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domingo, 10 de mayo de 2015

Prohibido quejarse! Médicos que denuncian irregularidades en Santiago son cancelados de inmediato

SANTIAGO DE LOS CABALLEROS, República Dominicana.- Hace una semana, el médico con especialidad en urología, Rolando Báez, recogió sus pertenencias en el Hospital José María Cabral y Báez, luego que fuera cancelado del cargo de director, el 27 de abril del 2015, por mandato administrativo de la ministra de Salud, Altagracia Guzmán Marcelino, en supuesta represalia en contra del funcionario, quien  fue nombrado por decreto presidencial.
Rolando Báez denunció la sobrevaluación de facturas en la compras de productos de limpieza, en el hospital, dijo que allí se adquiría un galón de cloro sobre los RD$ 180,000.00
Datos obtenidos por el equipo de acento.com.do, refieren que la cancelación del galeno vino tras las quejas que Báez habría expresado al presidente de la República, Danilo Medina Sánchez, a quien además habría hecho algunas solicitudes de servicios para el centro de salud, sin consultarlo a su jefa inmediata.
Sin embargo, pese a las informaciones suministradas a este medio de comunicación por fuentes cercanas al exdirector del centro hospitalario, el especialista de la urología rechazó externar su posición sobre los motivos de su despido, indicando que prefería no tocar el tema en cuestión.
“Por ahora no quiero hablar de eso, prefiero dedicarme a mis otras responsabilidades”, puntualizó.
Báez estaba en el nosocomio desde el 31 de agosto del 2011, llegó para sustituir al médico cardiólogo, Nelson Báez Noyer, quien abandonó el  hospital en medio de denuncias  de  deficiencias e irregularidades en su administración, que había iniciado el 03 de septiembre del 2007.
Las denuncias de Rolando Báez
El pasado 20 de octubre del 2011, Rolando Báez denunció la sobrevaluación de facturas en la compras de productos de limpieza, en el hospital, dijo que allí se adquiría un galón de cloro sobre los RD$ 180,000.00.
El funcionario dijo además que muchos exempleados cancelados del área de administración seguían cobrando de manera regular en el centro.
El nombre de Rolando Báez, se une al de  otros médicos de Santiago que han sido apartados de  sus cargos, supuestamente por quejarse de la situación de los hospitales o por denunciar irregularidades (corrupción), como ocurrió con el médico internista, Sergio Díaz, quien fuera el director del Hospital Juan XXIII, desde 1997.
Caso Juan XXIII
Sergio Díaz, exdirector del Hospital Juan XXIII.
La motivación para sacar al médico Sergio Díaz de la dirección del centro médico de la zona sur, donde había sido reconocido por buen desempeño, habría venido por advertir al presidente Danilo Medina sobre la compra de cubetas de limpieza a RD$ 9, 813.00 y zafacones a RD$ 9, 800.00 en septiembre del 2013situación que le resultó alarmante al mandatario.
El médico habría reclamado al mandatario en presencia del entonces ministro de Salud, Freddy Hidalgo, que el hospital llevaba siete años en un proceso de ampliación, mientras la estructura original del centro se deterioraba de forma acelerada.
Díaz confirmó que tras sus reclamos al presidente Danilo Medina y sus quejas a la dirección Norcentral de Salud Pública, la dirigencia del PLD, encabezada por Fernando Rosa, en la zona sur de Santiago, recomendó la sustitución del médico.
El 26 de diciembre del 2013, la doctora Austria De la Rosa, responsable de la Norcentral del Ministerio, aprovechó la tregua navideña para posesionar al doctor Arisnachy Gómez, sustituto de Sergio Díaz.
Otra historia
El 28 de septiembre del 2012, también fue cancelada de la dirección de la Región Norcentral del Ministerio Salud Pública, la pediatra Yadira Pérez, luego que criticara que el presidente  Leonel Fernández Reyna, inauguró varios hospitales sin estar terminados y equipados en los distritos municipales de Hato del Yaque y Baitoa y otras comunidades.
“Nosotros para poder abrir un hospital, necesitamos tener resueltos varios puntos clave, por ejemplo, estos hospitales todavía no tienen energía y nosotros podemos mostrar documentos de todas las solicitudes y diligencias que se han hecho para que se le ponga la energía necesaria a esos centros”, afirmó la profesional, el 26 de septiembre del 2012,dos días antes de que le anunciaran su salida del cargo.

sábado, 9 de mayo de 2015

VIDA DE JOSE FRANCISCO PEÑA GOMEZ

Primeros años y formación académica

Peña Gómez nació el 6 de marzo de 1937 en la loma de El Flaco,Cruce de Guayacanes, sección de Mao, municipio cabecera de la provincia Valverde. Sus padres fueron los inmigrantes haitianosVicente Oguís y María Marcelino. Peña Gómez fue adoptado cuando era un bebé por un campesino dominicano cuando sus padres se vieron obligados a huir de nuevo a Haití, debido a la masacre llevada a cabo contra los haitianos en 1937 por el dictador Rafael Leónidas Trujillo.
La familia crio y educó a Peña Gómez como su propio hijo dándole su apellido, acción que se reflejó más tarde en su interés por los pobres. Una de las ironías que marcaron su vida pública fue darse cuenta que su compañero de boleta en 1994 resultó ser nada más y nada menos que Fernando Álvarez Bogaert, hijo de la familia propietaria de la finca donde creció.
Como resultado de su crianza, Peña Gómez se basó en su voraz apetito intelectual para complementar una educación temprana. A los 8 años de edad, trabajó en una tienda de abarrotes y en un bar, durante su adolescencia, había tomado puestos de trabajo como zapatero y aprendiz de barbero.
En 1952, a los 15 años de edad se convirtió en instructor en programa de alfabetización para los niños pobres de su provincia natal y más tarde trabajó como profesor en las escuelas rurales. En 1959, se trasladó a Santo Domingo, donde se matriculó en un curso de radiodifusión y demostró un talento tan natural que una estación de radio rápidamente lo contrató para anunciar los juegos de béisbol y otros eventos deportivos.
En 1961 realiza un curso de Ciencias Políticas en San JoséCosta Rica; participando en ese mismo año en un curso de Educación Política en San Juan de Puerto Rico.
En 1962 continúa su capacitación en Ciencias Políticas, esta vez en las Universidades de Harvard y Míchigan, enEstados Unidos.
En 1970 se graduó de Doctor en Ciencias Jurídicas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Y en ese mismo año obtiene el Doctorado en Derecho Constitucional y Ciencias Políticas en la Sorbona de París.

Guerra de abril y exilio

Desde 1961, Peña Gómez se convirtió en seguidor de Juan Bosch, el entonces líder del Partido Revolucionario Dominicano. Bosch ganó las elecciones presidenciales de 1962, el primer presidente democrático en 32 años, pero su gobierno fue derrocado en un golpe militar el 25 de septiembre de 1963. En 1965, Peña se reveló y por medio de la radio donde laboraba como locutor llamó a la insurrección popular contra el golpe militar pidiendo el retorno de Bosch. El Presidente de EEUU Lyndon Johnson ordenó una invasión militar para evitar lo que temía era un posiblemovimiento comunista en el país. Sin embargo, Peña Gómez usó sus habilidades oratorias en oposición a esa intervención. Al final, una negociación forzada llevó a Joaquín Balaguer a la presidencia y al PRD a una larga oposición para los próximos 12 años. La represión por parte de Balaguer fue intensa durante todo ese período.
Refugiado en Francia, Peña Gómez estudió ciencias políticas y derecho constitucional y ley laboral durante dos años en la Universidad de París. En el exilio, también estuvo involucrado en los esfuerzos para obtener la condena internacional de violaciones de los derechos humanos en la República Dominicana, y donde estableció relaciones con grupos internacionales que serían importantes para el resto de su vida.

LAS ULTIMAS HORAS DEL PRESIDENTE ANTONIO GUZMAN ANTES DEL SUICIDIO





Haciendo un repaso de cuanto él hizo y dijo en el último día de su vida, late la interrogante: ¿Cómo es que las personas de su cercanía en las postreras horas no sospecharon sus intenciones?
José María Hernández, su yerno, que desempeñaba el cargo de secretario administrativo de la Presidencia; Juan López, entonces director de la Lotería; Ramón Oscar López Güichardo, veterinario que atendía la finca del mandatario en Bobita; el diputado Amadeo Lorenzo Ramírez, entre otros, lo habían observado abrumado, depresivo, triste, asqueado, abandonado, solo, según declararon después, pero estos sentimientos del mandatario no les dieron señal de la fatal determinación que tomaría.
Más aún, Guzmán “desencamó” y manipuló armas de fuego que jamás había tocado, hizo venir desde el interior al secretario de las Fuerzas Armadas, realizó un paseo por barrios y calles de Santo Domingo, apenas acompañado por su chofer Nino; abrió el despacho del Palacio Nacional en horas y día inusuales, recogía el escritorio, desechaba papeles, no decidía marcharse pese a lo avanzado de esa noche de sábado y a pesar de que su esposa Renée lo llamaba insistente para que retornara a la casa de Juan Dolio de donde había salido inesperadamente y en la que lo esperaban para la cena familiar.
Adelgazado, con el cabello más escaso y totalmente encanecido, menos ágil al moverse, con el brazo derecho invalidado por una fractura sufrida al caer en el baño de la fragata presidencial, don Antonio estaba tan descontrolado en sus últimos momentos que tocó dos veces el repique de timbre que usaba para llamar al coronel Rudecindo Pimentel Castro, del Cuerpo de Ayudantes, teniéndolo de frente.
Cuando llegó a la residencia de Juan Dolio no se dirigió a la caballeriza a acariciar a su preferido Santiaguero, como acostumbraba, sino que subió a su habitación. Pasada la una de la madrugada, daba vueltas levantado, solo. Al amanecer se recostó en una barandilla con la vista perdida en el horizonte. No saludó, no desayunó, no leyó la prensa, no respondió los buenos días de empleados y escoltas. Apenas almorzó y en la tarde, en el domicilio de la avenida Bolívar lo que hizo fue subir a buscar una pistola que regaló a López Güichardo y el revólver calibre 38 chapado en oro que le habían obsequiado.
Y nadie adivinó el plan de Guzmán pese a que en horas de la tarde llamó al teniente coronel Pimentel Castro para preguntarle qué tipo de bala resulta el más efectivo para esa arma con la que puso fin a sus días. Cuando las cosas van a pasar, dirán.
La tragedia. El sábado tres de julio de 1982 el Presidente dio instrucciones al general Nabucodonosor Páez Piantini, jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares, para que comunicara a Ramón Oscar que suspendiera un sancocho que le había encargado y se dirigiera a Juan Dolio donde éste llegó a las 5:20 PM. A las seis abordaron la limosina con destino a la casa de la Bolívar. Salieron de allí y cuando la caravana cruzaba el puente Duarte de regreso a Juan Dolio, Guzmán ordenó que giraran rumbo al Palacio Nacional y se comunicaran con el teniente general Mario Imbert McGregor, secretario de las Fuerzas Amadas, para una reunión. En la casa de Gobierno y al tomar el ascensor preguntó por el revólver, que se había quedado en el vehículo.
No te preocupes, calmó a Ramón Oscar, diré a un militar que lo suba.
Llamaba insistente a José María Hernández que retornaba desde Moca para preguntarle a qué altura estaba y requirió la presencia del coronel Braulio Álvarez Guzmán. El coronel Pimentel Castro estaba inquieto. Imbert McGregor y José María llegaron. Doña Renée telefoneaba de nuevo. Está a punto de salir, le contestaron.
Se encerró con Imbert McGregor y afirman que le instruyó garantizar el orden institucional y la transmisión de mando a Salvador Jorge Blanco, el 16 de agosto. Cuando el militar se retiró Guzmán sacó de su escritorio lapiceros, plumas y otros objetos. A Hernández obsequió medallas y monedas y le entregó una hermosa pluma de escribir para Sonia, su hija, esposa de José María.
A las 11.30 de la noche ya se encontraban en el ascensor y los militares avisados de que la persona, el Águila uno estaba a punto de salir cuando éste manifestó a Hernández que iría al baño. Entró y cerró por dentro, lo que nunca hacía. Tarda, José María le toca. Le responde que ya va pero minutos después se escucha una estremecedora detonación. Páez Piantini rompió el cristal de la puerta y encontró al Jefe de Estado en un sillón de barbería, ensangrentado, agonizante, con un tiro que entró a quemarropa por el lado izquierdo de su cara. Los militares lo cargaron y llevaron al hospital militar Enrique Lithgow Ceara donde expiró a las cinco de la madrugada del 4 de julio.
El primer anuncio de la muerte lo ofreció su hermano, el doctor José Leonor Guzmán Fernández quien participó en los afanes por salvarle la vida. Salió del quirófano con lágrimas en los ojos y despojándose de su bata de médico.


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