Por: Ramón Antonio Veras.
I.- Un
encuentro de viejos amigos
1.- El tiempo desempeña un papel importante en la vida de los seres
humanos porque no solo sirve para saber el lapso que hemos vivido, sino también
para establecer la comparación de los diferentes procesos que se dan en el seno
de la sociedad y la forma como se comportan las personas dependiendo los
momentos en los cuales intervienen con dejadez o fervor.
2.- Rememorar períodos pasados nos permite comparar coyunturas y
contraponiéndolas verificar cómo actuamos en otra época y cómo procedemos
ahora. En algunas ocasiones un paralelismo nos puede servir para saber si el
pasado fue más fructífero que el presente. Desenterrando el pretérito es
posible encontrar lo que queremos explicar de la actualidad.
3.- La razón por la cual he iniciado este escrito haciendo mención del
tiempo, el pasado y el presente, es porque con motivo de un encuentro que
sostuve recientemente con un grupo de amigos de infancia me llegaron a la
memoria las fraternas relaciones que establecimos hace más de setenta y cinco
años, y cómo se han mantenido fortalecidas.
4.- Aquellos vínculos que iniciamos al comienzo de la década del
cuarenta del siglo pasado los mantenemos solidificados. El bonito trato de la
niñez lo hemos conservado inalterable; la ligazón que comenzamos con mutua comprensión, en lugar de debilitarse el
transcurrir la ha fortalecido.
5.- La lectura que saco de la inextinguible amistad que mantenemos
muchos amigos de antaño es que la iniciamos basada en principios de lealtad y
respeto mutuo. El entendimiento y buena comunicación son resultantes de
voluntades que el tiempo en lugar de aflojarlas,
las fortalece. Lo que se inicia con lealtad se conserva y jamás hace acto de
presencia la falsía.
II.- La
bonita amistad y la dificultad para lograrla ahora
6.- La amistad sincera cultivada ayer, teniendo por base el trato
franco, es muy difícil de establecerla en la actualidad porque toda una serie
de vicios sociales impiden que se formen
lazos de familiaridad. Ahora prima mucho
la hipocresía y los pretextos para justificar la traición. Está muy presente el
insidioso que motiva la escasez del bienintencionado.
7.- La bonita amistad es la que surge del trato libre de desconfianza.
El enlace que nace en medio de conjeturas concluye con agravios. La felonía se
ha desarrollado en nuestro medio porque la perversidad se ha colocado por
encima de la fidelidad. Ayer no se conocía la alevosía entre personas que se
reciprocaban afectos.
8.- Los verdaderos amigos, aquellos que anteriormente se unificaban por
la franqueza, en estos momentos ya no es posible que mantengan la armonía
porque de un momento a otro ocurren las desavenencias como consecuencia de
diferencias basadas en la duda que salpica el trato afectuoso. Los cambios que
se han producido en las relaciones entre amigos, fruto del recelo que se ha
apoderado de muchos de los nuestros, posibilita la existencia de conjeturas
allí donde solo debe predominar credulidad.
9.- El ambiente en el cual nos movemos no es el más adecuado para aquel
que está formado para mantener vínculos puros de amistad. La solidez que se
requiere en sentimientos afectuosos para que sea honrado el concepto amigo, no
está presente porque ya se hace difícil creer en la palabra dada. La indecisión
se ha puesto por encima de la determinación en todo lo que se refiere al trato
entre amigos, porque el medio es conveniente para las ambigüedades.
10.- En una sociedad degradada en lo ético y en lo moral resulta difícil
encontrarse con personas con las cuales establecer relaciones que descansen en
lo leal, porque el fidedigno debe estar hecho de autenticidad algo que no
abunda en el ser humano con el cual compartimos hoy que está dominado por
infidelidad.
11.- Lo ideal sería que tuviéramos la dicha de tratar a aquel que prueba
ser verídico por su normal proceder y en cada una de sus actuaciones revela ser
partidario fiel de quien le demuestra abierto apego. Al amigo sincero hay que
devolverle el afecto que ha dispensado. No tiene buen proceder aquel que
disfruta ser servido, pero no es dado a retribuir cordialidad.
12.- En un ambiente en el cual no se educa al ciudadano para que sea
afectuoso es imposible construir una sociedad cimentada en el trabajo para el
bien social que es el que crea sentimientos expresivos, obsequiosos. Un
ordenamiento económico fundamentado en la desigualdad trae como consecuencia
antipatía, y genera personas insociables, desabridas, hurañas y de mal humor.
13.- No es nada cómodo orientar a un pueblo para que tome el camino que
lo ha de llevar al destino donde ha de encontrar el sujeto esplendido por el comportamiento
meritorio que exhibe ante los demás. El individuo inigualable por su trato solo
es posible aparecer en círculos
comunitarios caracterizados por actuaciones cargadas de querencias.
III- Preocuparnos
para construir la firme amistad
14.- Hay que cifrar positivas esperanzas para que vuelva la época en la
cual la amistad descansaba en la confianza constante y en el cumplimiento de
las normas que hacen llevadero el trato que eterniza los afectos recíprocos. La
camaradería que se construyó ayer y ha perdurado es porque se formó libre de
suspicacia y se ha desarrollado ausente de la malicia que es la que hace
posible la traición.
15.- Sobre los escombros de un sistema social injusto es plausible
levantar un ordenamiento en el cual surjan personas físicas con condiciones
para servir de ejemplo positivo de lo que debe ser un ser humano predispuesto a
identificarse con todo aquello que lleve optimismo a lo que en verdad se llama
pueblo. Aguardar los momentos de felicidad es propio de quienes confían en la
potencialidad de los que en el curso de la humanidad con firmes creencias
aspiran a construir un mundo nuevo y mejor.
16.- En el seno de la sociedad dominicana hay que comenzar accionar para
sentar las premisas materiales sobre las cuales se forme un ente social
solidario que en cada acto exprese consistencia y dimensión para todo aquello
que significa colaboración. Ser copartícipe allí donde hacemos actividades
habituales es un deber de quien se siente adherido a la lucha social.
17.- Todos aquellos que hemos tenido la dicha de llegar a contar con
sinceros amigos y amigas, debemos de decirles a la presente generación que se
preocupe para que en nuestro país vuelva a predominar la amistad sincera;
regrese la comunicación espontánea y libre de reticencia; se repita el trato
cordial que en épocas anteriores caracterizó el apego mimoso que con longevidad
inolvidable y agradable se ha prolongado.
18.- Formar una comunidad de mujeres y hombres para que por convicción
se inclinen a todo lo que significa querer a los demás por su sola condición de
seres humanos, entraña crear las condiciones que hagan factible el surgimiento
de una superestructura que genere una conciencia social que tenga como base la
solidaridad, el apoyo mutuo, la colaboración desinteresada y la combinación de
ideales nobles para provecho de toda la sociedad.
19.- Los padres deben orientar a sus vástagos en lo bonito que es
mantener afectos recíprocos y el compañerismo de hermandad que no desciende
nunca. Los amigos y amigas que se unen con el objetivo de mantener una unidad
afectiva fundamentada en el respeto, de seguro que nunca llegarán a separarse,
porque juntarse voluntariamente crea conexión indestructible e integración sin
fisuras. La asociación de amigos leales permanece irrompible y bajo ninguna
circunstancia resulta afectada porque solo lo frágil, quebradizo y endeble cede
ante los golpes bajos provenientes de mentes perversas que se molestan por la
afinidad desinteresada y armoniosa.
20.- Al encontrarnos con amigos que no cambian en su trato afectuoso,
nos damos cuenta que las relaciones de amistad que establecimos en la niñez
perduran para siempre. El afecto verdadero no prescribe en la conciencia ni se
borra en el sentir de corazón. La camaradería que se inició cuando éramos unos
chicos, es la que todavía se mantiene; ella no tiene vencimiento por el paso de
los años; no se extingue por la ausencia material ni por la larga distancia. Lo
que nace sólido permanece firme, no se cae; está imposibilitado de desplomarse;
no se viene abajo por desastres de fuertes proporciones producidos por
fenómenos de la naturaleza, ni por los comentarios provenientes de sujetos con
lenguas venenosas.
21.- El mensaje que nos envía el diario vivir en lo que se refiere a los
amigos y a las amigas, es que por tranquilidad espiritual debemos hacer todo lo
posible por conservar las viejas amistades; cuidarlas para que perduren;
mantenerlas con mucho calor humano y preservarlas a los fines de que
permanezcan sustentadas en los mismos principios que surgieron y han
continuado.
22.- Andar dando brincos, saltar de un lugar a otro buscando nuevas
amistades, lo que nos trae es desengaños, quitarnos las ilusiones que tenemos
de creer que siempre nos vamos a encontrar con el amigo puro, aquel que nos
quiere como somos, con muchos defectos y algunas virtudes.
23.- Aquel que quiere que sus descendientes se formen con el ideal de la
sana amistad, debe inculcarles creer en forma sincera en la hermandad
resultante de la lealtad; en el compañerismo basado en la reciprocidad y la
unión de afectos creada con sentimientos que surjan de la avenencia fruto de
los años que permiten la compenetración que busca alegrar y confraternizar para
que nunca llegue la discrepancia sin sentido y el rompimiento absurdo.
24.- Sin desconocer la realidad de lo deteriorada que está la sociedad
en la cual nos estamos moviendo, no debemos renunciar al deseo que tenemos de
llegar a superar las dificultades que nos lesionan como pueblo civilizado. Es
un compromiso de los hombres y las mujeres que creen que un futuro mejor es posible,
mantenerse con el carácter firme y la voluntad dirigida al éxito; con la
braveza para alcanzar los objetivos que simbolizan los hermosos ideales de
liberación.
25.- Los vínculos de fraternidad es posible mantenerlos aquellas
personas que creen sinceramente en que por muy degradada que se presente un
orden social, en su seno hay individuos no contaminados por las lacras. La
cotidianidad nos está diciendo a los dominicanos y a las dominicanas que no
debemos de caer en pensar que todo ser humano es negativo, que no es merecedor
de afectos. Tenemos que formarnos la idea de que hay personas buenas; amigos
sinceros, confiables, leales y dignos de ser objeto de todo nuestro cariño y
que, por tanto, no debemos permanecer llenos de amargura, desconsuelo y pesadumbre,
sino animados, alegres, y libres de pesares para relacionarnos con coterráneos
de buenos sentimientos.
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