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lunes, 29 de junio de 2015

Una respuesta a un iracundo antihaitiano











Por: Ramón Antonio Veras.

Tengo por norma no opinar   sobre algo de lo que no tengo conocimiento. El  sentido común me dice que  de lo que ignoro debo abstenerme de emitir cualquier criterio, porque en caso  de hacerlo no sería más que un  atrevido temerario desinformado que en forma imprudente trata de desorientar en lugar de aclarar, despistar y no encauzar.
Recientemente, con motivo de un artículo que   escribí  con el título  “Inmigrantes haitianos negros y pobres en un dilema”, un señor que  se identificó como José,  me  abordó en plena calle Del Sol de Santiago de los Caballeros, en forma iracunda  y totalmente colerizado, me dijo que había leído  mi trabajo  y que del mismo  había sacado la conclusión de que estoy  inventando, porque del asunto migratorio  haitiano no sé nada, que con mi publicación no hacía  otra cosa que demostrar mi prohaitianismo e ignorancia, sobre   la inmigración haitiana en nuestro país.
Después de escuchar al  enfurecido señor, con toda calma le manifesté que él me lucia que  estaba algo perturbado, que en semejante condición no podía  responderle; que en su oportunidad lo haría, para que supiera que tengo conocimientos de lo que  había escrito en torno al fenómeno migratorio haitiano aquí.
En un medio social como el nuestro, en el cual abundan los farsantes, charlatanes, embaucadores y falaces de todos los pelajes y calibres;   y los descalificadores y lenguaraces están por montones, considero  oportuno y provechoso  aclararle a José,  y con él a cualquier otro equivocado, ignaro o desorientado, que no soy   un repentino en el asunto migratorio, y en particular de  la inmigración haitiana en el país. Veamos.
 En el año 1983 escribí el libro: Inmigración, Haitianos y Esclavitud.  Sobre esta obra, uno de los más brillantes escritores haitianos, Gerard Pierre Charles, escribió: “El estudio del doctor  Ramón Antonio Veras,  sobre la situación de los trabajadores haitianos en la República Dominicana, constituye un aporte de excepcional valor, al conocimiento de este tema tan trascendental en las relaciones dominicano-haitianas. Cierto que en los últimos años, destacadas contribuciones  periodísticas, literarias o científicas, han logrado sensibilizar, respecto a ese tópico, a los  sectores más ilustrados de ambos países, así como a la opinión internacional, con informaciones, análisis o testimonios de particular fuerza impactante”.
“Ejemplo de ello, son los libros, El Masacre se pasa a pie de Freddy Prestol; Azúcar Amargo del publicista francés Maurice Lemoine, Migración y Relaciones Internacionales (El caso haitiano-dominicano) de la historiadora haitiana Suzy Castor. El mismo doctor Veras, en columnas de la prensa de su país, ha venido desempeñando una labor pionera, tratando tal problemática con un caudal  de datos que para la brutalidad del universo que plasmaban parecían  inverosímiles… Sin embargo, todas las producciones anteriores referidas a la presencia migratoria haitiana en tierra dominicana no habían  alcanzado penetrar, desde una perspectiva tan amplia y hasta nivel tan profundo, en ese mundo”.
“La obra del doctor Ramón Antonio Veras, superando sus anteriores aportaciones y llegando más lejos que la de sus predecesores, combina el rigor analítico con una riqueza informativa que permite abarcar  toda la extensión, profundidad y complejidad del objeto de estudio. Resultado de ello es una obra multidimensional que se centra en la matriz económica del problema migratorio, con una valoración cualitativa y cuantitativa de los mecanismos de explotación, el análisis pormenorizado de la extrema deshumanización de los emigrados y el examen de las derivaciones y consecuencias de la migración en el plano social e ideológico”.
“La versión original de este trabajo fue presentada  en el Coloquio sobre Migración y Relaciones Internacionales en el Caribe organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en el mes de octubre de 1981. Esta ponencia fue acogida con unánime  admiración por los científicos sociales que concurrieron al evento. Asimismo   dio lugar a un apasionado debate en el que, al través del caso considerado,  se lograron captar los alcances extremos de la super-explotación de los trabajadores provenientes de un territorio dado, por  la burguesía del país receptor,  en acuerdo con las autoridades gubernamentales de ambas naciones”.
“Se destacó así el papel del  estado como agente de compra/venta de la fuerza de trabajo de los emigrados en beneficio propio o en interés del capital internacional y cómo   dicha función  del Estado, da lugar a la coerción más despiadada. Se reveló que tales mecanismos de opresión  y discriminación  se dan siempre que entre  países de procedencia y de recepción de migrantes existan  determinadas   diferencias sociológicas en términos de niveles de desarrollo, características étnicas, culturales y religiosas”.
“Tal realidad se  remite a una problemática más amplia que, extendiéndose en el ámbito del Caribe, lo rebasa y se integra a la sociología de las migraciones en el mundo. Se refiere a una situación que tiene mucho que ver con la problemática de los migrantes de la isla anglófona de Dominica, de los granadinos en Barbados o Trinidad, de los puertorriqueños a Estados Unidos, así como con las emigraciones árabes y españolas, africanas y portuguesas  a Francia, Alemania o Suiza. Al fin ilustra, con  inusitada nitidez, la problemática de la acumulación a través  de la cual  el capital transnacional, las burguesías respectivas y el Estado a su servicio, además de aprovechar el trabajo de los proletarios locales, se valen del sudor de los trabajadores emigrados para aumentar la tasa de ganancias”.
“Y, como  efecto del aumento de la  producción social resultante del trabajo emigrado, la población de los países receptores, en su conjunto, recibe algún beneficio en términos de división del trabajo, ingresos o nivel de vida;  situación que objetivamente propicia una mayor receptividad, una mayor vulnerabilidad de amplios sectores populares a las ideas, prejuicios, estereotipos difundidos por las clases dominantes  respecto a lo emigrado”.
“En medio de sus numerosos aportes, el principal mérito de la obra es el sentido de responsabilidad de que  hace muestra su autor en el análisis  científico y crítico de esta tan delicada cuestión”.
“Haciendo a un lado todo eufemismo  así como toda complicidad con el statu quo, se asoma a la verdad, asumiendo así posiciones de elevado nivel ético que contrasta con la postura de muchos intelectuales dominicanos que tradicionalmente han visto las relaciones entre los países a través del prisma de los intereses oligárquicos y de los prejuicios de los sectores de poder, pretendiendo dar viso científico o legitimar las ideologías dominantes y las elucubraciones de un nacionalismo mal entendido. Así, cuando no desvirtúan  su sentido, cierran los ojos sobre  una situación  que constituye el mayor elemento de retroalimentación de rencores y errores del pasado; así como un generador de contradicciones y conflictos entre dos pueblos hermanos”.
“El doctor Veras, al asumir una postura científica y humanista que se apega a la verdad, trasciende los lugares comunes en la ideología  dominante, rompe la hipoteca del pasado, se enfrenta al presente, hace obra de  futuro. Un presente de desigualdades e injusticias que demanda objetividad y  también solidaridad del pueblo dominicano, que, por haber conquistado  con tantos sacrificios las libertades democráticas de que disfruta hoy, tiene la sensibilidad para entender los reclamos de un pueblo cercano y rectificar un conjunto de relaciones que hiere la dignidad de nuestras dos  naciones”.
“Un porvenir en que sólo el respeto mutuo, la justa valoración de las semejanzas y diferencias sociológicas, el apego a los intereses de los pueblos y no de las oligarquías, pueden asegurar una coexistencia y una cooperación fructífera en aras de los ideales comunes de democracia, soberanía nacional y progreso”.[i]



[i]  Inmigración Haitianos y Esclavitud. Páginas 3-4 y 5.
Editora Taller, 1983.

Concentración contra los feminicidios en Los Ciruelitos Santiago


Concentración contra los feminicidios en Los Ciruelitos Santiago
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Parte de las mujeres que marcharon ayer en Los ciruelitos, Santiago contra los feminicidios.

 SANTIAGO.-Decenas de jóvenes se concentraron a orilla de la avenida Estrella Sadhalá, a su paso por el sector Los Ciruelitos, con el objetivo de sensibilizar a los hombres dominicanos sobre el tema de la violencia contra la mujer.
   
Entre los manifestantes, unos coreaban consignas, otros portaban pancartas en las que decían: "Ni una más", "Basta de feminicidio", "Basta ya", "Stop", "Ellas podrían ser tú hermana", "No seas cobarde", "Amala", "Apóyala", "Cuídala" y otros mensajes.
   
"De alguna manera el hombre debe de entender que una mujer no es simplemente un objeto que pueden usar", manifestó Maciel Ureña.
   
Coincidieron otras participantes en la concentración, al asegurar que se necesita definir un plan que permita trabajar la violencia como elemento de prevención.
   
"En la mayoría de feminicidios ha habido ciertos descuidos de las autoridades, no pueden esperar que suceda una tragedia para actuar. De que me vale que hayan condenado al homicida si con eso no me van a devolver a mi ser querido", señaló Fanny Cruz.
   
Algunos choferes de vehículos que se desplazaban por el lugar hacían tocar sus bocinas en señal de apoyo a la jornada. Mientras que algunos ciudadanos que caminaban a pie por el lugar se mostraron incomodos por la obstrucción del paso peatonal.
   
Los manifestantes realizaron el pasado sábado la concentración, motivados por el horrendo crimen que fue víctima María Rosa Ventura, de 23 años de edad, ultimada de 17 puñaladas por su pareja sentimental., cuyo hecho ocurrió el pasado sábado 20 de este mes en el sector ensanche José Reyes, en esta ciudad.
   
En la manifestación participaron familiares y compañeros de estudios de María Rosa Ventura.

domingo, 28 de junio de 2015

Maestras y maestros ¿pensionados?l




THIRSA LUNA 


28_06_2015 HOY_DOMINGO_280615_ Opinión10 A
Al acercarse el “Día del Maestro” recordamos con gran pesar la situación de miseria en que viven tantos maestros/as pensionados, quienes a pesar de su edad, de los largos años trabajando y de las enfermedades, tienen que continuar, ya sea ofreciendo tutorías o en colegios privados (si pueden y si son aceptados). En cualquier país del mundo reciben una pensión digna que les permite disfrutar del descanso al que tienen derecho, menos en República Dominicana, donde un maestro pensionado no puede ni siquiera alimentarse bien, porque la pensión que recibe no alcanza ni para la canasta familiar.
Se trata de consagrados maestros y maestras que han dedicado treinta, cuarenta y hasta sesenta años de su vida a la noble y hermosa tarea de enseñar, orientar y formar a la niñez y a la juventud dominicana.
Los que tienen familia y dependen de ella, sufren al pensar que después de trabajar durante tantos años no tienen el derecho de vivir de una pensión justa.
Pero… ¿Alguien se ha preocupado alguna vez por mejorar la suerte de los maestros pensionados?
Recordamos una antigua frase que dice: “Tiene más hambre que un maestro de escuela”. Siempre la clase magisterial fue mal pagada, marginada y todavía hoy son posiblemente los profesionales con más baja remuneración del país. Sin embargo ¿cómo no valorar la labor de un maestro? Muchos jóvenes hoy han decidido no estudiar pedagogía, a pesar de su vocación. Todos comprendemos el por qué.
Los maestros/as pensionados fueron de verdadera y probada vocación, hicieron de la enseñanza su vida misma, pero eso solo lo saben ellos y los estudiantes que pasaron por su manos.
Todos sabemos los lujosísimos sueldos que poseen muchos funcionarios del Estado, los cuales tienen tal vez cuatro, ocho años laborando y las fabulosas pensiones que por jubilación han recibido los que se han ido. Más toda suerte de privilegios, cuya labor jamás podrá ni igualar ni mucho menos superar la realizada por un maestro/a.
Los maestros pensionados merecen ser tratados con más respeto, apoyo, justicia y dignidad de parte del Ministerio de Educación y del Gobierno, y saber que con quince mil pesos no puede vivir dignamente nadie, y menos personas de la tercera edad, con problemas de salud y que dedicaron toda su vida a la escuela dominicana.
Las/los pensionados de hoy – los maestros de ayer- han sido quizás los que han trabajado en la época más difícil para un maestro dominicano, después de la revolución constitucionalista y de los siguientes años 60 y 70, que fue la época de las famosas movilizaciones de estudiantes, especialmente de liceos secundarios, que utilizaron esa forma de lucha para protestar y mostrar su inconformidad con el Gobierno de entonces, por el irrespeto a los derechos humanos y por las injusticias sociales. Estos jóvenes estudiantes, equivocados o no, en cuanto a su forma de lucha, tenían ideales patrios, eran auténticos al querer una sociedad más justa, que aún hoy, no llega.
Estas movilizaciones traían como consecuencia la inmediata llegada de la Policía Nacional, que llenaba de balas y bombas lacrimógenas los recintos escolares y calles aledañas y sobre todo el maltrato a profesores y estudiantes que metidos a empujones y macanazos en guaguas de la Policía eran llevados al Palacio de la Policía Nacional en calidad de detenidos. Esto ocurría tres o cuatro veces por mes.
¡Qué tiempos aquellos! Maestras desmayadas por los efectos de los gases lacrimógenos, a pesar de los frascos con vinagre y pañuelos blancos que ellos llevaban en sus carteras para contrarrestar esos efectos, pero que a veces de nada servían.
Sin embargo, al día siguiente, conscientes de su deber, todos los profesores/as asistían a sus aulas, con el mismo entusiamo, aunque sabían que en cualquier momento podía suceder otro incidente.
Hoy sabemos de casos de maestras que fueron pensionadas en gobiernos anteriores y a quienes se les ha rebajado hasta diez mil pesos de su pensión, sorpresivamente, sin explicación, en el Gobierno actual, posiblemente pensando que era mucho dinero para una maestra pensionada.
Otras que no han sido incluidos en INABIMA, como si nunca hubieran sido maestras, cuando van a sus oficinas o llaman les responden que sus pensiones no han sido incluidas por el Ministerio de Educación, que dependen del Ministerio de Hacienda.
¡Cuántos privilegios e iniquidades!
¡Cuánta indiferencia del Ministerio de Educación!
Sigamos esperando que se nos haga justicia.
Maestra/o pensionado: Parece que no importan tus esfuerzos para ofrecer lo mejor de ti, no importa que tu salud se deteriore más cada día, lo importante es la satisfacción que sientes por el deber cumplido, por tu entrega, por tu indiscutible y útil labor.
Nuestro querido Juan Luis Guerra, en su música dijo que “En el cielo no hay hospitales”, pero yo digo, que en el cielo SÍ HAY ESCUELA. En ellas tenemos ya un nombramiento oficial, todos lo que hicimos de la enseñanza nuestra vida y nuestra alegría, allí continuaremos siendo felices enseñando y con la mejor remuneración que maestro alguno pueda recibir en la tierra: la presencia de Nuestro Padre Celestial.
No vamos a terminar este artículo sin antes hacer un llamado al Sr. Presidente, cuya bandera ondea buscando hacer lo que que nunca se ha hecho, pues Sr. Presidente le brindamos en bandeja de humildad la oportunidad de casarse con la gloria en muchos hogares dominicanos, haciendo algo que verdaderamente nunca se hecho: “Dignificar al maestro pensionado”.

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