Esta pobreza léxica se refleja incluso en la transcripción de las sentencias judiciales y en el propio texto constitucional, dejando al desnudo el precario manejo del español de la población dominicana, consecuencia directa de las deficiencias del sistema educativo.
Concede que “todos sabemos que el dominio de la lengua española no es fácil. Tener el dominio de la comunicación, el dominio de la escritura, de la palabra, es una labor permanente, que tiene comienzo y no tiene fin".
El presidente de la Academia Dominicana de la Lengua, Bruno Rosario Candelier, pone el dedo en la llaga, cuando contrasta en número de palabras manejados por los dominicanos y las forman el español: 100,000 palabras válidas, según el Diccionario oficial de la Real Academia de la Lengua, y otros 70,000 americanismos. En la realidad de la lengua viva, este número es mayor y permanentemente creciente.
"Hay carencia en el dominio del idioma, hay deficiencia lingüísticas, y eso es muy preocupante. Tenemos que elevar la conciencia lingüística y mejorar el uso de la palabra, instrumento de comunicación, y eso se puede lograr con disciplina y cultivo", dijo el catedrático.
Concede que “todos sabemos que el dominio de la lengua española no es fácil. Tener el dominio de la comunicación, el dominio de la escritura, de la palabra, es una labor permanente, que tiene comienzo y no tiene fin".
Con ánimo pesimista, Rosario Candelier se queja del fracaso de la educación dominicana y vaticina que el 4 % del producto interno bruto entregado como presupuesto al Ministerio de Educación tampoco será la panacea si no se cambia la metodología de enseñanza.
Concede que “todos sabemos que el dominio de la lengua española no es fácil. Tener el dominio de la comunicación, el dominio de la escritura, de la palabra, es una labor permanente, que tiene comienzo y no tiene fin".
Con ánimo pesimista, Rosario Candelier se queja del fracaso de la educación dominicana y vaticina que el 4 % del producto interno bruto entregado como presupuesto al Ministerio de Educación tampoco será la panacea si no se cambia la metodología de enseñanza.
Tan lejos ha ido la cosa que la propia Constitución aprobada proclamada en 2010 contiene errores lingüísticos que podrían dar lugar a conflictos futuros.
"Da pena que la nueva Constitución se publicara con tantas faltas ortográficas y gramaticales. Incluso ya fue publicado un libro sobre esto y en él se expresa la preocupación del autor. Por eso saludamos las inquietudes de los jueces del Tribunal Constitucional de aportar la parte que le corresponde para corregir esa situación”, dijo Rosario Candelier durante la firma de un convenio entre la ADL y el TC, que fue escenario de las quejas del académico.
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