Por: Ramón Antonio Veras.
I.-
Llevar una vida ajustada a normas que motivan honra
1.- Por muy difícil que se
presente la situación del país en lo social, económico, ético y moral, no podemos
precipitarnos, comportarnos entregados; como si fuéramos una comunidad de
mujeres y hombres derribados, que estamos entregados, ya hundidos en la
desesperanza.
2.- Contrario a como piensan
los desalentados y angustiados, debemos confiar en la potencialidad, el aliento
y el ánimo de los que son los más, el pueblo, que se mantiene afianzado porque
está formado para batallar, resistir y salir vencedor, convirtiendo la
complejidad en sencillez y los problemas en soluciones.
3.- La realidad nos dice que
cada día advertimos más y diferentes fenómenos sociales nocivos que nos llenan
de espanto, pero ante esa materialidad no podemos caer en el abatimiento como
si ya todo está perdido, que no hay nada que hacer para darle vuelta atrás al
ambiente que se nos presenta como desalentador. Hay que poner en nuestras
propias manos el destino del país que aspiramos, necesitamos y merecemos.
Armados de decisión, aplomo, empuje y suficiencia, de seguro que salimos
adelante, olvidando todo lo que sea inseguridad, incredulidad y desesperanza.
4.- No debe estar en nosotros
echarnos por tierra; sentirnos derrocados; aceptar como bueno estar en estado
de abandono y resignados. Estamos obligados a sacar energía para ser
triunfadores, estar entonados para todo lo que significa lucha.
5.- Bregar para convertirnos
en un pueblo libre de las taras que nos deforman, los estigmas que nos reducen
y de las lacras que están de por medio; de las tachas que nos hacen ver como
entregados a fallas que solo sirven para desacreditar, deshonrar y
desprestigiar.
6.- Estamos en el deber de
comportarnos exhibiendo actuaciones que nos identifiquen como personas
correctas, para poder ser exaltados y dignos de alabanzas. El descrédito, los
insultos y las ofensas no podemos aceptarlas como normales.
7.- Para hacer de nuestra
comunidad un conjunto de mujeres y hombres de actuaciones decentes y
admirables, necesariamente tenemos que actuar como personas de buen vivir; que
sirvan de modelo en conducta; con un estilo de vida merecedor de encomio, de
motivación, de sincera ponderación.
8.- Una comunidad humana solo
es posible gozar de estima, consideración y respeto si lleva una vida ajustada
a normas que motivan honra. Prestigio, renombre y reputación solamente adornan
a quienes dan demostración de comportarse habitualmente con honradez.
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