(Periodico La Información)
Al llegar al tercer día del nuevo año, se acumulan los buenos deseos de todos y de cada uno para sus semejantes y para la Nación en su totalidad; y resurgen las esperanzas tantas veces esbozadas como otras tantas veces frustradas pero que, en definitiva, no pueden arrinconarse, ni esconderse, ni olvidarse, pues sin ellas, el ser humano contemplaría su devenir con agoreras percepciones.
La vida humana tiene sentido al saber que el mañana, su mañana, puede ser mucho mejor que el ayer y que los sinsabores, las frustraciones y los dolores, son, apenas, ingratos recuerdos que pueden sepultarse tras cada jornada, pues un nuevo sol brillará en cada amanecer y hará posible la renovación de las mejores expectativas levantadas sobre las esperanzas.
Queda en el camino por recorrer, ante todo, el dar gracias a Dios por haber dotado a cada ser humano de un Alma capaz de fortalecerse en cada instante, apenas glorificándolo, porque en Él, en definitiva, está la eterna fuente de nuestras esperanzas.
TODO PARA ÚLTIMA HORA
El dominicano parece disfrutar cuando deja para mañana cuanto puede hacer hoy, como puede observarse una y otra vez en múltiples actividades a las que está compelido y que suponen el cumplimiento de obligaciones ante terceros, sean éstos el cuerpo social, amigos o parientes; y la prueba palpable de esta verdad se vive por estas horas con las personas que no procuraron el marbete que debe ser adherido a los cristales delanteros de los automotores con los cuales marchan por calles y carreteras y que, por consiguiente, pagarán un recargo cuando no multas por intentar conducir sin acogerse al cumplimiento de este derecho fiscal.
No pocos pueden aducir razones económicas, pues si bien montan o poseen un vehículo, carecen de los recursos indispensables como para pagar el derecho fiscal en la fecha fijada, darle mantenimiento regular y apropiado a la máquina o satisfacer otros requerimientos derivados de la posesión del automotor; pero no pocos han incumplido porque simplemente les gusta dejar para mañana aquello que han podido o han debido hacer hoy.
La experiencia de estas horas debe servir a todos, a cumplidores y a no cumplidores, para que historias como las de estas horas no vuelven a repetirse, no solamente en lo que atañe al marbete que muestra el pago del derecho fiscal para conducir un vehículo de motor por las vías públicas abiertas para ello, sino en lo atinente a otros asuntos, personales o no, que imponen fechas determinadas para el cumplimiento de obligaciones específicas.
EN LA CABEZA DE CADA UNO
El presidente uruguayo, José Mujica, casi en la despedida de su mandato, retomó la figura del consumo excesivo propio de la humanidad de los tiempos de hoy, con lo cual repite un planteamiento hecho tanto por Su Santidad el Papa Francisco, como por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por las siglas de una parte en inglés del nombre de la entidad); pero el singular mandatario matiza este punto de vista con una observación muy particular y propia: el consumo excesivo de bienes arrastra una sensación de permanente deseo de nuevos bienes, lo cual se traduce en constantes dolores de cabeza.
El presidente Mujica retrata con sus expresiones a una sociedad mundial que se dispuso a ganarle la partida a la vanidad, concitando demandas de bienes necesarios y no necesarios, por lo cual las sociedades actuales caminan, solamente, hacia el derroche.
La vida humana tiene sentido al saber que el mañana, su mañana, puede ser mucho mejor que el ayer y que los sinsabores, las frustraciones y los dolores, son, apenas, ingratos recuerdos que pueden sepultarse tras cada jornada, pues un nuevo sol brillará en cada amanecer y hará posible la renovación de las mejores expectativas levantadas sobre las esperanzas.
Queda en el camino por recorrer, ante todo, el dar gracias a Dios por haber dotado a cada ser humano de un Alma capaz de fortalecerse en cada instante, apenas glorificándolo, porque en Él, en definitiva, está la eterna fuente de nuestras esperanzas.
TODO PARA ÚLTIMA HORA
El dominicano parece disfrutar cuando deja para mañana cuanto puede hacer hoy, como puede observarse una y otra vez en múltiples actividades a las que está compelido y que suponen el cumplimiento de obligaciones ante terceros, sean éstos el cuerpo social, amigos o parientes; y la prueba palpable de esta verdad se vive por estas horas con las personas que no procuraron el marbete que debe ser adherido a los cristales delanteros de los automotores con los cuales marchan por calles y carreteras y que, por consiguiente, pagarán un recargo cuando no multas por intentar conducir sin acogerse al cumplimiento de este derecho fiscal.
No pocos pueden aducir razones económicas, pues si bien montan o poseen un vehículo, carecen de los recursos indispensables como para pagar el derecho fiscal en la fecha fijada, darle mantenimiento regular y apropiado a la máquina o satisfacer otros requerimientos derivados de la posesión del automotor; pero no pocos han incumplido porque simplemente les gusta dejar para mañana aquello que han podido o han debido hacer hoy.
La experiencia de estas horas debe servir a todos, a cumplidores y a no cumplidores, para que historias como las de estas horas no vuelven a repetirse, no solamente en lo que atañe al marbete que muestra el pago del derecho fiscal para conducir un vehículo de motor por las vías públicas abiertas para ello, sino en lo atinente a otros asuntos, personales o no, que imponen fechas determinadas para el cumplimiento de obligaciones específicas.
EN LA CABEZA DE CADA UNO
El presidente uruguayo, José Mujica, casi en la despedida de su mandato, retomó la figura del consumo excesivo propio de la humanidad de los tiempos de hoy, con lo cual repite un planteamiento hecho tanto por Su Santidad el Papa Francisco, como por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por las siglas de una parte en inglés del nombre de la entidad); pero el singular mandatario matiza este punto de vista con una observación muy particular y propia: el consumo excesivo de bienes arrastra una sensación de permanente deseo de nuevos bienes, lo cual se traduce en constantes dolores de cabeza.
El presidente Mujica retrata con sus expresiones a una sociedad mundial que se dispuso a ganarle la partida a la vanidad, concitando demandas de bienes necesarios y no necesarios, por lo cual las sociedades actuales caminan, solamente, hacia el derroche.
