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jueves, 26 de febrero de 2015

La degradación moral de nuestra sociedad






Por: Ramón Antonio Veras.

1.- Un ordenamiento social con una base económica basada en la desigualdad, genera clases sociales distintas y con comportamientos diferentes;  esta diversidad  nos permite comprender la actitud de cada  uno de los miembros  de una determinada colectividad.
2.- La población  de un país,  escindida en grupos  con intereses opuestos,  se manifiesta de forma desigual ante los fenómenos sociales y, por vía de consecuencia, tiene desiguales actuaciones en sus relaciones con los demás.
3.- Partiendo de las ideas anteriores, podemos advertir en el  seno de la sociedad dominicana   hombres y mujeres de conductas diferentes;  personas con forma de conducirse que  se  distinguen unas de otras. La diferencia en las clases sociales trae consigo la diversidad de conductas; la separación  en la actuación  de entes que conviven el mismo medio social.
4.- Partiendo de lo anterior comprobamos   la razón por la cual en nuestro país hay personas a las cuales les es indiferente  el estado de descomposición  imperante, expresado en desigualdad, prostitución, corrupción, narcotráfico, criminalidad y porquerías de todo tipo; mientras que a otras les repugnan las indecencias, la inmundicia que nos arropa como sociedad.
5.-  La podredumbre que señorea aquí es  estimulada y aceptada por grupos sociales cuya moral    de cafres  se adapta perfectamente a su mentalidad  y  procuran que perdure el fango que  es hoy nuestro país.
6.- La diferencia clasista se manifiesta en todo el comportamiento humano. En nuestro medio vemos mujeres y  hombres sensibles e insensibles, buenos y malos, honrados y ladrones, en fin, personas que con su proceder apestan y otras que con sus actuaciones perfuman.
7.- No resulta difícil adivinar la profundidad del descalabro moral, la estropeada forma de comportamiento cívico de nuestros ciudadanos, la quiebra en las aspiraciones para  construir un mejor país.
8.- Hasta en las relaciones personales más sensibles se evidencia  que en nuestro medio está presente una pendiente, una declinación total en el decente proceder; lo incorrecto se ha convertido en norma de vida,  lo irregular  predomina sobre lo  puro, lo perfecto ha cedido ante lo anormal.
9.- En vínculos que descansan en la lealtad, como la amistad, a diario recibimos decepciones de parte de quienes creíamos fieles;   en un santiamén se quitan el velo que cubría  su infidelidad, su inconstancia.
10.- La cara fea de una sociedad descompuesta como la nuestra,  se  ve clara  en la familia sanguínea, en  la cual a cada momento somos testigos de enfrentamientos como fieras entre hermanos que se fingían absoluta avenencia; una simple heredad borra la cordialidad; la mercancía dinero se empina sobre lo afectivo y sentimental.
11.- Aunque no todos somos iguales en comportamientos, en procura de confundir y crear una sociedad de idénticos aparentes, los truhanes se presentan  como formales, serios y honrados; con el agravante de que cada día el granuja ocupa los espacios  reservados a los honestos. Pura y simplemente, el desvergonzado, el sin escrúpulos, sobresale ante el mesurado y digno.
12.- No es cuestión de fastidiar, atormentar ni importunar. Con estas ideas sólo procuro llamar la atención de los  padres y madres que, dominados por la ingenuidad, no se dan cuenta que están  levantando sus descendientes en un   medio social mugriento, ausente de pulcritud;  emporcado desde arriba hasta abajo, donde se  impone lo  marrano a lo  higiénico. Lo ideal, es que todos hagamos conciencia de que el ambiente actual debe ser cambiado por uno diferente.
13.-Los progenitores responsables que pongan  en duda el descalabro de la sociedad dominicana,  que lancen  una mirada retrospectiva hacia  los colegios donde  estudian  sus vástagos,  en algunos de los cuales  ocurren  hechos  de perversión  moral que  dejan atónitos  hasta a los más impasibles;  en centros educativos de élites sociales ocurren actos de degeneración  que espantan, horrorizan a los más sosegados.
14.- Al igual que en el cuerpo de una persona física afectada de debilidad crónica   se alojan con facilidad las más diversas enfermedades, en el organismo social dominicano  se acomodan los vicios, las peores taras, los más despreciables oprobios   que puedan  cobijarse  en un reprochable cerebro humano.
15.- Para conocer la carroña que es el medio donde  ahora estamos viviendo, no hay que estar influenciado por negativismo, ser  majadero impenitente, ni contumaz crítico  social; basta con analizar con detenimiento lo que está a la vista de todos, sin emotividad ni excitabilidad.
16.- Aquel que ponga en duda, o desconfía de la certeza de la bajeza moral de la sociedad en que vivimos hoy, le basta  con saber que el movimiento económico nacional se nutre, entre otras cosas, de recursos económicos provenientes del tráfico de drogas narcóticas, armas y personas físicas; del  dinero lavado  de operaciones del crimen organizado;  de  los juegos de azar; de  la prostitución  de niñas, niños y adolescentes;  del trabajo infantil y de otras actividades que tienen su fuente en la corrupción,   la degradación, la deshonestidad y el envilecimiento más  repugnante.
17.- No quiero pecar de alarmista,  ni  presentarme  como moralista  de solidez ni de hojalata,  simulado mojigato ni modelo  de monicaco; pero la realidad está ahí como testigo de piedra: el  cuadro  degradante de una sociedad  dominada  por la ignominia, la infamia más deshonrosa,  donde lo vergonzoso sobresale ante lo que puede resultar  ennoblecedor  en  la especie humana.
18.- Lo expuesto  con respecto al  estado de desastre  que es nuestro país  desde el punto de vista de  desmoralización, no  es invectiva, sospecha, desvarío o presunciones, sino pura realidad, lamentablemente.
19.- Es innegable que para   la generación  de dominicanos y dominicanas nacidas desde 1930 hasta 1970, lo que ahora  estamos presenciando  resulta más alarmante  que para la que llegó a la vida después del  citado período; la primera  tiene una formación  totalmente diferente  a la segunda; aquella fue formada  bajo un ordenamiento social distinto al que hoy predomina en el país; pero esto no es óbice para que analicemos en forma realista e imparcial  la degradación que llena  de indignación y estupor a las  personas de bien de nuestro país, sin importar longevidad o juventud.



Santiago de los Caballeros,
25 de febrero de 2015.


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