, mediante la gracia
redentora de Dios, ninguna persona o situación está más allá de la posibilidad
del cambio y la restauración.
“Nadie
es tan santo que no necesite el perdón de Dios ni tan pecador que la sangre de
Cristo no pueda alcanzar”.
Jesucristo en el centro de
nuestra familia
Nuestra
fe en Jesucristo debe estar acompañada de obediencia a su Palabra. Esta nos
reitera que el éxito en nuestro matrimonio y familia dependerá de la práctica
del Evangelio como un aspecto natural de nuestro diario vivir. Como nos dice Pablo
en su carta a los efesios: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos
como al Señor… Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la iglesia y
se entregó asimismo por ella… Hijos
obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre… para que te
vaya bien….. Padres no provoquéis a ira
a vuestros hijo, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
Como
padres, tenemos la obligación de criar a nuestros hijos bajo el conocimiento,
obediencia y sumisión de la Palabra de Dios. Un hogar que tiene a Jesucristo en
su centro, será un hogar donde fluirá de forma natural el amor, el respeto y la
consideración entre los esposos, entre padres e hijos y entre los hermanos.
Tanto
los pastores como los líderes y los padres deben educar a los niños y jóvenes a
fin de que puedan identificar tempranamente los antivalores y pecados
disfrazados que nos presenta nuestra cultura caída.
Reconocemos
que estamos empeñados en una constante batalla espiritual contra los
principados y potestades del mal, que tratan de destruir nuestras familias y
frustrar nuestros esfuerzos por ser modelos ante una sociedad en pecado. Conocemos
nuestra necesidad de tomar toda la armadura de Dios y pelear esta batalla con
las armas espirituales de la verdad y la oración.
Conclusión
Que
quede claro ante todo el que nos ve, nos escucha o tiene noticias de nosotros,
que este pueblo que está aquí congregado y aún el que no pudo llegar, se ha
colocado las armaduras de guerra y ha tomado consigo las más poderosas armas de
su arsenal para, por el poder del Espíritu Santo, pelear contra las fuerzas del infierno a fin de
preservar la integridad de nuestras familias y restaurar cada matrimonio, cada
hijo y cada familia que esté en proceso de destrucción en este bello país. Así
y solo así tendremos una sociedad limpia, libre de corrupción, de drogadicción,
de delincuencia, de homicidios, de perversión, de homosexualidad y de
maltratos. Una sociedad donde toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor
para gloria de Dios el Padre. Amen
Santiago,
Republica Dominicana, 21 de septiembre del 2014
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