CROM TV HD

NoSuchKey The specified key does not exist. url 628D3DA54D5BAE68 ZwoFtr4S/LjUbr+pchxEGfA8gbvRd1jdVsq6LbEhmpgFWePAS0CIEBhPV6QUl7ppnMa7r9Ai+Sw=

lunes, 3 de septiembre de 2018

La vulgaridad no da liderazgo político








Por: Ramón Antonio Veras. 
I.- La decencia en la política
 
1.- La actividad política llevada con altura y respeto se enriquece y eleva a quienes en ella intervienen con objetivos que persiguen cambios sociales. Discutir criterios ideológicos con elegancia prueba decencia en los contendores, a la vez que contribuye a embellecer la polémica. Demuestra vigor en sus alegatos aquel que no cede ante la diatriba que le lanza el rival que solo sabe impugnar sin razonar. Argumentar sin base es propio de quien está huérfano de alegatos convincentes.
 
2.- La política hay que hacerla con gusto, imprimirle gracia. El que la ejerce debe dar demostración de que está en ella para hacerla atractiva, libre de grosería y rudeza; la desnaturaliza aquel que la utiliza para satisfacer sus deseos de dañar y desquitarse de quien cree que lo ha lesionado. La venganza no debe tener espacio en el corazón de los que tienen como motivo para luchar el bienestar colectivo.
 
3.- Solo aquel que está en política barata recurre a palabras sin esencia, hace exposición vacía y ausente de contenido, diferente al que habla con solidez que con un discurso explicito enseña que se comporta paladinamente probando sin rodeos lo que encierra su proposición. Quien no domina los temas objeto de sus planteamientos está expuesto a hacer el ridículo y la manera de esbozar los asuntos le lleva a ser visto como un extravagante merecedor de escarnio.
 
4.- El que participa en la política y es portador de la verdad, no necesita utilizar la falsedad como refuerzo porque entonces desnaturaliza la fidelidad de sus ideas. La proposición basada en principios se hace admirable por la certeza que le imprime el exponente que saca de la realidad viva la fundamentación que justifica lo que procura probar. Para demostrar lo auténtico no hay que armarse de artificios.
 
5.- El trabajo político debe realizarse lleno de gracia para hacerlo atractivo. La agilidad mental la demuestra el que interviene discutiendo con gallardía, analiza los temas deduciéndolos de hechos concretos y prueba lo que quiere justificar sin tergiversaciones ni expresiones ofensivas.
 
6.- Cualquier labor que se haga con fines nobles, no puede ser hecha recurriendo a la mortificación de los demás. Por muy áspera que se presente la contienda política, al margen de ella hay que mantener las habladurías, porque los díceres solo contribuyen a crear malos entendidos, resentimientos y conflictos personales que en nada enriquecen la controversia sobre la materia que sea. El intercambio de ideas es elegante cuando se da entre individuos con fortaleza ideológica.
 
7.- La persona de buena formación familiar, educativa e ideológica aporta a la disputa política, porque está hecha para cambiar de impresiones e impugnar sin tener que llegar a hastiar a su antagonista. Aquel que escribe o de cualquier forma trata asuntos de controversiales  debe ser lo suficientemente ecuánime para comprender que encontrará litigantes que le van a contestar sus opiniones. La porfía ideológica impone compostura y comedimiento entre los polemistas.
 
II.- Pobreza en el debate político en nuestro país
 
8.- En el medio social dominicano la discusión política  no se ha enriquecido; por el contrario, se ha empobrecido, porque los actores no se han comportado como mandan las circunstancias en el empleo de los métodos que hacen la lucha por la toma del poder un ejercicio propio de calificados contrincantes. El peleador que domina la política decente no hiere a su contrario en lo personal o familiar.
 
9.- No es política sana aquella que se lleva a cabo entre individuos que lo único que saben es causar afrenta. Precisamente, muchos de los que hacen politiquería en nuestro país se han caracterizado por agraviar a los que no se identifican con su proceder. Demuestra estar limitado de cultura política el que se aprovecha de cualquier circunstancia para deshonrar a quien no puede vencer en buena lid.
 
10.- En lugar de confrontar ideas, lo que aquí se hace es lanzar consignas huecas para sembrar confusión. El que no cree en su credo lo fundamenta en pequeñeces para que no prime la discusión doctrinaria y se imponga la chismografía que conduce a la habladuría que no produce otra cosa que disputa entre chinchosos.
 
11.- Lo que hemos visto en el ambiente político nuestro son discusiones fuera de tono, llenas de jocosidades para motivar risas. Las diferencias entre politiqueros no generan análisis porque nada enseñan; solo sirven para romper el aburrimiento tomándolas como ocurrencias propias de los graciosos metidos a políticos.
 
12.- La política que atrae, aquella que descansa en una ideología determinada, está hecha para ser ejercida por personas que creen en determinados principios, aunque los mismos no se ajusten a la realidad. Cualquier persona puede abrazar un conjunto de ideas absurdas y defenderlas con argumentos que le den viso de sensatez porque, a veces, hasta lo opuesto a la razón llega a sostenerse  con inteligencia. Pero entre nosotros, los que hacen de la política un negocio, ante la ausencia de dominio, no tienen capacidad para ser defensores de sus desatinos.
 
13.- En nuestro país, la generalidad del material humano bruto que hace política basada en la conveniencia personal, no tiene las más elementales consideraciones que esa actividad impone. La persona inteligente, aunque no tenga una gran cultura política, demuestra agudeza al razonar y exponer los conceptos con los cuales justifica sus argumentos. El que se está destacando en la política dominicana es el necio insoportable que es incapaz de mantener un diálogo sin ofender a su contrincante.
 
14.- La política no es complicada, sucia ni dañina. Está comprobado que quienes la degradan son aquellos que aquí por sus limitaciones para pensar la ven como algo complejo, y para salir de su laberinto ideológico recurren a cuantos términos ofensivos tienen en su cabeza. Aquel que no sabe de política la hace repugnante ante las personas de bien que quisieran incidir en ella para contribuir aportando desde distintas áreas.
 
15.- Lo que impone la realidad social dominicana es que no se le debe dejar el campo abierto a los que solo están en condiciones de accionar en política con los insultos. Las palabras o acciones que ofenden y humillan hay que eliminarlas de los debates, y para lograr semejante objetivo hay que sacar del quehacer político a los que están armados de un lenguaje de improperios y provocación.
 
III.- Necesidad de enviar mensajes de civilidad
 
16.- Aquel que cree firmemente en sus ideas políticas no necesita aplicar términos urticantes para descalificar a quien busca convencer. No se triunfa en lo ideológico al rivalizar colocando al contrincante en posición defensiva con epítetos que tienen por objetivo eliminarlo anímicamente. El calificativo insultante demuestra en quien lo utiliza ausencia de talento y razón en lo que argumenta.
 
17.- Es propio de quien hace de la acción vil e indigna su comportamiento político, partidista o ideológico recurrir al ataque personal. Es inexcusable cualquier acto contra un contrario político dirigido a dañar a su círculo familiar. Es deleznable la conducta de aquel que solo sabe denostar para escalar en la vida política y social.
 
18.- La hidalguía de quienes se dedican a la política debe ser el resultado de su elegante proceder en la vida pública, y una actitud a destacar ha de ser la trascendencia ganada por defender sus convicciones sin fastidiar a sus adversarios. No hay que herir, denigrar ni sonrojar a quienes se manifiestan opuestos a nuestro ideario para procurar adeptos, granjearse simpatía, crear conciencia cívica y ciudadana y demostrar lo justo del mensaje que enviamos,
 
19.- Aquel ciudadano o ciudadana que decide intervenir en la política de su país debe hacerlo por convicción; tomar parte respetando el pensamiento y las ideas de sus contrarios; mezclarse en los asuntos, pero con criterios ajustados a los temas controvertidos y sin caer nunca en lo personal; interponer alegatos acordes con lo que se está debatiendo, sin ir más allá de lo que es de interés dilucidar. Por muy apasionada que se torne la polémica, siempre hay que conservar la prudencia para no caer en actitudes irracionales.
 
20.- Para que la lucha política resulte provechosa, los que en ella accionan deben tratar cuestiones de trascendencia para el país, porque solo lo que es de importancia enriquece el proceso social y hace posible los cambios requeridos por la sociedad. Carece de sentido ocupar el tiempo abordando cuestiones superficiales que no conducen a nada positivo y casi siempre terminan la conversación en trivialidades.
 
21.- Demuestra poseer formación ideológica aquel que tiene la suficiente capacidad y serenidad para defender su creencia política sin causar malestar a otro. El intolerante y dogmático con facilidad cae en la impaciencia que lo guía por el camino de la obstinación que está a un paso de los insultos que tanto mal producen a la buena imagen de quien está en la brega política.
 
22.- En el trabajo político hay que combinar la destreza con la pulcritud, porque pierde su esencia noble cualquier actividad con sentido social una vez cae en la suciedad, sin importar que sea con el lenguaje soez o con métodos llenos de vileza. Las causas justas no necesitan de mezquindades para ser alcanzadas, porque entonces se desnaturalizan haciéndose impuras. Lo bueno y bonito para el bien del país no lo vamos a obtener combatiendo a los que se oponen a los cambios lanzándoles palabras venenosas, ponzoñosas y dañinas con el único fin de mortificarlos.
 
23.- Sin importar las diferencias ideológicas, la discusión política debe ser llevada con delicadeza, porque la rugosidad no aporta razón. La abruptez la demuestra el polemista débil de argumentos, lo que le motiva a hacer uso de la hosquedad en los debates. Ante el encono que exhibe el político estúpido hay que responderle con dulzura para bajarle el enojo y hacerlo entrar en una posición civilizada.
 
24.- La altanería no debe acompañar a quien decide participar en la contienda política, porque quien se comporta presuntuoso cree que su opinión debe ser aceptada sin contemplación. En el medio dominicano abundan aquellos que accionan en política con posiciones arrogantes, con lo que prueban sus limitaciones para dirimir asuntos que requieren, además de talento, dominio de la política.
 
25.- Sería sumamente positivo para el adecentamiento del debate político en el país que aquellos que inciden ante la opinión pública decidan enviar mensajes de civilidad con el fin  de rodear las polémicas de sociabilidad. El proceder político bueno no se prueba recurriendo a la tosquedad, sembrando cizaña, ni poniendo la zafiedad por encima del respeto que merece todo ser humano sin importar su ideario. La vulgaridad no da liderazgo ni motiva reconocimiento de talento; solo sirve para probar la bajeza de aquel que la utiliza como coraza para cubrir su mediocridad.

domingo, 26 de agosto de 2018

El calificativo de corrupto








  
Este artículo se lo dedico al doctor Roberto Cassá, y en su persona a todos los que han sido y son funcionarios honestos.
 
I.- Tomar con pinzas comentarios afrentosos
1.- Apreciar la realidad exterior a través de los sentidos nos permite comprobar la presencia de un fenómeno social y su grado de incidencia, así como descubrir si el mismo es de tal persistencia que llega a ejercer influencia en la conducta de la mayoría de los miembros de la sociedad.
2.- En nuestro país, en los últimos años la expresión usada con más pasión es corrupción, con la que se busca identificar, por lo regular, al funcionario público que actúa con deshonestidad. La frase de corrupto es colocada como una marca dañina.
3.- En un ambiente como el nuestro, donde cualquier desaprensivo tiene la posibilidad de hacer uso de un medio de comunicación sin control alguno, no se debe proceder en forma alocada y tomar como cierta una información servida con relación a inconductas porque a veces no sabemos si es o no real para causar afrenta contra aquel a quien se procura ultrajar. La calificación de corrupto hay que tomarla partiendo de quién la lanza y a quién se busca estigmatizar.
4.- Porque la perversidad se ha impuesto en el proceder de muchos de los nuestros, ante un comentario contra alguien calificándolo de corrupto, hay que actuar con indecisión de ánimo; suponer varias posibilidades hasta saber si lo que ha llegado a nuestros oídos es la expresión de la verdad. Muchas veces es preferible dudar que dar como cierta una falsedad, porque “donde faltan las pruebas irrefragables, la prudencia estriba en dudar; la duda representa la situación más luminosa del alma, el estado en que de todos lados recibe diferentes luces, no dejándose deslumbrar por ninguna”.
5.- El ser humano que no quiere ser cómplice de los difamadores, está en el deber de no ser muy candoroso porque termina siendo víctima del mentiroso, y mucho más en un ambiente donde el chisme es, según el profesor Juan Bosch, una industria. “Todos los que han creído las mentiras de un charlatán se ven obligados a sostenerlas, para no confesar que han sido imbéciles. Creer una verdad es un acto natural que nos compromete; creer una mentira es una simpleza que cuesta trabajo reconocer”.
6.- Por simples comentarios es difícil ubicar a los que en cualquier actividad se comportan con decencia. La noticia no confirmada que corre de boca en boca nunca será la verdad cuando es fruto de una murmuración para dañar la buena opinión general que se tiene de un individuo.
II.- La expresión corrupción como arma venenosa
7.- El concepto corrupción ha llegado a apoderarse de los dominicanos y las dominicanas a un grado tal que la falta de confianza en la honradez se ve en cualquier persona, sin importar que sea limpia de conducta. Aquí la sospecha está predominando sobre la certeza; la indecisión se está imponiendo a la seguridad cuando se habla de la probidad de uno de nuestros coterráneos. Se le hace caso hasta lo que diga un malvado de un funcionario que actúa correctamente. Se ha olvidado que: “La mediocridad pesa siempre rectamente, pero su balanza es falsa”.
8.- La percepción que hoy tiene la comunidad dominicana con relación a la corrupción, es que el país está compuesto por ladrones, y que nadie actúa muy distinto a la costumbre del robo, olvidando que por muy apegada que esté la deshonestidad en amplios sectores de la sociedad dominicana, hay muchos de los nuestros que no están tocados por los vicios que degradan.
9.- Aunque el ambiente dominicano está sumamente contaminado por diversas lacras que corroen la decencia de una gran mayoría del pueblo, la fatalidad no se puede apoderar de nosotros y llevarnos a pensar que la corrupción ha llegado a un grado tal que no hay posibilidad de señalar a persona alguna que se comporte con honradez. Razonar en semejante forma nos lleva a la falsa creencia de que el país es, algo así, como un lugar de mala reputación.
10.- A pesar de que no resulta fácil ubicar a mujeres y hombres calificados por su moderación en la conducta moral y social, en la administración pública, que es el lugar donde con más énfasis se hace del ladronismo, hay funcionarios que por sus actuaciones pueden ser señalados como probos. “Herir con un mismo golpe al inocente y al culpable, obra es de la demencia o la barbarie”. Aunque en nuestro entorno no son muchos, dentro de la ladronera aparecen algunos honorables.
11.- Si no a los jóvenes y a los adultos, por lo menos a los niños dominicanos hay que decirles que se están moviendo en un fangal social, pero que todavía hay ciudadanos y ciudadanas ejemplos de dignidad y decoro a los cuales hay que imitar; que las actuaciones de ellos deben servirles para saber cómo obrar. A la niñez hay que decirle que los señalados como honrados deben ser los imitables.
12.- En las diferentes etapas de crisis ética y moral que ha sufrido nuestro país, han estado presentes aquellos que han marcado la diferencia por sus actuaciones apegadas a la decencia, lo que prueba que la podredumbre que daña a un cuerpo social no se extiende a la comunidad entera, porque siempre están al margen de la purulencia los que se conservan puros.
13.- En el curso de los diferentes gobiernos que ha padecido nuestro país, contra el servicio judicial se han lanzado las críticas más despiadadas, siempre cargadas de los calificativos más acentuados de que es un órgano vendible, altamente sobornable y plagado de corruptos en todos los departamentos judiciales. Sin embargo, siempre se hacen las excepciones mencionando magistrados que simbolizan la justicia íntegra e incorruptible. Hoy como ayer se hace la salvedad de que en el desorden de corruptos están los que sirven de contención a las censuras.
14.- No tiene nada de justo creer que por el hecho de la sociedad dominicana estar enferma desde el punto de vista ético y moral, en su seno no hay personas que ajustan sus actos al proceder correcto. Por ahí andan miles de munícipes que en su oportunidad desempeñaron la función de juez o fiscal y a nadie le ha pasado por la cabeza señalarlos como corruptos. Ellos viven dentro de muchas limitaciones económicas, pero con el respeto de sus conciudadanos.
15.- Por muy contaminada que esté la sociedad dominicana por los aficionados a chismear, aquellos que ajustan sus actuaciones al honesto proceder siempre serán reconocidos por su excelsitud, porque han demostrado su notabilidad, no obstante estarse moviendo en un ambiente propicio para todo aquel que quiera corromperse con la mercancía dinero. Sin importar lo que digan, el honrado será siempre honrado, mientras que el ladrón tiene que simularlo.
III.- Precisiones finales
16.- Los países llegan a estar organizados bajo sistemas sociales que generan modelos económicos en los cuales se desarrollan vicios que degradan el comportamiento de la mayoría de los integrantes de la sociedad, llegando su afianzamiento a un grado tal que se convierten en el proceder de la mayoría de los individuos. Pero hay que hacer la salvedad de que en un mismo círculo social abundan los sanos y los podridos.
17.- La corrupción como fenómeno social vigente en el país, permite pluralizar con respecto a los que en el sector público y privado hacen de la deshonestidad una habitualidad, pero también es posible especificar a quienes se manejan con pulcritud. Nadie puede adjudicarse la calidad de árbitro de la moralidad, para separar a los que actúan bien de los que proceden mal.
18.- Es algo engorroso juzgar la honestidad en un medio donde predomina la falta de decencia, el delincuente sobresale como ciudadano y la mujer o el hombre honrado es considerado escaso de virtudes. Allí donde son normales las actuaciones censurables, comportarse con limpieza se ve como insólito.
19.- Accionar aquí de conformidad con los principios de moralidad que rigen una sociedad basada en el trabajo honrado, así como exaltar la honestidad, choca con la imperante amoralidad, y con todo aquello que guarda relación con la cualidad de vendible o sobornable.
20.- En nuestro país, porque el robo ha dejado de ser un insulto, se acepta como natural que un ciudadano o una ciudadana se haga de un fuerte patrimonio económico sin que lo pueda justificar, por lo que se ha llegado hasta el punto de que el ladrón en lugar de sentirse abochornado, se cree afortunado porque sustraer lo ajeno no es objeto de sanción.
21.- Es una falsedad decir que son corruptos todos los funcionarios que han tenido los gobiernos en los últimos años, pero no se le falta a la verdad si se afirma que son muy pocos los que han exhibido un proceder honesto, y lo poco común nos dice que escasean los honrados.
22.- En este ambiente donde nos ha correspondido vivir, abundan los sicarios morales, por lo que hay que respirar detenidamente y pensar profundo para no dar cabida a quienes tratan de tomar como caja de resonancia a personas con credibilidad para que difundan díceres venenosos. Las opiniones de los chismosos no debemos aceptarlas y difundirlas como verídicas; hay que saber manejar los criterios de los demás porque “es inútil combatir las opiniones ajenas; a veces se llega a vencer en una discusión a otros, pero a convencerlos, jamás. Las opiniones son como los clavos: cuanto más se las golpea, más profundamente penetran”.
23.- Con todo pesar hay que reconocer que el escenario donde vivimos es el adecuado para el dañino que permanece preñado de odio, rencor, rabia y animadversión, lo que lo lleva a despotricar gratuitamente; poner de vuelta y media al más honorable, y despacharse a gusto señalando como corruptos, agusanados, pervertidos, viciados y depravados a los seres humanos acrisolados, incontaminados y de vida impecable. Ante los deslenguados que utilizan el sambenito para demoler honras, hay que comportarse metido para adentro, algo reconcentrado.
24.- Por suerte nuestro pueblo es muy inteligente y sabe distinguir dos o más cosas como diferentes y con su sano discernimiento ha aprendido a ver las interioridades de los fenómenos; por muy tufoso que quiera presentarse aquel que hizo fortuna con los dineros del erario, su arrogancia no le dará méritos para gozar del apoyo de lo mejor de la sociedad.
25.- Antes de darle crédito a la calificación afrentosa contra alguien debemos proceder con sensatez y hacer nuestra la idea de: “¡Cuántas cosas que ayer las teníamos por artículos de fe, hoy no son más que fábulas!”.
 

martes, 21 de agosto de 2018

La Iglesia Católica en el accionar social











: Ramón Antonio Veras.
Introito
 
a) Una vez el ser humano mantiene afianzadas y organizadas sus ideas no debe temer exponerlas y confrontarlas sin importar adversarios o espacio físico. Si se está consciente de lo que se va a exponer o someter a discusión, poco importa el o los temas a discutir.
 
b) Sin ser muy avispado, por el tiempo que he vivido y la permanencia en las actividades políticas, sé en el lugar donde debo estar para dentro de lo posible aportar y a la vez aprender de los que me acompañarán en la discusión de un asunto de interés para la comunidad.
 
c) El hecho de formar parte de una generación de mujeres y hombres que se iniciaron en la política debatiendo cuestiones nacionales e internacionales en centros estudiantiles, gremiales y sindicales, no soy cerrado a la confrontación ni me creo portador de la verdad absoluta. Es mi creencia que el sectarismo político es una deformación ideológica que lleva a subestimar los diferentes métodos de lucha, a abrazar el dogmatismo, y genera comportamiento intolerante, parcializado y fanatismo.
 
I.- Mi participación en un foro. El tema político
 
1.- He hecho la entrada anterior para que sirva de explicación a este escrito en el cual reseño mi participación en el Foro Institucional de Pastoral: Realidad del País y Apoyo de la Iglesia Católica Ante el Contexto Actual, llevado a cabo en el curso de la mañana del día jueves 2 de agosto, en la sede de Posgrado, Campus Santiago de la Universidad católica Madre y Maestra. La actividad se materializó en cinco mesas de discusión, de las cuales participé en la de política, dándole respuesta a las siguientes preguntas:

Cámara de Comercio y Producción de La Vega y Conep analizan panorama económico y empresarial para 2023

La Vega. La Cámara de Comercio y Producción de La Vega y el Consejo Nacional de Empresas Privadas (Conep) ven como esperanzador y optimista ...