Por: Ramón Antonio
Veras.
1.- En toda sociedad civilizada las autoridades se
interesan por darles atenciones especiales a los enfermos y a los ancianos,
tomando en consideración la lesión en sus organismos para
los aquejados de salud, y la edad en los
envejecientes.
2.- Pero en la ciudad de Santiago de los Caballeros, los
enfermos y los viejitos son ignorados, maltratados como si fueran cosas
insignificantes, algo así como despojos
humanos, desechos sociales.
3.- Hay que estar
despojado de sensibilidad, no tener el menor sentido de humanismo, para
permitir que se burle la tranquilidad espiritual, la paz para el descanso y para la concentración del
sueño; la calma para soportar las consecuencias de una enfermedad, o el alivio
para mitigar un dolor.
4.- Todo aquel que quiera saber hasta dónde llega el
desorden que impera en Santiago, y la indolencia de las autoridades municipales
de la ciudad, le basta con detenerse en la Sabana Larga, frente a frente al
Hospital José María Cabral y Báez y al Hospicio San Vicente de Paúl.
5.- Lo que se ve en el lugar antes descrito sólo puede
compararse con lo que ocurre en el Parque
Duarte, en el Mercado Hospedaje Yaque y con el mercado que funciona los jueves frente al Cementerio
de la 30 de Marzo.
6.- En el otro fango instalado en la Sabana Larga, frente
a donde están los viejitos del Hospicio y los enfermos del Hospital Cabral y Báez, se ve con claridad el
deshonor que impera en Santiago, con la
indiferencia y desprecio de la Alcaldía de la ciudad, hoy convertida en
un medio social ultrajado por aquellos que fueron elegidos para honrarla,
prestigiarla como Santiago merece.
7.- Ninguna persona con sano juicio puede formarse una
idea del desastre que hoy se advierte en Santiago, causado por una gestión
municipal que se ha manejado en la línea de
la calamidad, en procura de orientar los servicios por la vía de la
hecatombe, hacia el fracaso.
8.- La debacle que
observamos en los parques y avenidas; el caos en el transporte público; la
colocación de letreros en forma anárquica;
el desprecio en la recogida de la basura, en fin, lo que exhibe la ciudad de
Santiago en estos momentos es la expresión de una ciudad que, al parecer,
fue condenada por una maldición apocalíptica.
9.- En Santiago no hay que hacer mucho esfuerzo para
comprobar que estamos en presencia de una Alcaldía que se ha dispuesto
convertir la ciudad en un medio social sólo habitable por personas rastreras,
sucias, por aquellos que se identifican
con la asquerosidad, la porquería, la
inmundicia y la mugre.
10.- Santiago de los Caballeros no puede seguir como
hasta ahora, moviéndose bajo un estado
de desbarajuste; el caos hay que
pararlo, la anarquía tiene que ser erradicada. Debemos rescatar la ciudad para
que regrese el orden y la limpieza.
11.- Los viejitos que están viviendo en el Hospicio San
Vicente de Paúl, necesitan paz; tranquilidad, reposo, sosiego, quietud; ellos
merecen pasar los últimos años de su existencia en calma, con placidez. La
intranquilidad, la bulla, la algarabía,
les amarga la vida a los ancianos.
12.- Ese mercado que funciona en Santiago entre el Hospital José María Cabral y Báez y
el Hospicio San Vicente de Paúl, lo que le genera a los viejitos y a los enfermos es
alboroto y tumulto.
13.- El desguañangue que presenta la ciudad de Santiago
en estos momentos está presente por todas partes; el descuido está vivo en cada
calle o avenida; lo fatídico lo vemos en los barrios y urbanizaciones, el
desamparo le ha llegado a Santiago como si fuera una ciudad signada por el
infortunio. Sus habitantes llevan una
vida atribulada. No hay tranquilidad
para los vivos, los ancianos, los enfermos
ni para los muertos.
Santiago de los
Caballeros,
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