CROM TV HD

NoSuchKey The specified key does not exist. url 628D3DA54D5BAE68 ZwoFtr4S/LjUbr+pchxEGfA8gbvRd1jdVsq6LbEhmpgFWePAS0CIEBhPV6QUl7ppnMa7r9Ai+Sw=

martes, 30 de junio de 2015

Paradigma de maestros





Cuando Jesús se despidió de los suyos, les pidió ir por el mundo a enseñar lo que, a su vez, Él les había enseñado. No los alfabetizó. No les enseñó ciencias. En cambio, despertó sus mentes por la fe. Por ello, les insufló sabiduría.

Les mostró, además, el camino de creer en Dios para alcanzar el objetivo de vida. Y sobre todo, les mostró un camino nuevo basado en lo que denominó el gran mandamiento, una especie de resumen del decálogo que Moisés dejara esculpido en piedra, siglos atrás. Él esculpió el gran mandamiento en el corazón de los hombres y mujeres que lo siguieron a lo largo de tres años anteriores.

“Amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

¡Ah si los seres humanos adoptaran de verdad esta enseñanza! Tal vez muchas de las situaciones quejumbrosas vividas por las gentes, no ocurrirían. Y quizá, sólo quizá, el ser humano habría aprendido a ser feliz, que es el más pleno de todos los aprendizajes.
Pero tan breve mensaje con tan anchuroso contenido, no ha sido adoptado ni aprendido por los seres humanos. El Maestro, no obstante, lo sigue repitiendo. Lo que enseñó sigue divulgándose como la Buena Nueva, poco más de veinte siglos después.

 Efigie del maestro rural

Podía ser alto o bajo, delgado o grueso. Pero era siempre atildado en el vestir, moderado en las costumbres, comedido en el comportamiento, cortés en el trato con los alumnos o con los padres de éstos. Y era lector ávido. Se había acostumbrado a ello y la biblioteca ambulante le llevaba ejemplares de obras de autores famosos, principalmente de la colección Austral y temas propios de los procesos de la educación. Estaban destinados a satisfacer sus ansias de aprendizaje que no cesaba sino cuando cerraba los ojos por vez final. En una repisita colocada a espaldas del lugar en que se encontraba, tal vez junto a la pizarra, estaban los textos de los que enseñaba.
 
Al principio eran ediciones españolas, principalmente de Seix y Barral. Después esos textos fueron suplantados por aquellos escritos por la excelsa educadora que fue doña Aurora Tavárez Belliard. Más tarde, otros pedagogos criollos llenaron, junto a ella, el vacío de una textología dominicana.
 
A cambio de su entrega en la pequeña casita en la cual enseñaba, recibía con frecuencia las pruebas más fehacientes de la gratitud de sus discípulos. Un pollo amarrado a las patas con cordel de cabuya. Un racimo de plátanos. Un yaguacil de víveres blancos. Y sobre todo, el trato reverente de los muchachos a los cuales enseñaba los primeros conocimientos.

¿Quedan de estos maestros? ¡Quién sabe! Lo que es seguro es que ya no quedan de esos alumnos.

El Día del Maestro

El día que el calendario civil tenía reservado al reconocimiento a la obra magisterial era el último día de junio. Casi todas las escuelas, en todo el país, lo celebraban en aulas, pues ese día cesaba el año lectivo, sobre todo para el nivel de la educación básica. Porque los muchachos de la educación intermedia y los de la media que no obtuvieron calificaciones por encima de 70, y más que éstos, los que tuvieron calificaciones en rojo, se quedaban para las pruebas completivas y diferidas.
 
Eran quince días adicionales de repasos en el aula, con un profesorado atento a reforzar aquellos puntos del programa en los cuales los rezagados mostraron debilidad. Los que recibieron calificaciones por debajo de 60 y obtuvieron un promedio de año similar, permanecían en todo el mes de julio en el aula, pues sus siguientes exámenes habrían de administrarse en septiembre.
 
Pero aún estos últimos festejaban ese último día de junio, el Día del Maestro. Aunque fuera un vaso de cristal envuelto en papel celofán y un vistoso lazo, llevaban estos muchachos al agradecido maestro. Hoy, ¿se celebra?

¿Volverán esos años, esos maestros, esos alumnos, a la escuela dominicana?    

lunes, 29 de junio de 2015

Una respuesta a un iracundo antihaitiano











Por: Ramón Antonio Veras.

Tengo por norma no opinar   sobre algo de lo que no tengo conocimiento. El  sentido común me dice que  de lo que ignoro debo abstenerme de emitir cualquier criterio, porque en caso  de hacerlo no sería más que un  atrevido temerario desinformado que en forma imprudente trata de desorientar en lugar de aclarar, despistar y no encauzar.
Recientemente, con motivo de un artículo que   escribí  con el título  “Inmigrantes haitianos negros y pobres en un dilema”, un señor que  se identificó como José,  me  abordó en plena calle Del Sol de Santiago de los Caballeros, en forma iracunda  y totalmente colerizado, me dijo que había leído  mi trabajo  y que del mismo  había sacado la conclusión de que estoy  inventando, porque del asunto migratorio  haitiano no sé nada, que con mi publicación no hacía  otra cosa que demostrar mi prohaitianismo e ignorancia, sobre   la inmigración haitiana en nuestro país.
Después de escuchar al  enfurecido señor, con toda calma le manifesté que él me lucia que  estaba algo perturbado, que en semejante condición no podía  responderle; que en su oportunidad lo haría, para que supiera que tengo conocimientos de lo que  había escrito en torno al fenómeno migratorio haitiano aquí.
En un medio social como el nuestro, en el cual abundan los farsantes, charlatanes, embaucadores y falaces de todos los pelajes y calibres;   y los descalificadores y lenguaraces están por montones, considero  oportuno y provechoso  aclararle a José,  y con él a cualquier otro equivocado, ignaro o desorientado, que no soy   un repentino en el asunto migratorio, y en particular de  la inmigración haitiana en el país. Veamos.
 En el año 1983 escribí el libro: Inmigración, Haitianos y Esclavitud.  Sobre esta obra, uno de los más brillantes escritores haitianos, Gerard Pierre Charles, escribió: “El estudio del doctor  Ramón Antonio Veras,  sobre la situación de los trabajadores haitianos en la República Dominicana, constituye un aporte de excepcional valor, al conocimiento de este tema tan trascendental en las relaciones dominicano-haitianas. Cierto que en los últimos años, destacadas contribuciones  periodísticas, literarias o científicas, han logrado sensibilizar, respecto a ese tópico, a los  sectores más ilustrados de ambos países, así como a la opinión internacional, con informaciones, análisis o testimonios de particular fuerza impactante”.
“Ejemplo de ello, son los libros, El Masacre se pasa a pie de Freddy Prestol; Azúcar Amargo del publicista francés Maurice Lemoine, Migración y Relaciones Internacionales (El caso haitiano-dominicano) de la historiadora haitiana Suzy Castor. El mismo doctor Veras, en columnas de la prensa de su país, ha venido desempeñando una labor pionera, tratando tal problemática con un caudal  de datos que para la brutalidad del universo que plasmaban parecían  inverosímiles… Sin embargo, todas las producciones anteriores referidas a la presencia migratoria haitiana en tierra dominicana no habían  alcanzado penetrar, desde una perspectiva tan amplia y hasta nivel tan profundo, en ese mundo”.
“La obra del doctor Ramón Antonio Veras, superando sus anteriores aportaciones y llegando más lejos que la de sus predecesores, combina el rigor analítico con una riqueza informativa que permite abarcar  toda la extensión, profundidad y complejidad del objeto de estudio. Resultado de ello es una obra multidimensional que se centra en la matriz económica del problema migratorio, con una valoración cualitativa y cuantitativa de los mecanismos de explotación, el análisis pormenorizado de la extrema deshumanización de los emigrados y el examen de las derivaciones y consecuencias de la migración en el plano social e ideológico”.
“La versión original de este trabajo fue presentada  en el Coloquio sobre Migración y Relaciones Internacionales en el Caribe organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en el mes de octubre de 1981. Esta ponencia fue acogida con unánime  admiración por los científicos sociales que concurrieron al evento. Asimismo   dio lugar a un apasionado debate en el que, al través del caso considerado,  se lograron captar los alcances extremos de la super-explotación de los trabajadores provenientes de un territorio dado, por  la burguesía del país receptor,  en acuerdo con las autoridades gubernamentales de ambas naciones”.
“Se destacó así el papel del  estado como agente de compra/venta de la fuerza de trabajo de los emigrados en beneficio propio o en interés del capital internacional y cómo   dicha función  del Estado, da lugar a la coerción más despiadada. Se reveló que tales mecanismos de opresión  y discriminación  se dan siempre que entre  países de procedencia y de recepción de migrantes existan  determinadas   diferencias sociológicas en términos de niveles de desarrollo, características étnicas, culturales y religiosas”.
“Tal realidad se  remite a una problemática más amplia que, extendiéndose en el ámbito del Caribe, lo rebasa y se integra a la sociología de las migraciones en el mundo. Se refiere a una situación que tiene mucho que ver con la problemática de los migrantes de la isla anglófona de Dominica, de los granadinos en Barbados o Trinidad, de los puertorriqueños a Estados Unidos, así como con las emigraciones árabes y españolas, africanas y portuguesas  a Francia, Alemania o Suiza. Al fin ilustra, con  inusitada nitidez, la problemática de la acumulación a través  de la cual  el capital transnacional, las burguesías respectivas y el Estado a su servicio, además de aprovechar el trabajo de los proletarios locales, se valen del sudor de los trabajadores emigrados para aumentar la tasa de ganancias”.
“Y, como  efecto del aumento de la  producción social resultante del trabajo emigrado, la población de los países receptores, en su conjunto, recibe algún beneficio en términos de división del trabajo, ingresos o nivel de vida;  situación que objetivamente propicia una mayor receptividad, una mayor vulnerabilidad de amplios sectores populares a las ideas, prejuicios, estereotipos difundidos por las clases dominantes  respecto a lo emigrado”.
“En medio de sus numerosos aportes, el principal mérito de la obra es el sentido de responsabilidad de que  hace muestra su autor en el análisis  científico y crítico de esta tan delicada cuestión”.
“Haciendo a un lado todo eufemismo  así como toda complicidad con el statu quo, se asoma a la verdad, asumiendo así posiciones de elevado nivel ético que contrasta con la postura de muchos intelectuales dominicanos que tradicionalmente han visto las relaciones entre los países a través del prisma de los intereses oligárquicos y de los prejuicios de los sectores de poder, pretendiendo dar viso científico o legitimar las ideologías dominantes y las elucubraciones de un nacionalismo mal entendido. Así, cuando no desvirtúan  su sentido, cierran los ojos sobre  una situación  que constituye el mayor elemento de retroalimentación de rencores y errores del pasado; así como un generador de contradicciones y conflictos entre dos pueblos hermanos”.
“El doctor Veras, al asumir una postura científica y humanista que se apega a la verdad, trasciende los lugares comunes en la ideología  dominante, rompe la hipoteca del pasado, se enfrenta al presente, hace obra de  futuro. Un presente de desigualdades e injusticias que demanda objetividad y  también solidaridad del pueblo dominicano, que, por haber conquistado  con tantos sacrificios las libertades democráticas de que disfruta hoy, tiene la sensibilidad para entender los reclamos de un pueblo cercano y rectificar un conjunto de relaciones que hiere la dignidad de nuestras dos  naciones”.
“Un porvenir en que sólo el respeto mutuo, la justa valoración de las semejanzas y diferencias sociológicas, el apego a los intereses de los pueblos y no de las oligarquías, pueden asegurar una coexistencia y una cooperación fructífera en aras de los ideales comunes de democracia, soberanía nacional y progreso”.[i]



[i]  Inmigración Haitianos y Esclavitud. Páginas 3-4 y 5.
Editora Taller, 1983.

Concentración contra los feminicidios en Los Ciruelitos Santiago


Concentración contra los feminicidios en Los Ciruelitos Santiago
ampliar foto
Parte de las mujeres que marcharon ayer en Los ciruelitos, Santiago contra los feminicidios.

 SANTIAGO.-Decenas de jóvenes se concentraron a orilla de la avenida Estrella Sadhalá, a su paso por el sector Los Ciruelitos, con el objetivo de sensibilizar a los hombres dominicanos sobre el tema de la violencia contra la mujer.
   
Entre los manifestantes, unos coreaban consignas, otros portaban pancartas en las que decían: "Ni una más", "Basta de feminicidio", "Basta ya", "Stop", "Ellas podrían ser tú hermana", "No seas cobarde", "Amala", "Apóyala", "Cuídala" y otros mensajes.
   
"De alguna manera el hombre debe de entender que una mujer no es simplemente un objeto que pueden usar", manifestó Maciel Ureña.
   
Coincidieron otras participantes en la concentración, al asegurar que se necesita definir un plan que permita trabajar la violencia como elemento de prevención.
   
"En la mayoría de feminicidios ha habido ciertos descuidos de las autoridades, no pueden esperar que suceda una tragedia para actuar. De que me vale que hayan condenado al homicida si con eso no me van a devolver a mi ser querido", señaló Fanny Cruz.
   
Algunos choferes de vehículos que se desplazaban por el lugar hacían tocar sus bocinas en señal de apoyo a la jornada. Mientras que algunos ciudadanos que caminaban a pie por el lugar se mostraron incomodos por la obstrucción del paso peatonal.
   
Los manifestantes realizaron el pasado sábado la concentración, motivados por el horrendo crimen que fue víctima María Rosa Ventura, de 23 años de edad, ultimada de 17 puñaladas por su pareja sentimental., cuyo hecho ocurrió el pasado sábado 20 de este mes en el sector ensanche José Reyes, en esta ciudad.
   
En la manifestación participaron familiares y compañeros de estudios de María Rosa Ventura.

Cámara de Comercio y Producción de La Vega y Conep analizan panorama económico y empresarial para 2023

La Vega. La Cámara de Comercio y Producción de La Vega y el Consejo Nacional de Empresas Privadas (Conep) ven como esperanzador y optimista ...