: José Jáquez
Si tengo que definir bocina diría lo siguiente: Es un
artefacto que produce ruido, existen muchos tipos de bocinas, en lo que se
diferencian básicamente es en el sonido que emiten, a partir de aquí, se les da
un uso en particular. Pero en materia de comunicación del siglo XXI, aunque
hace referencia en su significado, habría que ser más específico.
Las bocinas de la comunicación dominicana son
profesionales de la comunicación y el periodismo que han encontrado un
ejercicio vendido al gobierno por la colocación en la nómina estatal como si
fuera empleado. Hoy en día, el que usted menos sospecha cobra en una o varias instituciones
del estado, solo para defender la política del gobierno.
En el marco de la explicación anterior, una bocina es
menos decente que una botella, porque esta última, es decir, la botella, y las
hay bien grande, puede guardar silencio en las discusiones de grupos, no tiene
que ser vocero, no tiene que presentar currículo, en fin no tiene compromiso
social como profesional de la comunicación y el periodismo.
Las bocinas del gobierno, esos notables de la comunicación,
afectan profundamente su carrera, desprestigian esa importante desvirtuando la
realidad, maquillando circunstancias, colocando sus talentos al servicio de
intereses políticos continuistas. Olvidan esos programeros, analistas y
presentadores que los medios de comunicación sirven de modelo a la sociedad,
trazan pautas.
Lo peor de un periodista, comunicador bocina es que además
del daño que le hace a su país, recibe dinero de los contribuyentes, cobra
dinero del presupuesto por su vil
engaño. El daño es aún mayor, cuando esa lamentable línea sirve de guía a los
estudiantes de comunicación social de las universidades.
Esas bocinas del gobierno han errado al llamar bocinas
de la oposición a los que defienden al movimiento Marcha Verde y demás líneas políticas
de oposición. Primero porque sólo se es bocina si se recibe pago por desvirtuar
los problemas del país para intentar hacer quedar bien al gobierno. Los comunicadores
y periodistas que simpatizan con movimientos de oposición políticas, más que
recibir dinero sacrifican su producción al rechazar muy cara publicidad del gobierno.
Las líneas tanto de oposición al gobierno como la de
bocinas del gobierno han alejado un poco el auténtico ejercicio del periodismo
y buena comunicación. Por tanto, se sugiere a las jóvenes generaciones del área
de la comunicación, cuestionar el modelo actual y buscar en los clásicos para
imitar sus buenas prácticas.
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