Por:
Ramón Antonio Veras.
I.-
El deterioro social y la actividad política
1.- El
deterioro de la sociedad dominicana comienza con el sistema social imperante,
sigue con la familia, continua con las instituciones del Estado, hasta llegar a
la degradación en el proceder de amplios sectores, clases y capas sociales que
con sus actuaciones revelan la forma negativa como asimilan las taras que
genera el orden establecido. La manera de ser de una persona identifica su personalidad
y sirve para conocer su conducta.
2.-
Para algunos dominicanos y dominicanas da lo mismo entregarse a costumbres
licenciosas que mantenerse honestos. En la mente de los obscenos que aquí
abundan, darle riendas sueltas a las acciones censurables da lo mismo que
actuar en forma virtuosa. Estamos viviendo la época en la cual sobresalen los
que tienen poca o ninguna vergüenza, los caraduras, impúdicos y desvergonzados.
El ambiente está ideal para desfachatados e insolentes.
3.- La
situación de agrietamiento ético y moral que padece el país sintoniza, hace
buena liga con aquellos que poco les importa el qué dirán, que son los mismos que
han contribuido a que se haya diluido, echado por tierra y reducido a la nada
el proceder respetuoso que nos caracterizaba, muy diferente al actuar de muchos
que, ahora, por el hundimiento moral se manejan como quien no quiere la cosa,
lo que digan les da un pito.
4.- La
política es la actividad en la cual más fácil se comprueba la plasticidad de
diferentes segmentos de la sociedad dominicana de hoy, lo que se evidencia por
lo maleable que actúan. La reciedumbre en las posiciones escasea en la mayoría de
aquellos que han hecho del accionar político una habitualidad. Se comportan con
una flexibilidad que revela la ausencia de solidez en los principios que dicen
sustentar.
5.- Para
la mayoría de los que están como profesionales de la política en los partidos
tradicionales, su participación la hacen como un pasatiempo; ejecutan para
estar en la chercha recreándose, llevando una vida solaz. De ahí que ellos
dejan pasar por alto y se hacen de la vista gorda ante cualquier asunto de
trascendencia para el país, sin importar que sea de naturaleza económica,
social o que afecte a la soberanía nacional. Ellos son los que hablan mucho y
sin sentido, demostrando que tienen más de impostores que de políticos veraces.
6.- El
trabajo político con seriedad se ha desnaturalizado porque la inmensa mayoría
de los que se identifican como líderes y se hacen llamar dirigentes llegan a la
política sin el menor sentido de responsabilidad. Se insertan en el quehacer de
sus organizaciones con el único fin de ocupar un espacio en procura de que algo
les corresponda en la repartición del presupuesto nacional. Cualquier persona
que no quiere trabajar se ha llegado a creer, y le ha dado buenos resultados, que
conviene mantenerse como un zángano de la política.
7.-
El vago político le ha hecho tanto daño a la política que cualquier hombre o
mujer que por su conducta merece el respeto y la consideración de los demás se
espanta cuantas veces se le sugiere que intervenga como miembro de una
organización. El conjunto de cualidades morales que ensalza al dominicano o la
dominicana quedan melladas una vez se juntan con muchos de los que han probado
vivir como un pachá, pero sin bajar el lomo porque están en la lista de los
políticos que trabajan como vociferantes.
8.-
Los que se la dan de políticos y no son más que comediantes de ella, le han
quitado brillo hasta el punto de afearla de tal manera que cada día se hace
menos atractiva a la vista de las personas de bien. El panorama político
nacional luce enturbiado porque las actuaciones de los que no sienten la
política con decencia, la mantienen al margen de toda diafanidad. Aquí la
política no motiva gracia, carece de encanto por las inconductas que exhiben
muchos actores políticos tradicionales.
9.-
La realidad política del país ha puesto de manifiesto que para un pueblo
quitarse de encima a un ordenamiento injusto no bastan las iniquidades que
genera e irritan, sino que es necesario que tenga como adversarias a fuerzas motrices
que motiven confianza en el pueblo por ser personas íntegras en las cuales se
puede confiar por el coherente accionar político.
10.-
La inteligencia de nuestro pueblo le va a permitir, más temprano que tarde,
convencerse de que debe zafarse de la influencia que ejercen aquellos que lo
han dominado políticamente y lo han mantenido retenido ideológicamente
convirtiéndolo en una especie de rehén. Liberarse de la politiquería permite a
las masas populares convertirse en dueñas de su propio destino.
11.-
Llegar a la política para servirse de ella forma parte de la trampa que los
aprovechados del deterioro social han utilizado para que lo mejor de nuestro
pueblo permanezca atado a viejas prácticas de hacer labor política para
lucrarse y a la vez agarrar, mediante el oscurantismo, a los cautivos que solo resultan
emancipados luego de los procesos electorales. Los motivos que mueven a los
políticos de ocasión a accionar en política guardan relación directa con el
beneficio que obtienen. El lucro sirve de aliciente a quien va a la política
con el único objetivo de que le sea de utilidad.
12.-
El día llegará, que es de esperar que no esté lejos, cuando mujeres y hombres
humildes de aquí procedan a cuestionar a los que han estado haciendo política
de engaño; se decidirán por inquirir a los beneficiados de los recursos del Estado;
se lanzarán con firmeza a interpelar a todos aquellos que se han burlado de las
buenas intenciones de los que han ido a las urnas a ejercer su derecho a elegir
condicionados por promesas que nunca han sido cumplidas. De seguro que los
sinvergüenzas metidos a políticos no van a tener respuestas a los
cuestionamientos que les hagan sus víctimas, que no son otros que los que ingenuamente
han confiado en políticos de argumentación sutil y falsa.
13.-
La política que saben hacer los que hasta ahora la han manchado con su mal
comportamiento, no debe seguir siendo la que sirve de base para alcanzar el
poder del Estado. Se impone higienizarla para quitarle de encima el lastre que
la está haciendo desagradable, y ser vista como algo en lo que solo saben obrar
para lastimar y afrentar, no para alegrar. Aquellos que por su escasa formación
ética y moral se dedican a la política, porque consideran que para estar en
ella basta con servir poco o nada, hay que aislarlos para que no continúen con
sus actos haciendo insoportable el ambiente en el cual nos estamos moviendo.
II.- La política ejercida por personas
íntegras
14.-
La idea que muchos dominicanos y dominicanas tenemos de la política es que debe
ser ejercida por personas sensibles, íntegras y decentes con el fin de tomar el
poder y desde las distintas instituciones y órganos del Estado, hacer labores
en beneficio del pueblo. El trabajo social ha de expresar o determinar las
cualidades distintivas de quien abraza la actividad política pensando en ir al
gobierno central o municipal a cumplir una función con sentido cívico y
ciudadano. Entregarse por completo a lo que es útil a la comunidad es
demostración de estar ejecutando para bien de su país, ser provechoso a sus
conciudadanos.
15.-
La propensión de un ser humano a identificarse con las causas justas, cuadra
perfectamente con el proceder de aquellos que históricamente lo han dado todo
para ver materializados sus ideales, y solo han buscado como recompensa el
deber cumplido. Este es el perfil de los que se mueven en política para que
sirva de sana motivación a la presente y futuras generaciones. Engalanan la
política quienes la realizan para hacerla bonita e importante; elevándola como
todo lo que se hace con el corazón y afianzadas convicciones. El ciudadano
ejecutante de labores políticas y sociales destinadas a contribuir con el
desarrollo de su país, crea entusiasmo, anima a los demás a hacer trabajo
productivo.
16.-
Lo mejor del pueblo dominicano, que no está contaminado por las taras presentes
que nos reducen como país de gente buena y laboriosa, hay que motivarlo y
convencerlo de que todavía aquí hay gente con calidad humana y moral para hacer
política; que no todo está perdido. La frustración no debe apoderarse de
aquellos que han aspirado y aspiran que el accionar político no sea deshonroso,
denigrante y oprobioso. El ambiente político nacional hay que rodearlo de aquellos
que creen en el trabajo y enaltecen por sus actuaciones dignas de encomio.
17.-
Ante el medio social mugriento que han creado aquellos que llegaron a la
política por oportunismo, hay que procurar asearlo con una incidencia política
diferente llevada a cabo por grupos limpios, no dañadas por los vicios sociales
que, como la corrupción, han degradado el espacio donde todas y todos estamos
llamados a convivir libres de quienes han creado una cultura propia de truhanes.
Nuestro pueblo es digno de contar con políticos que se destaquen por su
correcto proceder; que prevalezcan por sus actuaciones apegadas a la sinceridad
y no al cinismo; a la franqueza y no a la astucia y disimulo acompañados de
burla encubierta contra las grandes mayorías nacionales.
18.-
El político que necesita y merece nuestro país es aquel “que no debe fingir
ignorar lo que sabe y fingir que sabe lo que ignora; fingir entender lo que no
comprende, no oír lo que escucha, y poder más de lo que está en sus propias
fuerzas; mantener como secreto la falta de secretos; parecer profundo cuando no
hay otra cosa que vacuidad e inanidad; representar mejor o peor el papel de un
personaje; sembrar espías y poner traidores a sueldo; esforzarse en ennoblecer
la pobreza de los medios con la importancia de los fines”.
19.-
Aunque la política es una actividad decente para gente decente, la gran mayoría
de nuestro pueblo tiene la creencia de que: “los políticos son gente
semifracasada en sus particulares negocios y profesiones, de mentalidad
mediocre, dudosa moral y portentosa vulgaridad”.
20.-
Por muy feo que se presente el accionar político no podemos sentirnos
decepcionados. Debemos razonar partiendo de que tenemos que mantenernos
ilusionados y no descorazonados; llenos de alegría y confiando que un futuro
mejor es necesario y posible. Aunque la politiquería cada vez es más
desalentadora, hay que armarse de confianza, creer en la potencialidad de los
que son los más. Estar sin ánimo no forma parte del proceder de aquellos que
llegaron a la política a batallar sin importar espacio físico ni adversarios.
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