Por: Ramón Antonio
Veras.
I.- Introducción
1.- Personas dominadas por la desesperación se
manifiestan en el sentido de que no les gusta la política porque es sucia y de
gente sinvergüenza; que prefieren mantenerse al margen para no ser confundidas
con los que están en ella. Pero quienes así razonan están totalmente
equivocados porque, quiérase o no, todos estamos relacionados con la política.
2.- Las relaciones entre las distintas clases
sociales que convergen en una sociedad
están, en una u otra forma, normadas
por la política. Basta con saber
que la política “es la expresión concentrada de la economía, su generalización
y culminación; la relación de las clases y las personas dentro de un Estado”.
3.-
Algunos, confundidos ideológicamente,
mezclan política y politiquería cuando
en realidad son conceptos diferentes, y
si se analizan correctamente se establece claramente la desemejanza,
lo que distingue una y otra.
4.-
También están dominados por la confusión aquellos que
asocian al político con el politiquero, siendo actividades
distintas, aunque en verdad en ocasiones
el enredo no resulta fácil de simplificar,
a no ser que se haga una adecuada aclaración.
II.- La ideología.
La política y el político. Politiquería y politiqueros
5.-
Todo ser humano tiene dentro de su cerebro una especie de guía que le sirve como hilo conductor; le dice como debe actuar, le manda hacer o no
hacer; es su batidor: la
ideología; ese
medio que determina la forma de las personas proceder, está compuesto
por un conjunto de ideas políticas,
científicas, filosóficas, religiosas y morales, y en sociedades como
la nuestra, dividida en clases sociales, la ideología tiene un carácter
clasista, y la dominante es la de las clases que ejercen el poder económico.
6.-
Partiendo de lo expuesto más arriba, en nuestro medio hay todo un abanico de
ideologías, y cada una expresa y refleja
los intereses y aspiraciones de clases en pugna, sobresaliendo la que propugna
por el mantenimiento del sistema social predominante.
7.-
La rivalidad entre los que se interesan para que se mantenga el ordenamiento
económico y social vigente, tienen sus ideas políticas orientadas a la
conservación del sistema, mientras que sus antagonistas luchan por cambiar el estado actual. La
oposición entre ambas concepciones ideológicas se expresa de diferentes formas.
8.-
La competencia política entre los adversarios ideológicos se ve claramente en el accionar político. Cada grupo o sector social tiene su forma
de hacer política ante el pueblo; de ahí que en el ambiente dominicano vemos
personas que expresan ideas progresistas, aspiran a un cambio; su posición es
de avanzada, persiguiendo lo nuevo en lo económico y social. Pero también están
presentes aquellos renuentes a que sea modificado, transformado el ordenamiento existente.
9.-
Así como ocurre con los que identifican la
política con la politiquería,
también algunos asocian al político con el politiquero, siendo actividades distintas, aunque en ocasiones el
enredo no resulta fácil de simplificar, a no ser que se haga una adecuada aclaración.
III.- La política del
político transformador
10.-
La persona que abraza la política como una actividad con objetivos dirigidos a
la defensa de los intereses del pueblo, de las grandes mayorías, busca
construir una sociedad libre de opresión, para alcanzar una real democracia, de
igualdad de oportunidades sin distinción
de sexo, color o criterio ideológico.
11.-
La política que ejecuta el político que trabaja para lo que se llama pueblo, está basada en principios que
sirven de guía a su accionar; normas que rigen el trabajo que lleva a cabo el activista
político transformador.
12.-
Ese accionar político se lleva a cabo en forma franca y abierta, no
hay nada oculto, porque las cuestiones
de interés para el pueblo no tienen nada
de encubrimiento, de incógnita. Los
asuntos en los cuales las masas populares deben decidir, es de interés que sean por ellas conocidos
13.-
Quien hace política en base a ideales y principios
democráticos, procura que su presencia no sea lo esencial, sino el programa
que se exhibe, que recoge la motivación de su incidencia en la política. El
personalismo no genera cambios, sino culto a la persona.
14.-
Cuando la política es llevada a cabo por políticos que obran conforme conviene
a la sociedad, los ciudadanos y ciudadanas participan, son ejecutores de tareas
importantes; resuelven, no son entes pasivos;
son determinantes en las resoluciones que se adoptan desde las alturas
del poder del Estado.
15.-
La política que el político de principios pone en práctica, concebida para que el pueblo incida en su ejecución, convierte a la
mayoría de la población en poder, lo que le da autoridad y capacidad para
conocer, soberanamente, lo que conviene
al interés colectivo.
16.-
El político que hace política en procura de cambios para el pueblo es porque tiene claro sentido de lo
que es el poder delegado por su elector;
respeta la voluntad política ya
que habiendo sido electo
conserva hacia el elector acatamiento a su decisión, honra la palabra
dada, estima su escogencia y la expresa
en su actitud de consideración a quien
lo honró al seleccionarlo para la función pública que desempeña.
17.-
En una democracia que funciona con
políticos decentes, la pulcritud es un pilar; los funcionarios demuestran esmero, decoro en la administración de los
fondos públicos, porque la
dejadez y la suciedad desdicen de una
democracia dirigida por políticos escrupulosos.
18.-
El político de altura es digno de
respeto por su integridad y honorabilidad.
Aquel que somete su accionar político, su proceder, a los objetivos con apego a la obligación que
debe asumir con responsabilidad, interpreta
la voluntad, el sentir de quienes en él confiaron como su representante.
19.-
Los políticos que proceden conforme conviene
a la mayoría de la población,
fortalecen la democracia, les
generan energía con cada una de sus
actuaciones, de la misma manera que la debilitan, la hacen blanda, cuando
ejecutan actos deshonestos.
20.-
Los sectores que intervienen en política para
llevar a cabo los cambios que requiere la sociedad, buscan que el pueblo haga suyas las
propuestas para que se materialicen con
sentido y contenido social.
21.-
La política que descansa en principios se sustenta en los esfuerzos de hombres y mujeres por
llevar a la realidad las aspiraciones más sentidas de los que en cada sociedad
son los más. Promover las ideas renovadoras entraña eliminar todo lo que
significa pasado, atraso.
22.-
Las ideas de los cambios verdaderos, expuestas por políticos identificados con causas justas,
se exponen cuidadosamente para que sean
comprendidas por quienes las han de recibir, difundir y materializar. Sólo así el pueblo actúa conscientemente, sin
aventurerismo.
23.-
Demuestra que es un político ligado a la voluntad del pueblo aquel que en los
asuntos de interés de la sociedad se
maneja con transparencia; hace de la claridad en sus funciones un deber a cumplir con los
electores. Rendir cuentas, es de la esencia de quien respeta la política seria; la diafanidad genera
confianza, ilumina y no motiva duda ni oscuridad; lo luminoso espanta la
negrura que va unida a los actos dolosos.
24.-
El debilitamiento institucional va
acompañado de la fragilidad del accionar
de los políticos; allí donde flaquea la
conducta del político, las instituciones son endebles, se advierte con
facilidad su flojedad, y la desconfianza se apodera del pueblo.
25.-
En las actividades políticas, aquellos que procuran una transformación de la sociedad se dirigen
al pueblo exponiendo sus principios, sus tesis,
las cuales están contenidas en un programa que recoge las orientaciones,
los objetivos fundamentales.
26.-
La promoción de las ideas que desarrolla el político progresista, y que figuran
en el programa, se han de cumplir desempeñando el pueblo el papel de actor; él
ha de ser el artífice de lo que se propone alcanzar. Así actúa quien hace política seria, abierta y
sin maniobras para el engaño.
27.-
Las orientaciones que imparten los
políticos con criterios ideológicos basados en ideas progresistas son extrañas
a la demagogia, el engaño y a todas
aquellas vías y medios que no cuadran en actividades políticas responsables.