Dedico
este artículo a las víctimas de la
envidia.
Por: Ramón Antonio Veras.
Explicación previa
Luego
de concluir un acto en el cual fui objeto de reconocimiento por la Alcaldía del
Ayuntamiento de Santiago, uno de mis nietos, con la candidez que caracteriza a
los niños, me dijo: “Abuelo, de seguro que estas muy contento por este homenaje
y por la presencia de tus amistades”. Luego de escucharle le prometí escribir
un artículo en el cual le explicaría lo que entraña ser objeto de una
distinción en un país con la composición clasista como el nuestro.
I.- La dicha de conocer el medio social
y el comportamiento de algunas clases sociales
1.-
Todos aquellos que hemos llegado a la tercera edad viviendo en nuestro país sin
dejarnos dominar por los vicios que dañan a las personas, podemos sentirnos
afortunados; acompañados por un signo que nos ha guiado para ser verdaderos
suertudos. Mantenerse libre de las taras que hacen al ser humano dañoso, es
demostración de que la casualidad, en determinadas circunstancias, juega su
papel para que la buena estrella se mantenga de la mano con la dicha.
2.-
Precisamente dichoso, afortunado es quien moviéndose en forma pendulante en la
clasificación de las clases sociales se siente estar liberado para saber convivir
con grupos humanos influenciados por lacras que lesionan vivamente la mente
hasta convertirla en una vasija para alojar rencores, recelos y los atavismos que
mantienen afinidad con lo que es aversión.
3.- Realmente
la dicha mía reside en haber aprendido de mi madre las instrucciones que me dio
para que no dejara que en mi forma de pensar ejercieran el mando las ideas, las
opiniones, los conceptos, las doctrinas que llevan al individuo a ser un
resentido social; disgustado permanentemente; amargado por costumbre y dolido
sin causa alguna. Mi progenitora me formó con conocimientos sólidos para que
durante todo el curso de mi vida me mantuviera despojado de lo malévolo,
licencioso, corrompido, insidioso, inservible, improductivo, y de todo lo que
resulta falto de sentido o de razón.
4.- La
ideología que guía mis actuaciones me manda a que me mantenga comportándome como
me educó mamá para que en mí fuera preponderante actuar en base a principios, que
la conducta hable por mí, y sin dejarme arrastrar por chismes, intrigas y
cuantas invectivas salen de las gargantas de aquellos que disfrutan
fastidiando, manchando, aunque sin lograrlo, el proceder digno y honrado.
5.-
Porque tengo bien firmes mis
convicciones me mantengo al margen de todo aquello que me pueda afectar anímicamente
y quitarme el deseo que siempre me acompaña para vivir animado y sentirme bien;
determinado para todo aquello que sirve de aliento y hace posible que pueda
empujar, enfervorizar a los demás reanimándoles para que no caigan en el
abatimiento. Animar, infundir alegría está en quienes creemos que es bueno
transmitir disposición; espolear para sacar de su estado de pena a los
alicaídos, achicopalados y perturbados.
6.- El
diario vivir me ha enseñado que aquellos que no tenemos cuentas pendientes con acciones
delincuenciales ni nos hemos movido en las aguas sucias del fenómeno de la
corrupción pública y privada, estamos en condiciones de mantenernos
satisfechos, complacidos y altamente jubilosos. Aquel que bien actúa debe hacer
caso omiso, no tomar en cuenta las murmuraciones provenientes de los que se
sienten ofendidos con el éxito de los meritorios. Es propio de los sensatos no
tomar en cuenta, hacer oídos sordos a los comentarios aviesos de los perversos.
7.-
La sociedad dominicana bajo la cual me ha correspondido vivir, no es la
adecuada para el alivio; espacio físico propicio para olvidar los contratiempos
y mantenerse al margen de intrigas, chismes, críticas gratuitas y cuantas
diabluras y maldades pueden salir de un cerebro obsceno, empedernido y letrino.
El proceder condescendiente no abunda en la conducta de muchos de mis
coterráneos. La intolerancia y el castigo con la lengua venenosa se señorean aquí
como dueños de las relaciones humanas.
8.- Conservarse
encantado en un medio donde el chisme-como dijo el profesor Juan Bosch- es una
industria, constituye una demostración de madurez, buen juicio y hacer uso
oportuno de la razón, a la vez que es prueba de conocer el comportamiento de
amplias capas sociales inclinadas a la demolición de honras, estropear
conductas, aniquilar virtudes, hundir la fama bien ganada y hacer saltar por
los aires el buen nombre de aquellos hombres y mujeres que han tenido una
conducta intachable. Estar debidamente enterado de la actitud de ciertos grupos
sociales permite advertir su forma de reaccionar ante los demás.
II.- Aquel que marchita la alegría está aquí
9.-
En nuestro medio no todos los seres humanos anidan los mismos sentimientos y,
de igual manera, hay diferentes formas de las personas percibir las sensaciones
físicas y morales. Cada quien aprecia dependiendo de su modo de pensar. Hay
individuos condicionados para no aceptar el éxito de aquellos que son dignos de
ser distinguidos por su accionar ante la sociedad.
10.-
En el escenario donde vivimos no es fácil permanecer por mucho tiempo en estado
de gozo, porque de un momento a otro se tiene conocimiento de un comentario
desagradable hecho por alguien que el que
está contento jamás esperó que iba a expresarse lesionando el sentimiento grato
que le motiva felicidad. Por lo general, la ocasión de júbilo la daña una
persona estrechamente vinculada con el regocijado, porque el desleal no resiste
ver divertido a aquel a quien finge sincera amistad; buscará todas las formas
para que la víctima de la falsía cambie de radiante a entristecido.
11.-
Aquí hay que estar preparado para resistir los ataques que puedan venir luego
de un momento de alegría, porque el que se molesta con el gozo de los exitosos
permanece listo para la embestida, sin importar que su método de ataque sea
haciendo un balbuceo con comentarios afrentosos. El chismoso, intrigante,
envidioso y resentido se las ingenia para atropellar el deleite de los
triunfadores. Los fracasados se mantienen ahítos de odio contra los que son
victoriosos por su talento, triunfadores y destacados por su perseverancia y por
la suma de sus sobresalientes victorias.
12.-
El espacio de tiempo más bonito que puede disfrutar un ser humano al ser
valorado positivamente por sus conciudadanos, se convierte en pesadumbre si no
está consciente de que se mueve en un círculo social adecuado para aquellos
que, ante la imposibilidad de salir adelante honestamente, recurren a
expresiones de aflicción con el fin de atormentar, desazonar y entristecer a
quien merece sentirse con buen ánimo y el corazón levantado de felicidad.
13.-
La emoción que siente una persona física por un hecho significativo que la pone
en disposición para estar contenta, en un abrir y cerrar de ojos se transforma cuando
el resentido se da cuenta de la sensación de agrado, pues entonces recurre a
los medios más bajos para convertir la alegría en perturbación y el sosiego en
desorientación. El insustancial, el sujeto sin nada en particular, el anodino,
no resiste la grandeza de quien se hace especial por su correcto obrar
aportando a la sociedad.
14.-
Aquel que no hace otra cosa que amargarse con los triunfos ajenos, es un
contumaz envidioso y obstinado que se mantiene al acecho de los méritos
reconocidos a quien lo único que hace es aportar para que el país avance en el
orden económico, político, social, ético e institucional. Abrirse paso
estudiando y trabajando es para el malvado algo insignificante que solo merece
ser banalizado, menospreciado, simplificado, infravalorado y de cualquier forma
visto sin importancia alguna.
15.-
Aquí hay todo un sector de mujeres y hombres que se quedaron como el rabo,
atrás y para abajo, y son los mismos que la única distinción de que se han
hecho merecedores es la de pájaro de mal agüero, porque han desarrollado la
habilidad para entristecer, disgustar, melancolizar, ensombrecer y apenar a
todo aquel que es meritorio por llevar alegría y esperanza a los demás; confianza
y pronósticos halagüeños.
Reflexiones
16.-
Haber vivido casi ochenta años me permite saber que reconocimientos, distinciones
y elogios personales pueden servir, entre otras cosas, como cedazos para
separar a los amigos auténticos de los falsos y a los puros de los postizos,
además de que siempre es oportuno limpiar de impurezas el grupo de amigos y
amigas; tamizar de vez en cuando hace posible que solo nos quedemos con quienes
tienen y merecen la calidad de castizos.
17.-
En este país, aquel se levanta por su propio esfuerzo debe cuidarse al ser
objeto de merecimientos, porque sufrirá mucho si no está debidamente preparado para
saber que el meritorio objeto de elogios tiene como adversarios a todos
aquellos que en el seno de la sociedad carecen de virtudes. La glorificación de
los seres humanos excelentes se convierte en amargura para los mediocres,
vulgares y patanes.
18.-
Los exitosos deben ver sus triunfos como la consecuencia directa de su
esfuerzo, y no ufanarse por los logros alcanzados que, en resumidas cuentas,
son pasajeros y carecen de trascendencia si no tienen un alcance social, porque
solamente lo que se obtiene en provecho de la sociedad merece ser tomado en
consideración. La grandeza del ser humano se mide por su proceder, su actitud
ante la vida, por el comportamiento que asume en favor de las causas justas.
19.-
Lo único que hace al ser humano digno de elogio o reconocimiento es lo que
ejecuta en el medio donde vive en interés de la comunidad. Merecimiento le
corresponde a quien aporta en el orden material y espiritual para que la
sociedad injusta cambie, y desaparezca
así la desigualdad de oportunidades, la
discriminación y el odio, y pueda luego imperar la unidad, la comprensión sin
distinción de etnia, clase social o credo ideológico. Lo demás es
insignificancia, ridiculez y puras nimiedades.
20.-
En el medio nuestro hay todo un segmento social que por su estructura clasista,
forma de pensar y la ideología que guía sus actos está condicionado para el
individualismo, y su excesivo amor hacia sí mismo le lleva a tomar en cuenta
solamente lo que es de su conveniencia, reduciendo a la nada la obra de los
demás. Ese mismo grupo humano, por su forma de pensar y actuar, no resiste el
triunfo de aquellos que se elevan por estar despojados de ingratitud y falsía.
21.-
Aprovecho este escrito para decirles a mis nietas y nietos que un homenaje hace
posible hacer sentir bien al homenajeado, fortalecer vínculos sinceros de familiaridad y amistad,
así como también para quitarle el velo
que cubre el fingimiento de los que testimonian lo que no sienten, y con su
mojigatería se evidencian como lo que en verdad son: practicantes de dobleces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba su comentario, tu opinion es importante