Por: Ramón Antonio Veras.
I.- El idioma español y su uso en nuestro medio
1.-El español, el idioma que utiliza nuestro pueblo para su comunicación, es sumamente rico porque cuenta con una gran variedad para su empleo, sin
importar que sea en forma escrita u oral; su función cambia dependiendo del
nivel educativo de la persona que de él se sirve.
2.- El hablante y
su receptor, en el curso de una conversación
pueden utilizar palabras cuya real recepción sea únicamente comprendida
por ellos en el sentido expresado; el alcance y significación será lo que ambos
quisieron identificar por medio del
lenguaje, pero sin caer en idiomatismo.
3.- Por lo regular,
las frases de las cuales hacemos
uso son el fruto de construcciones
gramaticales que responden a cuestiones especificas, muy propias del medio social dominicano, sin que
esto entrañe giro idiomático.
4.- Hemos hecho
referencia a la amplitud del idioma español, y las distintas funciones que desempeña en la comunicación entre dominicanas y dominicanos, para
destacar que una palabra al ser empleada sólo el hablante sabe el sentido, el significado que le ha dado, como ocurre con el vocablo pendejo.
II.- La palabra pendejo utilizada por
un corrompido contra una persona seria y honesta
5.- En el curso de
una conversación, al escuchar la palabra
pendejo debemos de ser lo suficientemente
ágil para comprender su esencia, la
intención de quien la ha pronunciado. El enlace, la articulación de palabras puede servirnos para una
correcta comprensión.
6.- La palabra pendejo, al margen de su definición relacionada
con la ubicación en una parte del cuerpo
humano, en nuestro medio su uso se
ha desarrollado con la misma rapidez que
se ha agrietado la sociedad dominicana. Su utilización es de gran aplicación para hacer mención de
características o particularidad de
alguien, primero enalteciéndolo y luego rebajándolo. De ahí que es común escuchar: «tú eres una persona buena, pero pendeja».
7.- Para hacer
sentir mal anímicamente a una persona
honrada, aquel que cumpliendo con el sentido de la honradez no sustrae fondos
públicos, se procura reducirle su autoestima diciéndole que es un tonto, un pendejo, porque la estima de la dignidad y la consideración
no tiene significación pecuniaria.
8.- La palabra pendejo
es empleada, casi siempre, por una persona de mala calaña, contra otra
de correcto proceder, para estigmatizarla, deshonrarla reprochándole lo
que hace en cumplimiento de su deber. Al infamar a quien honra con sus
actuaciones, el canalla busca herir al ser humano honesto y noble a cabalidad. Así, por ejemplo, al juez honesto y laborioso, aquel que administra una sana justicia, y no vende sentencias, para golpearlo en su sentido de dignidad le dice: “usted no es más que un pendejo, porque dejó la magistratura y en ella no hizo
fortuna económica”.
9.- En un medio de
corruptos, el decente es considerado pendejo.
El que fue burócrata toda su vida, y
hoy no tiene una villa en Casa de Campo, para herirlo se le dice que es buen pendejo,
que por
estar de pusilánime anda a pie y sin casa de veraneo.
10.- Para
zaherir al brillante abogado, estudioso, respetuoso y leal con su cliente y en los debates, se le identifica
como pendejo porque no resuelve los asuntos recurriendo a
artimañas y triquiñuelas o compartiendo sus honorarios con los jueces que conocen de
las litis que lleva.
11.- En busca de golpear al galeno sensible, de él
se ponen a circular aviesos comentarios, tales como: «No hay lugar a
dudas de que es un brillante médico, dedicado a su profesión y entregado a sus
pacientes, pero por pendejo lleva una vida modesta, por no comercializar con la
medicina va a morir como nació, sin nada».
12.- Con el fin de
denostar a un profesor digno, de él se pone a circular la especie de que: «fue
un gran maestro, educador de varias generaciones de santiagueras y
santiagueros; muy preparado y serio; nunca promovió a un alumno por dinero, pero, por pendejo,
ahora tiene que vivir en el extranjero,
porque en el país no tiene garantizada ni una aspirina para su salud».
13.- Los
sinvergüenzas, para hacer creer que ser
digno carece de significación,
como crítica a los honrados, refiriéndose a un hombre honesto sueltan la
idea de: «Siempre ha actuado con rectitud y honestidad; es un ciudadano
ejemplar, pero no ha avanzado económicamente por estar de pendejo; ha vivido de
ilusiones, con la creencia de que con
pendejadas se puede vivir bien».
14.- Con el
objetivo de igualar a los evasores con
los que pagan sus impuestos, el tigre metido a empresario comenta: «como
empresario es muy destacado, reconocido
por su laboriosidad, perseverancia y organización; su empresa es modelo en su
área, pero no ha crecido en lo
económico por estar de tonto; es un pendejo que no se pone fácil con la aduana
ni con impuestos internos; si boroneara a los funcionarios recaudadores, fuera
de los más ricos del país».
15.- En
procura de atacar a los periodistas que no alquilan ni
venden su pluma, el gacetillero rastrero razona diciendo: «Es de los
periodistas más talentosos, y siempre ha mantenido una conducta irreprochable,
pero es muy cerrado, no acepta engrase, se maneja por lo correcto; es un pendejo, por eso ahora es que tiene un
carrito de medio uso».
16.- La opinión de
un negociante mañoso, que ha estafado a
medio pueblo, al referirse al comerciante de bien dice: «Creo que es el más viejo en la
actividad comercial en esta plaza; sus compañeros en los negocios le reconocen como hombre de palabra y buena paga, pero es un lelo, un
buen pendejo, porque nunca ha
comprado efectos robados ni de
contrabando».
17.- El mecánico
vagabundo, para reducir a su compañero de oficio que es decente y honrado, lo
califica así: «Lo imbécil que es el
mecánico fulano de tal, lo ha llevado a vivir de pendejo; le dice a sus clientes con sinceridad hasta la pieza que le cambió a su vehículo, y para
colmo le guarda la factura; la falta de sagacidad de ese pobre mecánico lo mantiene, por pendejo, en la miseria».
18.- El
politiquero ladrón, para deslustrar al político honrado, hace este comentario: «Está
en la política desde hace tiempo y predicando con el ejemplo, pero morirá sin
un centavo, porque es un buen pendejo;
cree que con principios y decencia va a ocupar
una curul de senador o diputado;
si no se pone en la onda y sigue como hasta ahora, no alcanzará a ser
ni regidor; la política no es para pendejos
que creen en tonterías; el que se pone a
hacer tontadas, se queda como el rabo, atrás y para abajo».
19.- Refiriéndose a un ciudadano que llevó una vida de honradez y se puso a hacer politiquerías, el politiquero comenta:
«Ese perdió el dinero que se ganó trabajando porque, por estar de pendejo, se puso a competir con otro
que hace tiempo es senador con su
barrilito; no se puede actuar
como pendango; las tonterías no cuadran en la politiquerías de los despabilados; se le olvidó que no se
puede actuar pendejamente en un medio como el nuestro, donde el más pendejo sirve como consultor de
adivinos».
20.- Como crítica del malvado a una persona noble, es común escuchar: «Es un ser humano excepcional,
con sentido de la solidaridad y apegado a las normas de la decencia y la
lealtad, pero no da para moverse en el
círculo que está ahora; el luce ahí como un carajo, un pendejo a la vela».
21.- Para
justificar su accionar politiquero, los negociantes de la política lanzan esta
idea: «Los presidentes más honestos y
sensibles que ha tenido nuestro país,
Ulises Francisco Espaillat y Juan Bosch, han salido del poder sin cumplir un año de mandato; no supieron gobernar, por estar de pendejos
civilistas, demócratas sinceros y
honestos; debieron manejarse como Báez, Santana, Lili, Trujillo, Balaguer y
otros».
22.- Aquel que
quiere santificar su vida de pillaje y negocios del bajo mundo en el ejercicio
profesional, no pierde oportunidad para soltar esta idea: «Hay que dejarse de
pendejá; tengo amigas y amigos a los
cuales les tiro su borona porque son profesionales muy buenos,
excepcionales, pero por estar de pendejos
se han quedado rezagados; el mundo es de los avispados, no de los pendejos e idiotas».
23.- En procura de
encontrar cómplices en sus fechorías, el
profesional sin moral ni ética se contenta con decir: «Ese muchacho ha
progresado como profesional, ha sabido moverse, es un diablo a caballo, no un pendejo
como muchos que se contentan con hablar de honestidad, pero no son más que unos
pendejotes que creen en la ética y la moral; los zoquetes no van a la gloria ni
conocen el progreso social».
24.- El corrupto
se siente bien haciendo referencia a sus iguales en la corrupción. Es común
escuchar a un tigre de baja estofa decir: «Me dijo que su vida ha cambiado en
los últimos años porque se separó del grupo que formaba parte; ahora tiene
otra forma de proceder, ya no es un pendejo; hace dinero y se olvidó de los demás; a
diferencia de los que actúan como pendejos, ha brincado por
encima de los que proceden con tonterías».
25.- Aquel que se
dedica a vivir al margen de la ley y las buenas costumbres, se sorprende del buen comportamiento de quien
ajusta sus actos al correcto proceder, y es por lo que se arriesga a hacer comentarios como este: «Me
siento confundido con ese muchacho a quien creía inteligente, pero ahora me doy
cuenta que no lo es, porque me está hablando de honestidad; me luce un pendejote,
un bobo que no da para nada, es un estúpido que no entiende la movilidad
social a cualquier precio».
26.- Como una crítica al que emigró porque no
soportó el alto grado de podredumbre de la sociedad dominicana, el que se mueve
al lado de la corrupción hace este comentario: «El se fue del país porque
aunque tenía una buena preparación académica, correcta formación familiar y es
de buenos modales, no cuadra en esta sociedad, es un pendejo; no se puede actuar pendejamente y con tonterías; el pendejo no va a la gloria, sino al infierno; hay que saber sacar
las uñas, aruñar y olvidarse de formalismos de decencia».
27.- Motivando a la
gente buena a moverse en el mundo de las ilegalidades, el podrido razona
diciendo: «En nuestro país todo está claramente definido; tú dejas que te cojan
de pendejo, o decides pendejear a
los demás; esta sociedad no es de moralistas ni de pendejadas; hay que
aprovecharse de otro o te lleva el
diablo por estar de bobo».
28.- Al justificar
el ascenso social, el progreso económico por medio de acciones
delincuenciales, el delincuente se manifiesta
censurando a quienes rechazan las acciones corruptas: «Por estar de
pendejo predicando la humildad, la
modestia y la honestidad, se quedó atrás; sus amigas y amigos viven hoy con
esplendidez, haciendo ostentación de progreso, con muchas pompas; la humildad y
la pendejá no sirven de nada; la
sencillez no es signo de progreso, sino de mentalidad de pendejos».
29.- El que lleva
una vida desordenada y está dispuesto a
vivir del engaño, lanza críticas a las personas serias y responsables, y de
ellas dice: «Supeditar la vida a estar de circunspecto, con suma discreción y
prudencia, es comportamiento propio de los pendejos;
hay que actuar en forma abierta, nada de frívolo ni de pendejo; el que priva en
mesurado no es más que un tarado pendejón que sólo debe de estar
arrinconado como una escoba vieja».
30.- Para censurar
al que cumple y es disciplinado, el
vagabundo celebra el despido de un empleado serio, y en ese sentido comenta: «Tenía un
buen empleo como jefe auditor de una empresa, pero lo cancelaron porque no actuaba
en provecho de su empleadora; se puso de pendejo, quiso trabajar en
los estados financieros por el librito; fue muy escrupuloso, serio por entero;
le vino con pamplinas a los dueños y le dijeron que se fuera para otra parte con
su escrúpulo trasnochado; en este país el pendejo no tiene espacio por mesurado,
veraz y honesto».
31.- El que no sirve disfruta haciendo comentarios
contra aquellos que no transigen con sus principios. He aquí
lo que comentó un vagabundo por el fracaso de un hombre serio: «El es la
persona ideal para ser profesor de este
colegio, por su comportamiento formal, noble, discreto y disciplinado, pero es
un pendejo; le falta estar acorde
con los tiempos, es un pendejon, trata a los
alumnos con dulzura y suavidad; lo que manda el momento es un individuo
truculento, debe demostrar que es buen profesor y también que genera
espanto por su truculencia».
III.- Algunos, si no
somos pendejos, actuamos como tales
32.- Así como la
palabra pendejo puede ser utilizada
para establecer comparación en el comportamiento de una persona glorificándola y humillándola, encumbrándola o denigrándola,
también se utiliza para calificar a otro como
cobarde, necio, infeliz, idiota e imbécil.
33.- Al margen de
las calificaciones que se relacionan con el pendejo, en el seno del pueblo dominicano, dentro de las diferentes clases, sectores y capas sociales
están presentes personas que, a lo mejor
sin darse cuenta, actúan como pendejos.
34.- Con tonterías
y simplezas, los zaramagullones del accionar politiquero convierten en puros zoquetes a los que, por
estar de tuntunecos guardan silencio,
pasando de decentes a pendejos;
las bobadas de muchos han hecho posible la incidencia de descalificados metidos
a políticos.
35.- Lo que
demuestra la realidad es que la generalidad de las dominicanas y dominicanos
que ejercen su derecho al voto caen de pendejos
por ser víctimas de las pendejadas de quienes se aprovechan de la buena fe
de los electores y electoras.
36.- En nuestro
país, muchos votantes por ser
crédulos se dejan pendejear como corderitos; van a votar y luego son manejados pendejamente;
su sana intención y voluntad política caen ante la viveza de candidatos que
hacen de la truchimaneria una virtud.
La socarronería, la astucia politiquera dobla la sinceridad en base a
pendejadas.
37.- La forma ingenua como se desplazan ciudadanas y ciudadanos
dominicanos hacia los colegios electorales, a los fines de ejercer su derecho al voto en
favor de un candidato, el cual luego
toma su elección para negocio; en este caso la decisión
del elector o electora puede calificarse
de su parte como una pendejada.
38.- La forma candorosa que impulsa al munícipe a votar en
favor de un candidato a alcalde, quien después de elegido se burla de la comunidad
haciendo lo que le da la gana en la alcaldía, lo torna en un pendejo elector.
39.- Como una
tomada de pelo, pendejamente, en nuestra ciudad se crean rutas de vehículos del
transporte público urbano, por pura
conveniencia económica y politiquera, y nos cogen de pendejos. Con ese pendejear
no llegaremos a tener una ciudad debidamente organizada.
40.- Aquel que
llega a la presidencia de la República exhibiendo un programa de gobierno que
motiva a los votantes a inclinarse por su candidatura, y luego en el poder hace
todo lo contrario, convierte en cándidos, en pendejos, a los que creyeron
en su ofrecimiento electoral.
42.- Haciendo el papel
de marrana, a millones de dominicanas y dominicanos que tenemos vehículos de motor, cada viernes nos imponen un impuesto por medio del consumo de
la gasolina; nos comportamos como pendejos; dejándonos tomar el pelo olímpicamente, sin protesta
alguna.
43.-
Comportándonos como pendangos, en
forma sumisa la mayoría de las dominicanas y dominicanos pagamos la energía
eléctrica, sin comprobar si hemos consumido o no lo indicado en la factura.
44.- Aquellas
personas que en los lugares que expenden gas licuado pagan por concepto de la compra del
combustible cincuenta libras, pero el vendedor, aunque cobra por la cantidad
pagada, sólo coloca en el tanque cuarenta; el bobo comprador sabe que lo han
engañado tomándolo de pendejo.
44.- Bajo la
creencia de que somos pendejos, al
pueblo dominicano no se le ha informado en forma pormenorizada, el destino de los dineros
recaudados por concepto de la venta de los bienes incautados con motivo de los
fraudes bancarios descubiertos en el 2003.
45.- Cada vez que
se descubre un gran fraude en un
organismo del Estado, se busca la forma de personalizar el fenómeno de la corrupción
en la persona de un ladrón, para
tomarnos el pelo, cogiéndonos de pendejos, no explicando que la corrupción es sistémica, que forma parte de las lacras que genera el sistema
capitalista.
46.- Los
defensores y beneficiados del sistema
imperante, como si fuéramos imbéciles o pendejos, nos dicen que la democracia que padecemos es del pueblo
y para el pueblo, pretendiendo embaucarnos para que nos traguemos la píldora, y
no comprendamos que la democracia que predomina aquí es la de la
minoría nacional y los intereses extranjeros, que la han diseñado para su
interés y conveniencia. La democracia en general no existe, ella siempre es
clasista y gira alrededor de un sistema social determinado.
Reflexiones finales
a.- En nuestro
medio, es común la palabra pendejo salir de la garganta de aquel
que identificamos como atrabanco; esa
persona que no sirve o sirve muy poco, y
trata de igualarse con aquellos que
merecen la estima y consideración de los hombres y mujeres de bien.
b.- La sutileza
como se maneja quien dialoga con aquel que va a calificar de pendejo, no hace posible conocer de
inmediato las interioridades de lo que
en esencia persigue con el consejo en
forma de conversación sana, pero que
en el fondo, es una reprimenda, y en
ocasiones una combinación de elogios y regaños.
c.- Aquel que
recibe el calificativo de pendejo,
su primera reacción es quedar estupefacto; la palabra lo ha dejado atónito porque no la esperaba de
su interlocutor; luego de pasar el aturdimiento, y ya en calma el ofendido,
entonces es que se da cuenta que en un principio fue calurosamente enaltecido,
para finalmente humillarlo, rebajarlo en
forma miserable.
d.- El que
califica como pendejo a otro hace
una compilación de ideas que concluyen
con el señalamiento que acumula a quien hace alusión; no deja nada de su
intención dañosa dispersa, la unifica para que penetre en la conciencia de
aquel a quien quiere fastidiar.
e.- Por lo
regular, la calificación de pendeja a una persona no se hace desde el inicio del dialogo, sino al final;
originalmente el escenario se prepara con términos elogiosos, aprobando el
comportamiento de quien luego se va a
condenar, a sermonear en relación a su acción o forma de
vida pública o privada.
f.- La murmuración
es un importante componente de quien aplica a alguien la palabra pendejo. El murmurón hace de la
difusión de rumores un arte; con comentarios, apostillas, contribuye a la
formación de juicios falsos que, luego de tanto ser repetidos, toman viso de
verdad.
g.- En su
narración para introducir el término pendejo,
y conseguir achicar la buena fama de otro, el referente rebusca palabras que le
cuadren a un individuo a quien se trata
de desanimar y, a la vez, menguar y sembrarle un estado de abatimiento total,
dejarlo como un trapo, un guiñapo
humano.
h.- En los
razonamientos que hace aquel que califica a otro de pendejo, siempre está de por medio inferir, es decir, el que expone
quiere sacar una consecuencia de una idea suya, deducir a su conveniencia lo
que busca atribuir a alguien.
i- En forma
consciente, algunos hacen uso de la palabra pendejo como forma de entretenerse y, a la vez, fastidiar a otro
con términos que encierran
insinuaciones maliciosas, cargadas de malestar.
j.- Algunas veces
el vocablo pendejo es aplicado a alguien que se le quiere reprochar su correcta
forma de proceder, con el fin de generarle perturbación, conmoverlo para que crea que ha actuado en forma incorrecta.
k.- Personas
malvadas aplican la expresión pendejo con sentido peyorativo, con
el fin de ofender a la persona a
quien va dirigida, para que se sienta
desdeñada, personalmente menospreciada, provocando así inseguridad en
la persona estropeada en su ánimo. Se busca
llenarla de angustia y desaliento.
l.- Por lo regular,
quien hace uso de la palabra pendejo se comporta insinuante, nunca
va directo; usa un lenguaje desalentador y a
la vez persuasivo; le gusta tirar
puyas; cambia de adulador a desdeñoso.
m.- El hablante al
usar la palabra pendejo siempre la
acompaña, no la expresa sola; le pone un
acompañante que le sirve como una especie de comitiva. Precisamente, en ese complemento agregado está lo que
el exponente quiere encerrar en la expresión pendejo; la adición es el
veneno que busca el que tira la
apalabra pendejo.
n.- Con todo pesar debo admitir que, en
ocasiones, la persona que califica de
pendejo al que no hace uso indebido de
los bienes del Estado, resulta un ser humano
de conducta decorosa, movido por
la distorsión de valores que existe en el país, que lo lleva a ver como algo
normal y correcto el aprovechamiento de la cosa pública, porque el ejemplo que se le da desde las
alturas del poder al hombre del pueblo, es que son cosas de nadie, para el
disfrute de todos. Hasta ahí a
llegado nuestra descomposición social.
ñ.- Por
último, en lo que a mí respecta, por
el hecho de haber conocido a muchos pendejos, y en algunas ocasiones
comportarme como pendejo, sigo aferrado
a esta idea: En lo que me queda de vida procuraré
continuar hablando con franqueza ilimitada, pero sólo con el sincero, no con el falso; quiero
comentar, explicar posiciones, pero con el que
me escucha con sentido de seriedad, no con el perverso; aspiro a
razonar con el que es leal, no con el
farsante; busco mediante el lenguaje decir lo que creo es la verdad, no la
mentira; platicar sin perder el tiempo que me queda de existencia, que quiero sea largo y fructífero.
Santiago de los Caballeros,
12 de septiembre de 2015