Por:
Ramón Antonio Veras.
I.-
Quebrantos sociales notorios
1.- A veces, el ajetreo
diario procurando enfrentar problemas de toda índole nos impide detenernos a
pensar en asuntos de suma importancia. El trajinar nos lleva a ver cuestiones
de envergadura, como insignificancias, hasta que poco a poco nos formamos la
idea de que cada problema social es pura tontería, nimiedades. Pero las muchas
ocupaciones no deben servir de motivo para llevarnos a la pasividad y
convertirnos en apáticos que nada nos conmueve.
2.- Nada justifica que
un ser humano se manifieste despreocupado o simplemente se convierta en un
flemático para no hacerle frente a una situación que debe impulsar al
asombro y a la búsqueda de solución. Todo aquello que de una u otra forma
lesiona a las personas físicas debe motivar preocupación en los hombres y las mujeres
que llenos de entusiasmo están llamados a enfrentar los males sociales.
3.- El estado de
bienestar material; el disfrute de la riqueza; la prosperidad manifiesta y la
holgura no impiden al individuo sensible comprender la necesidad de colocarse
allí donde las circunstancias le mandan a estar al lado de los menesterosos.
4.- Por muy encantadora
que se le presente la existencia a una minoría insignificante de la sociedad,
el estado desgarrador que vive la gran mayoría del pueblo debe impulsar a la
modificación del statu quo asfixiante para los que permanecen en
condiciones insufribles. El bienestar social no se mide por la aprobación de
bonanza que proclaman aquellos que creen que el mundo es el
estrecho círculo donde se mueven, olvidando que a su alrededor está
toda una población llena de miseria.
5.- De la misma forma
que 7 ml de sangre sirven para comprobar el estado de todo el torrente
sanguíneo del cuerpo humano, los hechos degradantes constantes ocurridos en un
medio social sirven para identificar la descomposición existente. Algo anda mal
allí donde se combina una gran masa de pobretones de todas edades y la enorme
opulencia de un pequeño grupo.
6.- Las muchas
dolencias, las expresiones de desánimo, las molestias continuas en el organismo
de un individuo son síntomas que mandan mensajes de una o varias enfermedades.
Los asomos de que no andamos bien son anuncios de que necesitamos ser tratados
por un médico a los fines de que nos examine y de ser necesario prescriba los
medicamentos, o nos someta a una intervención quirúrgica.
7.- La especie humana
sufre de quebrantos que no requieren de exámenes profundos ni de la
intervención de conocedores de las ciencias médicas. En ocasiones hasta un
brujo, un curandero cualquiera, sabe lo que aqueja al paciente, porque la
lesión está a la vista y el enfermo no necesita una amplia consulta, el envío
de muestras al laboratorio ni la intervención de imágenes.
II.- La sociedad aquejada por enfermedades sistémicas
8.- La sociedad
dominicana está aquejada de toda una serie de achaques que para comprobarlos no
hay que ser un gran conocedor de las taras que colocan a un ordenamiento económico
y social en situación de enfermo que manda una atención urgente porque está
tocado en varios de sus órganos vitales. Las lacras que a diario vemos nos
dicen que estamos en un medio que reclama cuidados profundos y de inmediato.
9.- Lo que dice la
realidad dominicana es que el cuerpo social del país está sufriendo de
diferentes quebrantos que imponen una actuación rápida, porque las afecciones
son de una variedad tal que deben llevar preocupación hasta a los más
aprovechados del sistema. Aunque no se conoce el origen de la patología, los
signos que se observan hacen suponer que los trastornos en los órganos dañados
son sumamente graves.
10.- El ordenamiento económico
y social predominante aquí, por su propia naturaleza es enfermoso, lo que se
evidencia por las contradicciones internas que lo hacen malo de por sí, y al
descansar en la desigualdad trae como consecuencia enfermedades tales como
injusticia, discriminación, imposibilidad de desarrollo humano integral y
fenómenos dañinos que le son inherentes como pobreza, desempleo, analfabetismo,
insalubridad, prostitución, corrupción, criminalidad, odio y otras taras
semejantes.
11.- El sistema está
convertido en un paciente que motiva irritación en amplios sectores de la
población dominicana llevándoles a perder la paciencia; a estar fuera de sí;
hacerles saltar y moverse de un lado a otro ahítos de rabia. Las enfermedades
de que adolece el modelo llevan al acaloramiento; a perder los estribos y hasta
hariscarse al más tranquilo. De ahí el encabronamiento que cada día más
enfurece a dominicanos y a dominicanas.
12.- Las enfermedades
que ocasiona el cuerpo social dominicano mantiene a la generalidad de los
dominicanos viviendo en condición delicada y con expresiones que les presenta
enclenque, con signos de malmarriento. El rostro escolimado de una gran
mayoría de los nuestros es un claro reflejo de que de tanto ponerse enfermo se
supone tiene un tumor maligno que ha hecho metástasis porque las dolencias se
han reproducido en distintos órganos. Es posible que no sea muy difícil la identificación
de los tumores alojados en la masa corporal que constituye la sociedad
dominicana.
13.- El hecho de que la
familia está agrietada revela que el sistema en el cual está sustentada la
sociedad dominicana no goza de buena salud. Sin ser un especialista de la
medicina social se advierte que si la principal célula -el órgano familiar-,
demuestra estar decaída, los otros miembros también carecen de la cualidad de
sano.
14.- Las dificultades
que aquí a diario ocurren en grupos emparentadas entre si nos indican que
estamos viviendo una etapa complicada. Hechos sumamente lamentables que se dan
entre consanguíneos, sirven para marcar como calamitoso a todo el medio social
dominicano. Son habituales los conflictos entre parientes, extendiéndose a
acciones escenificadas de padres a hijos y de esposos a esposas. Un cuerpo
social comienza a exhibir sus enfermedades desde los hogares, y precisamente es
ahí donde las estamos presenciando.
15.- Ese mal que
comprobamos en la familia dominicana, en igual sentido lo confirmamos cuando
somos testigos de que aquí el 61 por ciento de los niños de 6 a 11 meses padece
anemia, y al constatar que la mortalidad infantil experimenta un aumento del 31.9
por ciento interanual, y en lo que va de 2018 el número de los infantes muertos
asciende a 793. Estos datos nos dicen con claridad que el cuerpo social
dominicano no está en condiciones de salubridad, que está insano y que, aunque
sus defensores quieren presentarlo como una manzana, la realidad evidencia que
está huero.
16.- La mortalidad
infantil no es el único signo que caracteriza el nivel de enfermedad del modelo
económico fallido que aquí impera. Son muchas las lacras que revelan lo
lesionado que está el cuerpo social que lo único que ofrece es intranquilidad
permanente; desasosiego espiritual; desazón y proliferación de malestar
colectivo. La nocividad que padecemos es sistémica, y la salubridad no se
desarrolla en cuerpos moribundos.
17.- El cuerpo social
bajo el cual estamos viviendo está convertido en una podredumbre; una carroña
que por cualquier parte que se toca bota pus con secreciones de diferentes colores,
pero siempre con malos olores que hacen la hediondez inaguantable. Un órgano
tiene que estar muy deteriorado para un hijo dar bofetadas a su anciano
progenitor; un nieto violar a su abuela; un hermano paga sicarios para que
asesinen a su pariente por diferencias económicas; la conducta ética sexual de
los sacerdotes preocupa a su iglesia. La purulencia que emana del sistema que
padecemos es prueba de que la putridez con el tiempo se torna insoportable.
18.- No hay que visitar
centros médicos internacionales muy acreditados para conocer lo insanable que
se encuentra un enfermo en condición terminal. Males como narcotráfico,
sicariato, parricidio, infanticidio, asaltos, atracos, violaciones sexuales a
menores de edad y toda una variedad de crímenes agravados y teñidos de sangre
solo ocurren en un medio que se manifiesta inmedicable.
19.- La descomposición a
que ha llegado el actual modelo económico y social, cada vez manda señales de
que para las grandes mayorías nacionales está preñado de nocividad y por más
que se quiera someter a curación sus lesiones lo hacen insalvable. Es insano un
sistema que no estimula la honestidad; fomenta la desigualdad de oportunidades;
genera lacras de diferente naturaleza; desprotege a los niños y a los ancianos;
descuida el servicio de salud y el educativo; desabriga el medio ambiente, y
hace posible la criminalidad, la violencia y el odio.
III.- La gravedad de los males sociales nos debe
preocupar
20.- En un ambiente
enfermo no es posible vivir con tranquilidad espiritual porque las lesiones
traen el malestar que mantiene alterado el ánimo, crea agitación y alarma
continuamente a la comunidad. Los quebrantos siembran en la conciencia la
intolerancia, el fanatismo y el apasionamiento que conduce a la permanente
discordia. Los males sociales hacen la vida en sociedad inadmisible, indignante
y vergonzosa, porque allí donde predominan estructuras rígidas el medio se
intoxica por el veneno de la maldad que corrompe hasta los nobles sentimientos
que se anidan en el cerebro del ser humano excelente.
21.- Para conocer la
gravedad en que se encuentra el escenario donde a diario hacemos vida social,
solamente hay que despojarse de fanatismo político e ideológico y armarse de
ecuanimidad. La realidad nos está diciendo que un cuerpo social tiene que estar
enfermo para poder contar en su seno con personas que con su proceder demuestran
que están desprovistas de sentido humano y compasivo, y que en ellas ha
prendido la crueldad, la insensibilidad y la atrocidad.
22.- El mensaje que nos
traen a diario los hechos que ocurren en el país y nos causan repugnancia, es
que debemos de hacer una interrupción por el camino que vamos, para reflexionar
con detenimiento y razonar en el sentido de que no debemos continuar viviendo
como hasta ahora, que estamos en un lodazal, en una especie de pocilga.
23.- Acomodarse a
permanecer aceptando lo peor no es lo normal en una comunidad de mujeres y
hombres que luchan por construir un país en el cual la capacidad y el trabajo
sean las condiciones que deben adornar a los miembros más sobresalientes. Los
males sociales presentes en el país son la consecuencia directa de un
ordenamiento económico y social que ya no da para más, y adolece de tachas que
lo hacen inservible.
24.- Nuestro país cuenta
con fuerzas motrices interesadas en cambiar el statu quo que
ya cumplió su vigencia histórica y se mantiene achacoso, enfermizo
permanentemente. Se impone crear un sistema que haga posible la existencia de
un cuerpo sano, salutífero; que sea vigoroso; muy reluciente, y se vea
rozagante, enteramente lustroso. Un cambio para lo bueno y sano es posible.
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