COLABORACIÓN de MIGUEL PONCE
Santiago. Un arroz trasnochado sirve como desayuno, comida y cena en el hogar de Dilenia, la mujer que decidió mudarse debajo de un puente. Debido a que carece de acta de nacimiento y, por tanto, de cédula de identidad y electoral, Dilania ha decidido colocar su nombre en las cuatro camisetas con que cuenta para poder ser identificada por los demás.
El drama por el que atraviesa obliga a la dama a desafiar el peligro de las crecidas del río Yaque del Norte, que ya comienzan a llegar hasta los pocos ajuares que pudo cargar cuando decidió venir desde Constanza hacia Santiago, hace ya cuatro años, en busca de mejor suerte.
La vieja pasarela de la Otra Banda ya lleva tres meses que sirve como refugio para Dilania. elCaribe había publicado en agosto la historia de Dilania y aunque sectores del Gobierno hicieron la promesa de al menos llevarle raciones de alimentos, ni siquiera eso se ha cumplido.
“Yo ya lo he perdido todo, cuando me dejé de mi esposo, él se quedó hasta con mi hijo que ya tiene 14 años. La justicia me negó el cuidado porque no tenía acta de nacimiento”, apuntó la madre.
Dilania sufre el frío de las madrugadas, el viento cuando arrecia y el hambre todos los días. Y peor aún: vive sin apellidos, pues desconoce quiénes fueron sus padres.
La dama de aproximadamente cuarenta años solo espera que el presidente Leonel Fernández pueda enterarse de su situación y le brinde la mano amiga del Gobierno. Los días le pasan a Dilania entre penurias y espera de algo mejor.
El drama por el que atraviesa obliga a la dama a desafiar el peligro de las crecidas del río Yaque del Norte, que ya comienzan a llegar hasta los pocos ajuares que pudo cargar cuando decidió venir desde Constanza hacia Santiago, hace ya cuatro años, en busca de mejor suerte.
La vieja pasarela de la Otra Banda ya lleva tres meses que sirve como refugio para Dilania. elCaribe había publicado en agosto la historia de Dilania y aunque sectores del Gobierno hicieron la promesa de al menos llevarle raciones de alimentos, ni siquiera eso se ha cumplido.
“Yo ya lo he perdido todo, cuando me dejé de mi esposo, él se quedó hasta con mi hijo que ya tiene 14 años. La justicia me negó el cuidado porque no tenía acta de nacimiento”, apuntó la madre.
Dilania sufre el frío de las madrugadas, el viento cuando arrecia y el hambre todos los días. Y peor aún: vive sin apellidos, pues desconoce quiénes fueron sus padres.
La dama de aproximadamente cuarenta años solo espera que el presidente Leonel Fernández pueda enterarse de su situación y le brinde la mano amiga del Gobierno. Los días le pasan a Dilania entre penurias y espera de algo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba su comentario, tu opinion es importante