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viernes, 1 de mayo de 2015

El descalificador en nuestro medio social













Por: Ramón Antonio Veras.

Este escrito se lo dedico a todas las mujeres y hombres meritorios por sus éxitos,  víctimas de los descalificadores.

I.- El descalificador en su sociedad ideal
1.- La  perversión social es la esencia del descalabro de lo que es  una colectividad civilizada en declive.  Es evidente que si no está  podrida,  le falta poco  a  una sociedad como la dominicana en la cual  en forma sucesiva ocurren hechos aberrantes como el de un  nieto que viola a su abuela de setenta y cuatro (74) años de edad; desconocidos queman anciana de 78;  choferes amenazan quemar una guagua llena de niños,  y una madre  negocia actividades sexuales de dos  de sus hijas.
2.- En ese mismo conglomerado  dominicano de hoy es donde abundan nocivos de toda facha, ahítos de taras,  dispuestos a poner en práctica su obstinada obsesión a dañar, lesionar a los demás con su punzante y tormentosa opinión, siempre cargada del veneno descalificador.
3.- El que  descalifica en el fondo de su alma  aloja rencores de todo  tipo, resentimientos  malvados, aversión centralizada y aborrecimiento enfermizo; no tiene espacio  para admirar al exitoso, amar a los demás ni apreciar los valores que acompañan a quien se ha hecho merecedor  de los mismos por su accionar en la vida. En estos momentos, el  estado de descalabro que  se encuentra  la sociedad dominicana, es la ideal para la  formación y desarrollo de quien  procura descalificar a los  que se hacen merecedores del respeto y consideración de la sociedad.
4.- Para hacer labor de descalificador, se precisa estar dominado por la envidia y la intriga, y poner estos vicios en ejecución  cuantas veces  se  quiera incapacitar a otro con virtudes y que goza de respeto ganado con el buen proceder.
5.- No resulta fácil saber cuándo nos encontramos ante un descalificador, aunque en ellos siempre está presente el desvergonzado, zigzagueante, granuja, simulador, indigno, perverso, embustero, insidioso, malicioso e  infame.
6.- La persona  que hace de la descalificación un hábito, permanece mentalmente armada; en su cerebro letrino almacena todo aquello que le sirve como medio de destrucción  de honras, méritos, virtudes, fama, respeto bien ganado por su talento y buen comportamiento.
7.- Los métodos más usados por el descalificador son el chisme, la intriga, la mentira, la insinuación, la difamación, el rumor, la insidia, la maquinación y la estratagema; todo acompañado de hipocresía, simulación, fingimiento; simulación, frialdad, desfachatez y absoluta indolencia.

II.- El descalificador: su víctima, forma de actuar, auditorio y escenario
8.- El descalificador no escoge como víctima a cualquier persona; él  sabe hacia  quien dirige  su proceder diabólico; acciona contra alguien  de valía; lanza sus dardos venenosos para descalificar a los ilustres, a los triunfadores, a los  exitosos, sobresalientes y meritorios.
9.- El descalificador no se ocupa de los  insignificantes, de los sin importancia. En razón  de que  su objetivo es dañar, no logra sus fines  ocupándose de quien carece de brillo. Busca  con su mordacidad deslustrar seres humanos excelentes, no a los mediocres.
10.- El accionar normal del descalificador no es actuar frente a frente ante el que quiere descalificar, sino que hace uso  de la sinuosidad, del ondulante y siniestro zig zag que  le es  inherente  a su persona; su obra infame y serpenteante es extraña a la franqueza y a lo  directo; le conviene actuar disimulado, retorcido, nunca derecho.    
11.-  Para alcanzar su objetivo dañino el descalificador estudia previamente el auditorio ante el cual va a soltar su palma de fuego verbal; le  gusta exponer  sus ideas perversas en un círculo social en el cual su víctima  sea respetada; siempre espera  que la audiencia le preste atención a lo que va  a decir contra el  escogido para descalificar.
12.- En su afán por denigrar a la persona respetable y sobresaliente, el que descalifica se ubica por lo regular donde hay una concurrencia accidentalmente cautiva, ya sea en un encuentro de amigos y amigas, un centro de diversión, una funeraria, un club cultural o social, en fin, allí donde hay una aglomeración  que se ha dado cita por algo de interés común.
13.- El escenario ideal para el descalificador hacer su indigna labor es aquel donde se mueve la persona que busca rebajar o de cualquier forma  denigrar. El ambiente para vilipendiar al hombre o mujer de bien  es allí donde normalmente hacen acto de presencia por su vida laboral o profesional.
14.- Todo aquel que hace el sucio trabajo de descalificar a las personas de prestigio, sabe en el momento que inicia su bajo operativo, pero no cuando lo concluye;  por lo general, considera que su misión  indigna ha concluido cuando ha reducido anímica y moralmente a quien procura descalificar.
15.- Alcanzada la desmoralización, el desprestigio y el descrédito de su víctima, el descalificador se siente realizado en su baja tarea; mientras más estropea la honra y prestigio de su sacrificado, más disfruta su logro; es cuestión de sembrar el descrédito hasta lo infinito.

III.- El descalificador y su lenguaje
16.- El lenguaje del cual se vale el descalificador se ajusta al fin perseguido para envilecer, despreciar  al perjudicado; el sacrificado muchas veces no se da cuenta de la labor agraviante que se hace en  su contra porque los  términos, las expresiones del descalificador siempre están envueltas, cubiertas de malicia y doble sentido, jerga propia de los hipócritas.
17.- Para cubrir la realidad con la apariencia, el descalificador se apoya en  el hablar dudoso, en términos dubitativos; en conceptos vagos y ambiguos, para dejar sembrada en su auditorio una imagen discutible hacia la persona meritoria y que busca descalificar.
18.- Aquel que se ceba descalificando a quien se ha ganado el respeto de la sociedad por sus méritos, recurre a las expresiones de  “a lo mejor”; “tal vez”, “quizás”; “andan diciendo”;  “no sé si  es cierto”, “pero comentan”; “no le doy mucho crédito a lo que dicen, pero quien me lo dijo me merece credibilidad”, “a mi no me lo crean, pero dicen por ahí...”
19.- El descalificador procura sembrar en los demás la confusión  con relación  a quien se persigue deslustrar como persona de consideración y respeto; habla para inducir no a la certeza, sino a la deducción, a la suposición; el objetivo es que queden  en conjeturas las virtudes de aquel  que ha sido escogido para convertirlo en despreciable por desmerecer de esas virtudes.
20.- Enviado el mensaje de incertidumbre sobre las condiciones morales y de consideración  de quien  se trata descalificar, el descalificador logra parte de lo que busca, porque si ayer existía convicción, seguridad de la calidad probada del lesionado, ahora hay vacilación e indecisión.
21.- El descalificador concluye su obra cuando invalida moralmente a su víctima; se siente bien  destruyéndole  la reputación, desprestigiándola  en su buena imagen; haciéndola ver como alguien  ejemplo de deshonor, que sólo merece el desprecio de la sociedad.
22.- El descalificador, habiendo sembrado el desconcierto, si simulaba ser amigo del ofendido, toma distancia de él,  se aleja para que no se sepa que fue  quien sembró la cizaña para descalificar moralmente a su supuesto amigo.

IV.- El descalificador y su cómplice
23.- El descalificador no actúa sólo; necesita la receptividad,  los oídos y la lengua  de un  copartícipe que haga  suya la versión que ha de dañar la honra y dignidad del agredido triunfador sobresaliente; el cooperador disfruta  la acción dañina contra el descalificado con igual intensidad que  el descalificador.
24.- Aquel que escucha al descalificador y da como ciertas sus versiones, se hace cómplice, y debe ser tratado como tal; la víctima de la descalificación ha de actuar frente al coautor con el  mismo método que con  el inventor  calumniador; el compinche de la infamia hay que colocarlo en el mismo plano que al creador de la misma.
25.- El cómplice encubridor forma parte de la trama desde el momento que se hace partícipe de la conjura urdida para lesionar al hombre o mujer con meritos bien valorados por la parte sana de la sociedad.


Reflexión final
a.-  El lumpen, ese desecho social que hace labor de descalificar a las personas dignas, honradas y meritorias, hay que sancionarlo con  indiferencia y absoluta frialdad; haciéndole saber  que es del dominio público  que él es  un zaramagullón  de  la deshonrosa y despreciable  actividad descalificadora.
b.- Las personas ilustres  deben elevarse ante la diatriba de sus detractores; el descalificador, con  su aviesa opinión  de  malvado, no puede mellar la fama bien ganada de un acreditado triunfador o triunfadora.
c.- La perorata, la injuria de aquel que busca fastidiar y reducir al ser humano digno y bien apreciado en la  sociedad, debe ser  ignorada;  el eminente  ha de hacer caso  omiso a lo que diga un descalificador de honras merecidas.
d.- La menudencia de persona que es el que procura descalificar a los sobresalientes, a los triunfadores y exitosos, ha de recibir el trato que merece como desecho social,  vulgar   e insolente y ofensivo de la buena conducta y recto proceder de los demás,
e.- Las palabras  que salen de lo más profundo de  los  intestinos hasta llegar a la boca del descalificador, no deben  ser repetidas por ningún hombre o mujer decente,  porque su resonancia daña; su eco contamina y empaña la mente sana; el vocablo preñado de odio contra un ser humano exitoso, no puede ser objeto de comentario alguno. La cháchara, la verborrea del que descalifica debe caer en el vacío y en el olvido.
f.- Finalmente, me permito sugerir al hombre o mujer exitosa, a los triunfadores y sobresalientes que padecen tristeza y angustia por ataques provenientes de un descalificador, armarse de alegría, mantenerse en júbilo permanente, contagiándose de gozo, y recordarles que, si les tocare llorar, no olvidar que cada lágrima tiene su valor: es la hermana de la sonrisa.

Santiago de los Caballeros,
30 de abril de 2015.




Experto afirma que el desempleo, la delincuencia y la falta de educación son principales causas de la inseguridad en Santiago



Trabajar en el diseño y estructura de una nueva Policía Nacional que incluya su descentralización, dando paso una policía local es el principal desafío que tiene la sociedad dominicana para enfrentar con éxito la inseguridad ciudadana.

La afirmación es de Juan Carlos Ortiz, Secretario General del Voluntariado por la Seguridad Pública de Santiago (VOSES), quien afirmó también que para garantizar la seguridad ciudadana a la población se requiere el empoderamiento  de los alcaldes y demás autoridades locales.

Al exponer en el Diálogo sobre Políticas Públicas sobre la Situación de la Seguridad Ciudadana en Santiago ¿Qué Hacer?, indicó que se requiere diseñar un Plan Integral Territorial de prevención y control del delito, focalizar los registros estadísticos por zonas, sector, barrio, avenida o calle, así como contabilizar con claridad la cantidad real de las denuncias y casos de delincuencia en base a un enfoque territorial.

Propuso la creación de las Mesas Zonales o Sectoriales de Seguridad Ciudadana  para que los problemas de inseguridad sean tratados desde estos espacios y puedan ser sometidos a los altos estamentos competentes en materia de seguridad en búsqueda de soluciones a corto y mediano plazo.

En su intervención abogó, además, por un mayor control de la proliferación de las armas de fuego, por un incremento sostenido del patrullaje policial activo y preventivo; “Debemos movilizarnos de manera organizada para poder exigir el derecho a la seguridad que por Ley merecemos”, manifestó Juan Carlos Ortiz.

Al presentar los hallazgos de un estudio reciente realizado por VOSES expresó que el registro anual de homicidios en Santiago se mantiene estable en los últimos 10 años  con un promedio de 208 muertes por año y una tasa de 17 por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, en el primer trimestre del 2015 se ha producido un incremento de muertes violentas en comparación con el primer trimestre del 2014, registrando este año un total de 67, siendo las del año anterior 47.

El desempleo, la delincuencia, la falta de educación y de valores familiares, el narcotráfico y la corrupción son las principales causales de la inseguridad ciudadana en Santiago, según los encuetados por el Voluntariado por la Seguridad Pública, siendo  el robo y el asalto en la vía pública los principales delitos identificados.

El 30% de los entrevistados  indicaron que ellos o algún miembro de la familia fueron víctimas de un delito. El 70% de ellos dijo no haber formalizado ninguna denuncia ante la fiscalía, siendo las principales razones el considerar que es una pérdida de tiempo 53.8%, desconfianza en la autoridad 29.2%, delito de poca importancia 15.4%.

La mayor tasa de delito en la ciudad de Santiago se registra en la Unidad Zonal de Planificación 1 integrada por el área céntrica de la ciudad, Mejoramiento Social, Pueblo Nuevo, Parque Metropolitano, Ensanche Bermúdez, El Ensueño, La Zurza, Jardines Metropolitanos, Ensanche Simón Bolívar y otros.

El Diálogo sobre Políticas Públicas es un espacio de discusión y debates sobre temas relevantes  de la ciudad y el país que se desarrolla cada mes. Es organizado por la Fundación Solidaridad, el Centro Integral para el Desarrollo Local (CIDEL) y el Recinto Santiago de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Un público integrado por académicos, expertos en temas diversos y ciudadanos y ciudadanas enriquece el espacio con sus intervenciones haciendo del Dialogo un medio donde a partir de las reflexiones de los participantes se delinean las políticas públicas que debieran ser implementadas para resolver los problemas planteados y que son objetos de debates.

Santiago de los Caballeros
30 de abril del 2015.

Día del Trabajo encuentra trabajadores deprimidos


Día del Trabajo encuentra trabajadores deprimidos
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Félix Parra 

SANTIAGO.-El Día Internacional del Trabajo encuentra a los trabajadores dominicanos en una de las peores crisis en medio del enfrentamiento entre el sector sindical y el patronal que no se ponen de acuerdo para un aumento salarial.
  
El trabajador es el motor que junto a las maquinarias mueve las empresas e industrias, mecanismo mediante el cual produce las riquezas y el crecimiento de las misma.
  
Pero además ese beneficio debe proporcionar una mejor calidad de vida a quienes día a día impulsan ese desarrollo y crecimiento empresarial.
  
Sin embargo en la República Dominicana, con pocas excepciones el trabajador no se toma en cuenta, para que éste disfrute de dicho crecimiento y beneficios y cada dos años cuando de acuerdo a la Ley deben revisarse los salarios mínimos se les regatea un aumento.
 
Pero en esta ocasión el problema se ha profundizado debido a la propuesta del sector patronal, que eliminar derechos adquiridos como al cesantía, como condición, para disponer el incremento del salario, el que casi siempre queda por debajo de los niveles de inflación acumulados.

Las innúmeras reuniones que hasta ahora se han celebrado, no han sido suficientes para que con la intermediación del Ministerio de Trabajo se pueda establecer el reajuste salarial que la clase trabajadora espera con ansia.
  
Los aumentos de precios de productos, artículos, mercancías y servicios han disminuidos de manera drástica el poder adquisitivo de los trabajadores debido a que la mayoría de los salarios a lo largo de la vida republicana, no son competitivo.
 
Ojalá que este nuevo aniversario sirva de reflexión para que el sector empleador entienda que mientras mejor calidad de vida y mejores condiciones de trabajo tiene el empleado es más productivo, lo que redundará en beneficio de todos.
  
De ahí que se espera que en la reunión convocada por el Comité Nacional de Salarios, para el día 13 del presente mes se pueda llegar a un acuerdo satisfactorio para un verdadero reajuste salarial, sin que ello implique despojar a la clase trabajadoras de derechos adquiridos.
  

Cámara de Comercio y Producción de La Vega y Conep analizan panorama económico y empresarial para 2023

La Vega. La Cámara de Comercio y Producción de La Vega y el Consejo Nacional de Empresas Privadas (Conep) ven como esperanzador y optimista ...