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miércoles, 13 de mayo de 2015

Un testimonio penoso y lo que aspiro para mis nietas y nietos









Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Lo que a diario veo.

1.- Las circunstancias forman parte de la vida de los seres humanos,   y en determinadas coyunturas hacen posible el conocimiento de   fenómenos sociales. A veces una situación  ocasional incide  para que `podamos valorar, en uno u otro sentido, lo que está ocurriendo en el medio en el cual habitamos.
2.- Precisamente, por pura casualidad, mi bufete de abogado está  ubicado en un área en la que también  funcionan centros educativos a nivel primario, intermedio, básico y universitario, lo que  me permite observar y mantener comunicación  con niños, niñas, jóvenes y adultos, que estudian  asignaturas desde grados  inferiores hasta disciplinas de alto nivel  y calificación académica.
3.-  En el permanente contacto con chiquillos y personas ya maduras,  no me limito a observarlas pura y simplemente, sino que me  detengo a percatarme de cómo se comportan,  los términos que utilizan en su lenguaje; la actitud en sus  relaciones mutuas; el trato con    las demás personas;  la forma de vestir; sus opiniones en torno a la situación política y los problemas nacionales e internacionales.
4.-En particular, me preocupa en grado  sumo lo que percibo en el comportamiento de las niñas y niños que a diario se mueven  por mi lugar de trabajo; advierto que  el sistema educativo y  el control  de  algunos padres está fallando; me resulta penosa   la forma como procede  ese material humano que está en el primer período de la vida humana.
5.- En este escrito expongo la  realidad    que vivo a diario y me llama  a preocupación. No me lo han contado,  es la expresión  de lo que he captado y comprobado en la realidad;  quisiera que lo que estoy escribiendo en el orden  educativo no sea lo común, sino una particularidad; que lo que en forma permanente   veo y escucho sea la excepción, no la regularidad; que de lo que soy testigo permanente  no sea  la normalidad.
6- Escucho a niñas y niños,  cuando me pasan por el lado, en dirección a su escuela, y  los temas que tratan  resultan chocantes, desprovistos de contenido útil; hacen mención a hechos sin importancia e intrascendentes para el ser humano. La inutilidad de   los asuntos que abordan  evidencia la ausencia de formación  escolar para en el futuro ser personas que aporten, y no sean infecundos.
7.- Me genera pena ver a niños  y niñas    que se preocupan muy poco, o nada, por exhibir un comportamiento  propio de futuros ciudadanos educados para servir de modelo;  con una conciencia elevada del honor; con objetivos para una concepción  nueva de la vida y el mundo; con la  idea fija de servir de ejemplo  por tener  hábitos y actitudes  nobles, conducta ejemplar.

8.- De lo que  soy testigo constante, de  la forma de proceder  de niñas y niños que a diario se mueven  por el lugar donde permanezco ocho y hasta diez horas al día,  no quisiera que ocurriera  igual  con mis nietas y nietos, los cuales espero  se estén desarrollando con la diversidad de ideas y principios que elevan al ser humano; que sean capacitados para servir con sentido humano y creatividad a la sociedad en general.
9.- Las niñas estudiantes,  al parecer,  salen de sus hogares, no para la escuela; sino para una pachanga; se exhiben debidamente decoradas; en su cuerpo llevan adornos de todas clases; sus caritas están  pintadas con maquillajes de diferentes colores. En sí, parecen escenografías en movimiento.
10.- En su desenfrenado comportamiento los niños y niñas  que a diario pasan por mi oficina en dirección a sus escuelas, no conocen lo que es el respeto y la amabilidad. Las veces que se  les llama  al buen proceder, lo que sale de sus  bocas  son insultos, su lenguaje es soez, chocarrero  y sumamente bajo; hacen uso de  palabras   agraviantes e hirientes;  procuran  descargar sus afrentosas calificaciones para ofender  a quien sea.
11.- Al momento de abandonar sus respectivos centros escolares, las niñas y niños a  los cuales me refiero, lo  hacen  en forma bulliciosa; el escándalo que producen es insoportable; quieren llevarse el mundo por  delante;  lo que se ve en movimiento no  parecen seres humanos, sino algo así como una  tromba, un torbellino, más o menos un tifón.

12.- Cuantas veces veo a esa niñez estudiantil convertida en una afrenta social, sólo me limito a recordar la falta que hacen profesoras y directoras  de la talla, la autoridad, el don de respeto y disciplina de Blanca Mascaro, Ana Pepín de Gómez, Tàta Iglesias,  Fela Santaella,  que en  conjunto, en su  momento,  simbolizaron el educar con decencia, instruir con altura y formar para que el país contara  en el  futuro con ciudadanos y ciudadanas ejemplares. 

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